La lechuga es, sin duda, una de las verduras más populares de la cocina chilena y existen de diversas variedades: romana, escarola, francesa, lollo rossa, española, etc.
Si bien a muchos les puede resultar “aburrida”, lo cierto es que sus beneficios son múltiples y es uno de los alimentos favoritos dentro de una dieta cuando se debe bajar de peso o mantenerlo.
Lo anterior, puesto que más del 95% de una hoja de lechuga es agua y, por cada 100 gramos, esta contiene 1,4 de carbohidratos y 1,5 de fibra, según informó el diario El País.
Además de tener un bajo contenido calórico, esta hortaliza es fuente de vitamina C, folato (un tipo de vitamina B) y mejora la absorción del hierro.
De acuerdo al mencionado medio, una porción de 100 gramos de lechuga cubre el 15% de la ingesta recomendada de vitamina C.
En este contexto, son varios los mitos que rondan sobre la lechuga. Muchos no la consumen porque, supuestamente, hincha o provoca retención de líquidos. También algunos la evitan porque les produce gases.
Lo cierto es que nada de esto es correcto. Según señalaron expertos de la marca española de alimentos Krissia al portal ABC, la lechuga no te hincha, sino que son los aliños que le pones o las comidas con las que la acompañas.
“Por ejemplo, aquellos que contiene un exceso de sal sí pueden favorecer la retención de líquidos”, explicaron. Además, también hicieron un llamado a cuidar la cantidad de aceite: no superar las dos cucharadas por porción.
Ahora, respecto a la flatulencia, varios le echan la culpa a la fermentación intestinal. Sin embargo, un estudio de científicos españoles indicaron que el nivel de gas producido por la lechuga es similar al que provoca un filete de carne.
Por último, más que la fermentación intestinal, los especialistas apuntan a un descenso del diafragma, que causa dicha distensión abdominal. “Más que eliminar o restringir la lechuga de la dieta, apuestan por trabajar en corregir esa respuesta somática”, indican desde El País.