Cada vez es más difícil descubrir quién miente en el mundo digital. Más aún con la gran cantidad de información que ronda en redes sociales.

En un plano más personal, existen muchas situaciones cotidianas en las que puedes ser “víctima” de una mentira por parte de amigos o incluso tu pareja.

Sin embargo, existen pequeñas características o pistas para identificarlas. Así lo revela un nuevo estudio sobre el lenguaje del engaño cotidiano en los mensajes de texto, de Thomas Holtgraves y Elizabeth Jenkins de Ball State University (2020).

Los investigadores enfatizan en que las personas envían mensajes engañosos todo el tiempo, usando “mentiras pequeñas y fáciles” o las que comúnmente llamamos “mentiras piadosas”.

Según los autores, la gente no dice mentiras con intenciones maliciosas, sino para proteger la impresión que crean en los demás o para preservar los sentimientos de otra persona, destaca el sitio especializado Psychology Today.

FreePiks
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A diferencia de la comunicación cara a cara, “los mentirosos en línea” no tienen que preocuparse por ser delatados por su lenguaje corporal.

De este modo, los investigadores analizaron mensajes de 65 estudiantes universitarios. 10 de los 30 que proporcionaron, contenían mentiras. Posteriormente, un nuevo grupo de participantes calificó los textos, midiendo su veracidad, credibilidad y sentido de confianza.

Los hallazgos mostraron que los textos veraces usaban menos negaciones (por ejemplo, “no puede ser”, “no”) y emociones negativas (por ejemplo, “miedo”, “advertir”).

Asimismo, los mensajes reales eran más lógicos y asertivos (contundentes). “En otras palabras, cuando sonamos dudosos o si divagamos en el texto, puede parecer como si estuviéramos tratando de encubrir algo, y el destinatario podrá olfatear esto”, detalla el estudio.

Cabe señalar que no hubo diferencias sobre si los textos usaban pronombres en primera o tercera persona.

Pexels
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Otro de los aspectos que destaca el estudio, es la extensión de los mensajes, ya que generalmente es más fácil mentir en un mensaje corto, que en uno largo.

Por ejemplo, si un amigo te regala un suéter, y definitivamente no te gustó su color, puede que digas “gracias, me encanta”, para intentar disfrazar tus sentimientos sobre la prenda.

No obstante, si realmente te encantó el regalo, será más probable que profundices sobre lo que te gusta del suéter. “Esta característica de los textos cortos aparentemente influía en lo veraces que parecían, incluso cuando no eran mentiras”, detalla.

Por otra parte, los hallazgos sugieren que las personas que mienten, tienden a divagar más y parecen menos seguras de los hechos que narran. Asimismo, proporcionan pocos datos discernibles o verificables.

En conclusión, las mentiras pueden ser una parte inherente de la comunicación humana. “Al descubrir cómo interpretar el contenido de lo que estamos leyendo o escuchando, podemos encontrar el camino a la información que necesitamos”, sentencian.