Esta semana se celebró en nuestro país el Día del Vino, en conmemoración de la llegada del fermentado de uva al país en 1545. La fecha se escogió debido a que coincide con la carta que Pedro de Valdivia le envió al Rey Carlos V de España pidiendo “vides y vinos para evangelizar Chile”, dando el primer paso para fomentar una tradición importante para el chileno, tanto a nivel cultural como económico.
 
Es por ello que en 2015 Chile decidió oficializar la celebración del 04 de septiembre a través de una ley.

Aunque, desde 1545 a la fecha muchas cosas han cambiado, por ejemplo que el vino pasó a convertirse en el principal embajador chileno en el exterior, llegando a millones de consumidores en todo el mundo y generando miles de puestos de trabajo en el país.
 
Entre el arte de degustar un buen vino está la cata, un proceso al cual algunos inexpertos temen, pero que se basa simplemente en despertar nuestros sentidos, explorar los estímulos olfativos, táctiles, gustativos, visuales y auditivos que nos ofrecen las propiedades del vino. 
 
La mayoría de las acciones de nuestro día a día las llevamos a cabo con nuestros sentidos bien alertas, aunque no nos demos cuenta. El uso de los sentidos suele ser algo natural, sin embargo, la clave para una buena cata pasa por la concentración, prestar atención, analizar y memorizar las sensaciones que transmite el vino.

Según señaló la directora de DeVinos Comunicación en España, Lorena Díaz, a la revista hispana Hola, la cata es un privilegio al alcance de cualquiera, algo sencillo. Por lo que el más inexperto también puede degustar como se debe, simplemente se recomienda seguir tres etapas: la visual, la olfativa y la gustativa.

Timur Saglambilek | Pexels (CCO)
Timur Saglambilek | Pexels (CCO)

Visual

 
Con un grado de importancia un poco más bajo que el olor o el gusto, aparece el análisis visual, donde se estudian varios factores como la limpieza, el color y la fluidez. El análisis arranca desde la botella, el corcho debe estar ligeramente humedecido para así confirmar que la botella ha sido guardada siempre de manera inclinada. 
 
Se recomienda observar el vino sobre un fondo blanco, mirarlo hacia arriba hasta dejar la copa casi horizontal, aquí se observa si el vino está limpio y brillante (o no), lo pálido o lo oscuro. 
 
La fluidez se analiza sosteniendo la copa por el ‘pie’ o fuste, haciendo girar suavemente el vino, este nos revela su densidad y concentración. Las gotas o lágrimas que se generen tras aplicar el suave movimiento a la copa, sirven de indicador de la graduación alcohólica, cuanto más densas mayor el grado.
 

Olfativa

 
El reconocido viñedo chileno Concha y Toro señala en su página web que la nariz es el instrumento que envía información al cerebro y está estrechamente ligada al gusto, por su parte, la revista Vinetur España señala que el olfato es el sentido más importante de apreciación del vino.

Tanto en el mundo del vino como en el gastronómico, gran parte de lo que saboreamos es olor. Es por ello que resulta normal perder parte de la capacidad gustativa al tener una gripe o un resfriado.

Se recomienda oler el vino antes de moverlo para así comprobar que no está en un mal estado. Después se balancea la copa para agitarlo con la intención de que este desprenda sus componentes aromáticos. 

Lo primero que se podrá sentir son los aromas primarios, esos que aporta la uva, los cuales son generalmente frutales; después, se sentirán los secundarios procedentes de la fermentación, mientras más azúcar tenga el vino, habrán más aromas secundarios. 

Por último se percibirán los aromas terciarios, aquellos que van vinculados a la crianza del vino como la madera, cedro, vainilla, pan.

Gustativa

La gustativa es una etapa distintiva, nos permite calificar si el vino es dulce, salado, ácido o amargo. El poder del gusto también se complementa con el aroma para crear el sabor, es común encontrar en los vinos blancos notas frutales y cítricas, pero los más jóvenes suelen ser más ácidos.

Mientras que los vinos tintos siempre tienen notas de frutos rojos, aunque estos pueden evolucionar a matices balsámicos o minerales, por ejemplo.

A través de la lengua también se pueden sentir el tacto de un vino, el cuerpo (por su fluidez e intensidad de sabor), la temperatura, la efervescencia en los espumosos y la textura en los vinos de calidad.

Concha y Toro recomienda tomar un pequeño sorbo sin tragarlo y pasearlo con la lengua por toda la cavidad bucal, durante al menos unos seis segundos, después se toma o se escupe.  
 
Aquellos más expertos también suman una fase denominada el aprendizaje, la cual se adquiere a través de la experiencia previa, al conocer varios vinos, diferentes cepas, encontrar similitud entre las viñas, establecer un método o un estilo para las catas por ejemplo si prefieren realizarlas a ciegas y posteriormente conocer las marcas y cepas, o con la información previa.
 
A medida que se aprende se comienza a establecer un vocabulario adecuado para emplear durante las catas al analizar, el mejor consejo es iniciar con ayuda, aprender de los expertos para así más adelante poder sacar sus propias conclusiones.