Por su delicado y suave color, muchos son los que están inclinados a pensar que el Rosé es un vino de baja graduación alcohólica o un producto hecho para conquistar al público femenino exclusivamente. También se dice que es bajo en aporte calórico y que eventualmente podría ser una buena alternativa para quienes quieren celebrar sin dejar de disfrutar un buen vino.
¿Cuánto de esto es cierto? Esto es lo que queremos resolver en el Día del Vino Rosé.
En primer lugar, es importante aclarar que el vino rosé no proviene de una única cepa. Tal como el tinto y el blanco, proviene de una o varias variedades de uva y se diferencia de otros vinos por su particular proceso de elaboración.
“En este caso el mosto debe tener poco contacto con la pulpa y la piel de la uva, un máximo de 24 horas. A diferencia del vino tinto, cuya interacción se extiende por varios días. El mosto una vez retirado se fermenta y de ahí se obtiene el vino rosado, un vino con menos color, menos ácidos grasos y menos polifenoles”, afirma Patricio Azócar, enólogo de Cooperativa Capel.
Otra forma de fabricar vino rosé -y que es la fórmula más utilizada- es mezclar distintas cepas de vino blanco con vino tinto buscando generar un producto más floral y frutal.
Contrario al mito que afirma que el rosé es un vino creado para el mercado femenino y que se trataría de una variedad suave de vino, lo cierto es que el rosé puede tener distintas intensidades y su color nada tiene que ver con ser un producto exclusivo para mujeres. De hecho, los vinos rosados tienen un cuerpo superior a los blancos, pero efectivamente son más consumidos por ellas.
Así lo afirma Alberto Dueñas, Product Manager de Vinos y Espumantes de Sensus y de la Viña Francisco de Aguirre, quien propone como ejemplo el consumo del espumante Brut Rosé de Sensus, uno de los pocos espumantes de esta variedad en Chile. “Aunque las mujeres siguen siendo las principales consumidoras de Rosé, hoy cerca de un 20% de consumidores son hombres. Algo impensado hace un par de años”, afirma.
Otro dato relevante sobre el consumo de esta variedad de espumante es que se concentra en mayores de 25 años. “Probablemente tiene que ver con que en ese segmento estamos en presencia de un consumidor más sofisticado y con mayor asequibilidad, que valora el consumo de nuevas variedades de productos. También puede estar relacionado con que ese segmento se preocupa más por disfrutar sin salirse demasiado de la dieta”, describe.
En efecto, el espumante brut rosé es un producto con menor aporte calórico, si es comparado con otras bebidas alcohólicas. Ana María Neira, nutricionista de la facultad de Nutrición y Dietética de la Universidad Bernardo O’Higgins, afirma que es conveniente privilegiar variedades de rosé menos dulces para mantener la línea.
“El vino rosado tiene alrededor de 75 calorías por 100 cc., dependiendo de los grados alcohólicos que tenga el vino, mientras que 100 cc. de vodka tienen 231 calorías al igual que el ron de 40°, el pisco de 40° tiene 224 calorías por 100 cc. y a eso hay que sumarle las calorías de las bebidas”, asegura.
La experta también comenta sobre los beneficios de privilegiar vino sobre los destilados. “Los vinos poseen sustancias nutricionales que pueden ser protectoras para la salud: tiene altos niveles de antioxidantes, dentro de los cuales están los ácidos fenólicos, flavonoides y resveratrol, que tiene propiedades anti-inflamatorias y anti-envejecimiento” .
No hay excusas para no atreverse con esta variedad de vino. Este vino sirve para ser tomado solo o en coctelería y su maridaje es perfecto con quesos y carnes magras.