Uno de los crímenes más escabrosos de Rusia, involucra a un importante y respetado historiador, quien profanó más de 29 tumbas, transformando los cuerpos en muñecas de tamaño real.
Incertidumbre comenzó a rondar la ciudad de Nizhni Nóvgorod en Rusia, luego de que muchas tumbas del cementerio local se encontraran profanadas en 2011.
Dado que la policía no encontró ninguna pista ni de los cuerpos ni de quién los había robado, decidieron hablar con un experto en relación con el posible uso de los cadáveres para rituales. La persona elegida fue Anatoly Moskvin, un historiador de origen ruso, reconocido experto en temáticas celtas.
Con el paso de los días, los investigadores iniciaron la búsqueda de pistas con la ayuda de Moskvin, quien estuvo involucrado en el estudio antropológico de las personas enterradas de los cementerios profanados. Aunque lo poco que encontraron no fue de gran ayuda, luego descubrieron una verdad que dejó marcado a todo el pueblo.
Fanático del ocultismo y estudios celtas
Desde inicios del 2000 que el historiador Anatoly Moskvin comenzó a estudiar los diversos cementerios municipales en Nizhni Nóvgorod. Allí su trabajo tomó notoriedad, pasando a autodenominarse “necropólogo”, rama nombrada por Moskvin que está relacionada con los estudios ocultistas del experto.
Su interés por la muerte vino de un trauma que sufrió cuando pequeño, ya que tuvo un encuentro extraño durante un funeral. Según lo comentado por Moskvin, lo obligaron a asistir al funeral de una niña de su colegio a los 12 años, donde le hicieron besar el cadáver y casarse simbólicamente con ella, incluso poniéndose un anillo.
Desde allí que su interés por las ceremonias comenzaron a interesarle, obteniendo un doctorado en estudios celtas y también se convirtió en un especialista en cementerios locales.
Era un profesional respetado por sus conocidos y por eso fue que los investigadores lo contactaron para que los ayudara en encontrar pistas de la desaparición de una decena de cuerpos desde los cementerios de Nizhni Nóvgorod.
Cadáveres desaparecidos
En 2011, un reporte policial causó incertidumbre en la comunidad del pueblo ruso debido a los avistamientos raros en el cementerio local. Varias familias de fallecidos denunciaron que las tumbas de sus seres queridos estaban profanadas o perturbadas, respaldando la indagatoria.
La policía y el equipo de investigación a cargo tomó contacto con Anatoly Moskvin, ya que era la primera fuente para las autoridades debido a su expertiz en cementerios. Con el paso del tiempo, el equipo encargado del caso no pudo dar con el paradero del autor, pero los testigos afirmaban que una persona de contextura delgada ingresaba al cementerio municipal durante la madrugada.
Todo indicaba que la cercanía de Anatoly con el cementerio y su afición a la muerte, era una pista que no se había tomado en cuenta. Por ello, la policía decidió centrarse en el historiador, que según Moskovsky Komsomolets, uno de los diarios más leídos de Rusia, fue encontrado vagando con una bolsa de huesos a altas horas de la noche.
La escena del crimen
En noviembre de 2011, la policía arrestó a Anatoly luego de encontrar las evidencias necesarias para incriminarlo en su misma casa. Allí descubrieron 29 muñecas repartidas en su hogar que compartía con sus padres, las que resultaron ser los cadáveres de las niñas desaparecidas de sus tumbas.
Las muñecas encontradas en la casa de Moskvin no tenían su rostro humano, ya que estaban bajo máscaras de cera maquilladas. Él mismo se preocupó de maquillarlas e introducirle una caja de música en su pecho para simular un juguete. También estaban vestidas con diversas prendas coloridas, símiles a las de una muñeca comercial.
Anatoly, en aquella época vivía con sus padres, quienes nunca se percataron de este hecho. Ellos comentaron a los investigadores que pasaban muchos meses fuera de casa, por lo que su hijo tenía el tiempo suficiente para crear sus muñecas. En su hogar realizaba todo el trabajo de momificación de los cuerpos de manera artesanal, el cual se detalla de mejor manera en el documental “Dollmaker: The Anatoly Moskvin Story”.
Modo de operación
La nueva vida que le daba Moskvin a los cadáveres comenzó alrededor de 1990. El historiador visitaba regularmente los cementerios, tomando notas y realizando investigación, e incluso dormía en las lápidas de los difuntos para comunicarse con ellos.
Según el medio Daily Mirror, la intención de Anatoly nunca fue con un fin necrófilo, sino que su misión era cuidar de ellas mientras la ciencia avanzaba lo suficiente para que vuelvan a la vida.
Incluso, Anatoly preparaba fiestas de té con las muñecas y realizaba diversas actividades para involucrarlas en su día a día, tanto así que hablaba con ellas. Este crimen también está relacionado por sus propios deseos de tener una hija, ya que era un hombre soltero y nunca tuvo la opción de adoptar.
Sentencia sin cárcel
En el año 2012, el historiador fue declarado culpable de un total de 44 cargos de profanación de tumbas. También ingresó a una unidad de seguridad psiquiátrica en la ciudad de Kazan, tras declararle esquizofrenia. Años después, el tribunal mencionó que el culpable podría continuar su tratamiento desde su casa, generando la molestia y enojo de las familias afectadas por este caso.
“Nuestras leyes son demasiado blandas, el castigo debe ir, de alguna manera, en consonancia con lo que ha hecho la persona, y este hombre descansará en su clínica hasta que, tememos, digan que está curado y le dejen volver a su cementerio”, comentó Igor Chardymova a la policía según La República. Olga Chardymova, hija de Igor, fue uno de los cadáveres encontrados en la casa de Moskvin.
El caso de Moskvin quedó en la historia criminal de Rusia debido a su extraña obsesión por la muerte, la profanación de tumbas y la creación de muñecas a base de cadáveres durante años. Aunque Moskvin nunca mató a nadie, su crimen es uno de los más perturbadores que se data en Nizhni Nóvgorod.