Cuántas veces habrás escuchado esa especie de redoble, pero nunca te has preocupado mucho de ellos ya que seguramente estás decidiendo qué ver en esta plataforma…
Desde otro sistema de entretenimiento, TikTok, recientemente algunos usuarios pusieron a rodar el interés por conocer de dónde viene la intro de Netflix.
Hablando de rodajes, su primera serie original sería la respuesta a una interrogante que descansaba dormida, presuntamente derivando en un condicionante auditivo, con papel protagónico, tras activar la aplicación en el control remoto y ver aparecer ese nombre en rojo que puede llegar a dejarnos toda una madrugada pegados en una maratón de contenidos, sin que nos demos cuenta.
¿El golpe de House of Cards?
Protagonizada por el galardonado y posteriormente vetado Kevin Spacey, esta serie se volvió de culto para una audiencia extasiada con la producción, hilando, capítulo a capítulo, un entramado de argucias dentro de la clase política estadounidense, algo que trascendió enormemente a nivel internacional.
Es precisamente, desde los primeros episodios de esta serie, que se presume la gestación de la intro de Netflix.
Al poner “play” en el capítulo inicial, simplemente nos aparecía el antiguo formato Netflix, sin sonido. Un elemento poco atractivo para una audiencia que tampoco estaba enterada de que le hacía falta y fue algo que se mantuvo durante el resto de la primera temporada, que ya había captado el interés de millones.
No fue sino hasta en la escena final del último capítulo de la temporada 2, que Frank Underwood (Kevin Spacey) estremece con un golpe de cierre -literal- el cual se volvió vinculante, no solo a una temporada siguiente, sino como carta de presentación auditiva, según la teoría de algunos usuarios.
Así lo sostiene el video en TikTok, de @wanderpein:
El desengaño desde Netflix
Al escuchar a Spacey (ahora que muchos no quieren verlo más) golpear la mesa, nos puede convencer, a primer sonido, que efectivamente todo surgió con la escena antes mencionada.
No obstante, el vicepresidente de producto de Netflix, Todd Yellin, fue el encargado de desmentir tal teoría semanas atrás, durante una entrevista en el podcast de Twenty Thousand Hertz en la que le preguntaron cómo nació ese característico sonido.
Según Yellin, esta intro estaba lista antes que se grabara la escena antes mencionada de House Of Cards y estuvo a cargo del ingeniero de sonido, ganador del Óscar, Lon Bender, icónico por su trabajo en Corazón Valiente y El Renacido.
De 30 opciones auditivas, tuvo que dejar de lado decenas, incluido el balido (llamado) de una cabra, que le pareció a los ejecutivos “divertido y llamativo” pero no para el efecto que estaban buscando en los usuarios.
Finalmente, de entre 5 finalistas, la intro de Netflix que fue elegida, se creó al estrellar un anillo contra una caja de madera, obteniendo así el famoso “Tu-dum”, que también rebota en nuestra mente al hacer play en la plataforma.
“Dramático” e “interesante”, sostuvo Yellin. “Da un comienzo”, agregó el ejecutivo, quien pidió opinión a su pequeña hija para llegar a la conclusión que ya todos conocemos.
El encantamiento auditivo de las marcas
Ana Tajadura-Jiménez, investigadora de la universidad de Gotemburgo, devela el misterio del encantamiento del sonido que una marca aplica a quienes la usan a diario o con recurrencia.
Cuando abres el computador, Windows te da la bienvenida. Si el sonido fuese estridente o auditivamente desagradable, habría restado varios puntos a Microsoft para convertirse en el gigante informático que es hoy.
Tu navegador no soporta audio en HTML5
“Hay varios factores que influyen en el significado que alguien que escucha le da a un sonido. El más obvio son las propiedades físicas de un sonido. Algo que suena a un volumen elevado suele ser molesto. Pero también es importante el contexto en el que se escucha un sonido y cuáles son las expectativas del oyente”.
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La intro de Netflix, con tono de expectativa, te invita a permanecer así, mientras decides por cuál película o serie optarás o qué te depara el nuevo capítulo de la que ya estás viendo.
Para tener una idea científica de lo que ocurre cuando escuchamos esos sonidos característicos, el sitio especializado Hear-it, nos ofrece un panorama.
Por ejemplo, el “Tu-dum” que escuchaste al activar la plataforma cinéfila y de series, transitó desde la primera vez, desde el oído interno, que envió las señales eléctricas al nervio auditivo y, de este último, hasta el centro auditivo cerebral (en el lóbulo temporal).
No se trata de una clase de neurobiología, pero es importante tener en cuenta que si te familiarizas con esas pequeñas piezas sonoras que te condicionan, es porque tu corteza auditiva (centro auditivo cerebral) codificó la señal y generó una percepción consciente de ese sonido, que activó otras zonas cerebrales.
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Lo anterior, hace que se aloje en la memoria y se relacione con la experiencia agradable o desagradable, según la destreza de las marcas que te han vendido su producto, no solo de forma visual. Tú decides, en última instancia.
Los 3.25 segundos más caros de la historia
Quizá una de las historias más curiosas de los “sonidos corporativos” la escribió el músico y productor Brian Eno, quien ha colaborado con artistas desde David Bowie a U2.
Eno fue llamado por los ejecutivos de Microsoft con una solicitud ciertamente extraña: “Queremos que nos hagas una composición que sea inspiradora, universal, rítmica, optimista, futurista, sentimental y emocional… ah, y que dure 3.25 segundos”, cuenta el propio músico.
Obsesionado con la solicitud, creó 84 sonidos diferentes, uno de los cuales terminó siendo elegido como el recordado inicio de Windows 95, el primer éxito a escala global de Microsoft, vendiendo 1 millón de copias en sus primeros cuatro días.
Irónicamente, Brian Eno utilizó un Mac para crear la composición. “Nunca he usado un PC en mi vida. No me gustan”, confesó en 2009 a la BBC.
Eso sí, el músico no quedó mal retribuido. Microsoft le pagó 35.000 dólares por su obra, cerca de 28 millones de pesos chilenos. Nada mal por 3.25 segundos de sonido.