Hay situaciones en la vida que nos hacen pensar que podríamos morir de tristeza, como sucede tras el fallecimiento de un ser querido, una ruptura amorosa o una gran desilusión. Por el contrario, otras veces pareciera que el corazón no pudiera almacenar más felicidad y fuese a explotar.
Aunque mayoritariamente esas sensaciones son momentáneas, sí hay un trastorno que afecta al músculo cardíaco tras experimentar fuertes emociones: se trata de la Miocardiopatía de Takotsubo.
Ésta fue descrita por primera vez en Japón hacia 1990 y se llama así por la forma que adopta el corazón en esas circunstancias, similar a las trampas de pulpo de ese país. Posteriormente adquirió el nombre de “Síndrome del Corazón Roto” en referencia a la posibilidad de que efectivamente se pueda enfermar o incluso morir de pena.
Un estudio publicado en la revista American Journal of Cardiology indica que este trastorno sería provocado por el aumento de las hormonas relacionadas al estrés en el torrente sanguíneo, como lo es la adrenalina. Esto haría que el músculo cardíaco se resienta y debilite, provocando que el ventrículo izquierdo tome una forma cónica e impidiendo que bombee sangre de manera correcta.
Así también lo explica el doctor Albert Ariza, a cargo de la Unidad Coronaria del Hospital Universitario de Bellvitge, en España, quien señala que el síndrome de Takotsubo en la mayoría de los casos se produce por un estrés muy fuerte y súbito. “Esto provoca la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, las que provocan una contracción del corazón más fuerte de lo habitual”.
Quienes lo han padecido sufrieron previamente la muerte de un familiar, el diagnóstico de una grave enfermedad, la pérdida de una gran suma de dinero. También sintieron miedo, ira, intensa felicidad, vivieron un quiebre amoroso, un desastre natural o un accidente. Además, este síndrome afectaría en un 90% a mujeres entre 55 y 75 años.
El Síndrome del Corazón Roto presenta síntomas parecidos a los de un infarto agudo al miocardio, como el dolor de pecho y la falta de aire, sin embargo no afecta a las arterias coronarias, sostiene por su parte el médico argentino Carlos Reguera.
Asimismo, el profesional indica que respecto al tratamiento no hay suficiente información acerca de su eficacia. “Los fármacos que habitualmente se utilizan son betabloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y diuréticos”.
También agrega que “la mayoría de las personas permanecen en el hospital mientras se recuperan, y quienes lo sufren tienen buena evolución debido a que los trastornos o alteraciones de la motilidad ventricular son reversibles, por lo que se logra una recuperación completa en pocas semanas”.
¿Morir de amor?
Muchas veces se ha sabido de parejas que llevan años juntas y que mueren con días, e incluso horas de diferencia. Con los recientes estudios se ha demostrado que tener el corazón roto no es solo una metáfora.
La revista Open Heart publicó un estudio realizado en Dinamarca, el que arrojó que las personas que perdieron a su pareja tienen un 41% más de probabilidades de padecer este síndrome.
La directora de este sondeo, Simon Graff, de la Universidad Aarhus sostuvo que “el riesgo de padecerlo es mayor durante el primer mes y va disminuyendo a partir del primer año”.
Pese a ser un síndrome tratable si se descubre a tiempo, las recientes investigaciones sugieren que la idea de que alguien muera de pena o alegría no es tan descabellada como se creía.
Albert Ariza sostiene que morir por el síndrome del corazón roto “es raro, pero puede suceder”, añadiendo que “el porcentaje de mortalidad es muy bajo, menos del 2%, pero en algunos casos se producen complicaciones graves”.