¿Qué estarías dispuesto a hacer para disfrutar de una vista impresionante? Centenares de turistas han subido los más de 600 escalones dispuestos para llegar a lo más alto de la Piedra del Peñol, que tiene 220 metros de altura y está ubicada a 79 kilómetros de Medellín, Colombia. ¿Tú lo harías?
Todo comienza con un escalón marcado con un 1 en amarillo y, como la numeración continúa cada ciertos tramos, a medida que se sube se es plenamente consciente de cuánto se ha avanzado y del largo trecho que queda por delante.
Zapatos cómodos y una botella de agua son imprescindibles en el ascenso.
A mitad de camino hay un letrero escrito en castellano e inglés que reza: “En caso de sentirse mareado, con nauseas, vértigo o asfixia, favor llamar al 322 290 3193”.
Es entonces cuando surgen diversas reacciones: Alivio (“ok, mi estado físico no es tan malo si no necesito llamar”), incertidumbre (“si me siento así y llamo…de aquí a que suban hasta acá ya me morí”) e hipocondría (“me estoy mareando…tengo nauseas…”).
Sin embargo, basta mirar el paisaje y pensar en lo prometedor que es poder apreciarlo desde más altura para recuperar el ánimo y continuar.
Además ver pasar a las demás personas con cara de sufrimiento sudando y con la respiración cortada, te recuerda que no eres el único en esa situación y que ya no es momento para devolverte. Total sólo quedan otros 300 escalones…
¿Vale la pena el esfuerzo? En BioBioChile te aseguramos que sí.
La historia
La piedra pertenece a los descendientes de Luis Eduardo Villegas, quien la heredó tras la muerte de sus padres y luego de que sus hermanos no la quisieran, porque los terrenos alrededor de ella no eran productivos, relató Mauricio Salazar, guía turístico de Papayote Travel.
Salazar agregó que durante una misa, el sacerdote que la oficiaba dijo que había gente interesada en subir el monolito. Ante esto, Villegas asumió como reto hacerlo antes.
Fue entonces, en 1954, que este hombre -junto a Ramón Díaz y Pedro Nel Ramírez- escaló la piedra y logró llegar a lo más alto luego de cinco días, convirtiéndose en la primera persona en subir el monolito.
Mauricio Salazar agregó que al ver la cantidad de gente que se acercaba a visitar el lugar, el dueño de la piedra empezó a cobrar una entrada y con el tiempo se inició la construcción de escaleras para que la gente pudiese subir.
El guía turístico aseguró que actualmente existe un importante flujo de personas que llegan a visitar el monolito.
En los alrededores de la piedra hay diversos locales de artesanías y una estatua que representa a Luis Villegas, quien falleció en 1996, a los 78 años de edad.
Además, hay placas con textos alabando su hazaña y su espíritu emprendedor. En una de ellas se puede leer: “Un hombre que vivió para encarnar un gran destino; con ímpetu, con tesón y tozudo temperamento, a través de escabrosas grietas y oquedades, logró la titánica hazaña de conquistar esta coqueta, esbelta e impresionante cima, bella donación de la naturaleza, que Dios delineó en colores para asombro y deleite de nuestros sentidos”.
Pueblo bajo el agua
A medida que se avanza en las escaleras de la piedra, se puede apreciar el Embalse Peñol – Guatapé. Esta represa fue construida a finales de la década de 1970 y para ello los habitantes del pueblo de El Peñol debieron ser reubicados.
El éxodo de estas personas duró cerca de un año y sus viviendas fueron destruidas, al tiempo que el agua ganaba terreno.
Titulares de la época reflejan lo vivido en el lugar. Mientras el diario El Espectador tituló “Hiroshima Paisa: El Peñol se prepara a morir”, el medio El Colombiano lo hizo “En El Peñol: Empresas Públicas trasladó los vivos y la Parroquia trasladó los muertos”, ya que los difuntos debieron ser cambiados de cementerio.
Mauricio Salazar aseguró que si bien hay quienes aseguran que hay casas bajo el agua, “eso es mentira, ya que todo fue barrido y tumbado para hacer la represa”.
Sin embargo, desde el agua se asoma una cruz, que está justo en el lugar en que estaba ubicada la parroquia del pueblo.
Salazar explicó que la comunidad quiso que se conservaran las dos torres del templo y que siempre sobresalieran del embalse, pero tras una pelea con el párroco, la persona a cargo de la construcción de la represa decidió dinamitar la iglesia.
En los años 80 hubo una gran sequía, que habría permitido “volver a caminar por las calles del viejo pueblo”. Fue en esa oportunidad que la comunidad se reunió para construir un pilar de 28 metros de altura, sobre el que se puso una cruz de metal para marcar el lugar en que estaba el antiguo templo.
Actualmente existe una réplica de El Peñol, que permite conocer cómo eran las viviendas del lugar y su iglesia, y mantener vivo su recuerdo.