Los tiroteos en las escuelas de Estados Unidos son una realidad que no se puede ocultar. De hecho, según CNN, ese país tiene 57 veces más ataques de este tipo que el resto de las nacionales industrializadas juntas.
Muchos de los atacantes son personas que han sufrido acoso o bullying, o que tienen algún tipo de problema mental, sin embargo, en 1979 una adolescente de 16 años inició un tiroteo sin motivo aparente. La única excusa que entregó entonces fue que lo hizo sólo porque no le gustaban los lunes.
La mañana del 29 de enero de 1979, tanto estudiantes, profesores y trabajadores de Grover Cleveland Elementary School, en San Diego, California, se preparaban para comenzar un jornada como cualquier otra. Mientras esperaban que el director Burton Wragg abriera las puertas de la escuela, un incesante tiroteo se desató dejando a ocho niños heridos y dos adultos fallecidos.
La autora de la masacre era Brenda Anne Spencer, una joven de 16 años que vivía frente al establecimiento, al que ni siquiera asistía. Spencer disparó en 30 ocasiones con un rifle semiautomático que su padre le había regalado la navidad pasada.
Las dos víctimas fatales del tiroteo fueron el director Wragg, quien se lanzó a ayudar a los niños heridos, y Mike Suchar, un auxiliar de 56 años, quien intentó ayudar a su jefe que había sido abatido. Al lugar también llegó un oficial de policía de 28 años, quien resultó herido en el cuello, pero consiguió detener el ataque al mover un camión de basura frente a la casa de Brenda, obstruyendo su visión y línea de fuego.
Al no poder seguir disparando, Spencer se escondió en su casa por seis horas, periodo en el que un periodista del diario The San Diego Union-Tribune, pudo comunicarse con ella luego de llamar por teléfono a diferentes casas del sector, sólo por si tenía la suerte de encontrar a la atacante.
Según el diario New York Daily News, cuando Brenda contestó el teléfono, él le preguntó si ella sabía de dónde venían los tiros, a lo que ella respondió dándole su dirección. “¿Esa es tu dirección?”, le preguntó él, a lo que ella respondió: “Si, ¿quién crees que está disparando?.
La siguiente pregunta fue la más obvia de todas. “¿Por qué?”, cuestionó el hombre. “No me gustan los lunes. Esto avivaría el día”, replicó. “No tengo ninguna razón más, sólo fue por divertirme, vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos, así que eran blancos fáciles para mí”, reconoció.
Tras colgar con el periodista, la joven negoció durante horas con la policía una salida pacífica de su hogar, y según aseguran varios medios de la época, sólo habría aceptado entregarse luego de que le prometieran darle una hamburguesa de Burger King.
¿Quién es Brenda?
Brenda nació en 1962 en el seno de una familia de clase media. Su padre era un comunicador audiovisual que vivía junto su esposa Dot en una casa en San Carlos, frente a la escuela Grover Cleveland.
Su infancia fue bastante normal. En su niñez la niña de cabellos rojizos era amante de los animales, participaba en varios deportes y además era una talentosa fotógrafa, incluso ganó un premio por una de sus imágenes.
Todo cambió cuando en 1972 sus padres se separaron. Ella tenía 11 años y un juez le dio la custodia de ella y sus tres hermanos mayores, a su distante padre. La familia permaneció en la casa, pero las adicciones al alcohol y las drogas de su padre, los sumieron en la máxima pobreza. De hecho, los niños dormían en un colchón en el piso del living.
La personalidad de Brenda cambió radicalmente y pasó de ser una niña alegre a una chica rebelde, tosca, retraída y extraña, sin mencionar que también comenzó a frecuentar a otros adolescentes con la misma actitud y se hizo fan de la música de Alice Cooper.
Los niños del sector comenzaron a temerle y se crearon muchos rumores sobre ella, entre otras cosas se decía que usaba drogas, que la habían visto torturar animales, que robaba y que estaba obsesionada con las armas. A esos mismos niños les aseguró que haría algo grande para salir en televisión, pero jamás pensaron qué sería.
Brenda asistía a la secundaria Patrick Henry, pero no estaba interesada en los estudios, de hecho, siempre se quedaba dormida en clases lo que comenzó a preocupar a sus profesores.
Todos los especialistas que la evaluaron por sus constantes problemas de conducta coincidieron en que la joven tenía problemas psiquiátricos y uno de ellos incluso aseguró que tenía tendencias suicidas.
En diciembre antes del ataque, Brenda ingresó de noche a la misma escuela y abrió fuego con una pistola de fogueo a las ventanas del lugar. Fue puesta en custodia y tras una evaluación psicológica, las autoridades recomendaron internarla en un hospital psiquiátrico, sin embargo, su padre se opuso y no dio autorización.
Esa misma navidad su padre le regaló un rifle semiautomático calibre 22 con 500 municiones, a pesar que ella solo había pedido una radio.
Sus justificaciones
Tras ser detenida, Brenda se declaró culpable de homicidio en primer grado y ataque con arma de fuego, por lo que no fue necesario que se le pusiera ante un jurado.
Se le sentenció a cadena perpetua, aunque con posibilidad de apelar después de 15 años.
14 años después del ataque, Brenda aseguró en una entrevista con el diario The San Diego Chronicle, que esa mañana actuó bajo los efectos de diferentes drogas que le generaron alucinaciones, sin embargo, exámenes toxicológicos realizados esa mañana demostraron que ese día no había consumido nada.
También aseguró que su padre había abusado física y sexualmente de ella durante años, pero el hombre negó todos los cargos en su contra.
En tanto, en 2005, cuando pudo apelar a la sentencia aseguró que no tenía recordaba nada de lo ocurrido, pero que quería transformarse en un miembro útil para la sociedad.
Aunque no le dieron la libertad condicional, sí le ofrecieron la oportunidad de volver a pedirla este 2019.
La respuesta de Brenda “no me gustan los lunes”, inspiró la canción del mismo nombre de Bob Geldof; y su ataque es considerado el primero en este nivel, siendo considerado el precursor de otros tiroteos como el de Columbine.
“Con cada tiroteo me siento parcialmente responsable. ¿Y si ellos obtuvieron la idea de lo que yo hice?”, reconoció en 2001.
Hasta hoy permanece internada en una prisión en Chino, California, donde destaca por su buen comportamiento.