El líder de la Alemania Nazi, Adolf Hitler, fue nombrado Canciller de Alemania en 1933, comenzando el ascenso a la cúspide de su carrera política que terminaría con su proclamación como Führer un año más tarde.
Sin embargo, todo este éxito personal en la política podría haberse ido a la basura debido a una obsesión que el hombre tuvo por cerca de 10 años con una sobrina política. Su nombre era Geli Raubal.
Geli era hija de la hermanastra de Hitler, llamada Angela. La joven conoció a su tío en 1925, cuando tenía apenas 17 años y había dejado por primera vez Linz (Austria) para viajar Alemania.
Según detalla el diario ABC, desde un comienzo el líder alemán sintió gran atracción por la muchacha, a la que prontamente denominaría como su protegida y acompañante en todas sus labores dentro de la política.
Debido a esta obsesión que manifestó el futuro Canciller, nombró a su hermana Angela como encargada de su casa de descanso en la ciudad de Berchtesgaden, la cual está cerca de Los Alpes.
No obstante, la muchacha se mudó a un departamento que tenía Hitler en el centro de Munich. Un año más tarde empezó a estudiar Medicina en la Universidad de Ludwig-Maximilians.
De acuerdo al citado medio, los diarios de la época describían a Geli como un joven rubia, hermosa, de una imponente altura (1 metro con 80 centímetros) y muy sociable. Todas estas cualidades hicieron que los jóvenes de la época se fijaran en ella y comenzaran a proponerle citas y visitas a su casa.
Sin embargo, todo este roce social que tuvo la muchacha enfureció a Hitler en su momento, quien no dudó en exigirle a su sobrina que diera prioridad a sus estudios por sobre las fiestas.
En un primer momento, Raubal se tomó estas advertencias de buena forma, haciendo caso de los mandatos que le daba su tío, aunque esto sería el principio de su calvario.
Ya más adelante, el líder alemán comenzaría a exigir a la joven que lo acompañara a sus intervenciones y actos junto al Partido Nacionalsocialista.
“Me pidió que hiciera cosas simplemente repugnantes”
Lo cierto es que aquellas advertencias de Hitler a su sobrina fueron el inicio de una especie de relación de dominación del hombre, quien cada vez se mostraba más iracundo cuando debía hacerse cargo de ella.
De acuerdo a la revista Vanity Fair, los diarios de la época ya especulaban sobre un romance entre los dos, situación que constantemente era negada por los Nazis.
No obstante, medios como el Munich Post insistían en que el político gustaba de llevar a Geli a los actos del partido como una forma de agrandar su ego y demostrar superioridad sobre el resto, mostrando a la joven como una especie de trofeo.
Si bien no existen pruebas concretas sobre algún tipo de abuso de Hitler sobre Raubal, en los últimos años han salido a la luz conversaciones que tuvo ella con un aliado de su tío, Otto Strasser, a quien confesó que era objeto de abusos sexuales.
“Me pidió que hiciera cosas simplemente repugnantes”, le habría dicho Geli a Strasser durante una concentración Nazi. El hombre confesó estos detalles años más tarde, aunque nunca se pudieron comprobar del todo.
El quiebre definitivo entre tío y sobrina se produjo cuando el líder alemán descubrió que la muchacha tenía un romance con su chofer personal Emil Maurice.
Una vez que Hitler descubrió esto ordenó expulsar a Maurice del servicio y le impuso a la joven seguridad personal en todo momento. Según su juicio, él no quería que su pariente cayera en las manos de “cualquier desaprensivo”.
Sin embargo, esta acción hizo que Geli entrara en una especie de crisis de pánico y enfrentara por primera vez a su tío, exigiéndole que la dejara marcharse a Viena.
La respuesta de Hitler fue negativa y, peor aún, le ordenó a su sobrina quedarse días enteros encerrada en el departamento de Munich, siendo vigilada a toda hora por uno de sus guardaespaldas.
En septiembre de 1931, Hitler viajó a Núremberg a una nueva actividad política, dejando a Geli en Munich. El regreso de aquel viaje marcó uno de los peores momentos de su carrera, ya que le habían notificado que la joven había aparecido muerta en el departamento, tendida en el piso y con un impacto de bala en el corazón.
En ese entonces, Raubal tenía apenas 23 años. El hecho hizo que Hitler se mostrara aún más contrariado respecto a su carrera política.
Una muerte que casi acaba con la carrera de Hitler
Medios de oposición de la época indicaron que el hecho se debió a uno de los tantos comportamientos dominantes y celópatas de Hitler, indicando que Geli fue una de sus tantas víctimas.
Según detalla The New York Times, Hitler confesó su amor por Raubal a su fotógrafo personal Heinrich Hoffman, quien reveló el diálogo a los jueces aliados años más tarde.
“Es verdad, amo a Geli y quizá podría casarme con ella; pero como bien sabe usted, estoy dispuesto a permanecer soltero. Por tanto, me reservo el derecho a vigilar sus relaciones masculinas hasta que descubra al hombre que le convenga”, habría dicho el político en ese entonces.
Lo cierto es que el partido Nazi hizo esfuerzos supremos para esconder de la opinión pública la muerte de Geli y así evitar el escándalo que esto podría haber ocasionado a la imagen de Hitler.
De esta forma, la muerte de la joven fue silenciada hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando los aliados comenzaron a indagar sobre la vida oculta del canciller alemán.
En ese entonces también surgieron voces que indicaron que Geli se aprovechó de su parentesco con el líder para tener mayores oportunidades en la alta sociedad.
Ernst Hanfstaengl, periodista de la época que estuvo estrechamente ligado con el ascenso político de Hitler, indicó en tiempos de postguerra que a Geli le convenía la relación con su tío, ya que económicamente dependía de él.
No obstante, el comunicador se mostró cauto al opinar sobre los supuestos que habrían existido en aquella relación, indicando que son materias que nunca se conocerán del todo.
“Tanto si pensó que una joven que ya había perdido la virginidad podía ser sometida fácilmente a sus peculiares gustos, como si en realidad fue la única mujer en su vida que le curó en parte su impotencia haciendo de él un hombre, son cosas que no llegaremos a saber con seguridad”, concluyó.
Cabe señalar que la única mujer que tuvo un compromiso serio con Hitler fue Eva Braun, con quien se casó en 1945, horas antes de su muerte en Berlín.