La historia de Lale Sokolov y Gita Fuhrmannova se puede resumir como amor en tiempos de guerra, ya que su relación nació en un campo de concentración en medio de la Segunda Guerra Mundial. Él era el encargado de timbrar los números de serie en el cuerpo de los prisioneros, mientras que ella había sido enviada a Auschwitz.
El romance fue publicado en enero de este año por la autora Heather Morris lleva por nombre “The Tattooist of Auschwitz”. Allí se narran los detalles de la relación que ambos tuvieron dentro del campo, la que se consolidó en matrimonio en 1945.
Lale, seudódimo de Ludwig, se ofreció para llegar al campo de concentración en el año 1942, era de ascendencia judía, su apellido era Eisenberg y había nacido en Eslovaquia.
Al momento de llegar a Polonia su objetivo era rescatar a su familia, padres y hermanos, de Auschwitz, pero ellos habían muerto semanas antes de su arribo. Él no supo esto hasta que el ejército rojo liberó a los prisioneros en 1945.
Según las investigaciones de Morris, que fueron replicadas en un artículo de BBC, los nazis aprovecharon una cualidad especial de Lale para darle un trabajo dentro del campo. El hombre dominaba a la perfección los idiomas eslovaco, francés, alemán, ruso, húngaro y polaco; por lo que fue designado como tatuador.
Dos meses después que Lale ingresó al lugar enfermó de fiebre tifoidea. Afortunadamente fue cuidado por un judío francés llamado Pepan, quien hasta ese entonces se había desempeñado como tatuador del lugar.
Pepan había sido el hombre que le había marcado el número 32407 en el momento de su ingreso. Luego le enseñó el oficio y se convirtió en su mejor amigo, hasta que un día él desapareció y nunca más se volvieron a ver.
Designado como el nuevo numerador, Lale tenía enfrente una posición ventajosa, ya que podía conocer a todas las personas que entraban al lugar. A esto se sumaba que, frecuentemente, obtenía raciones de comida más abundantes que el resto de los reclusos que trabajaban en la zona.
El hombre asumió más riesgos y se dedicó también a robar comida extra y medicamentos a las unidades SS en el campo de concentración. Su objetivo era asegurar la sobrevivencia de la mayor cantidad de personas, en la medida de lo posible.
Sin embargo, sus acciones fueron descubiertas por los alemanes dos meses más tarde, por lo que fue llevado a la Unidad Penal de Auschwitz. Allí fue sometido a palizas e interrogatorios por seis semanas, pero luego volvió a su oficio.
En julio del 42 llegó hasta el lugar un grupo de prisioneras que venía desde el campo de concentración de Birkenau (cercano a Auschwitz). En ese ingreso llegó hasta el lugar una mujer de 18 años vestida con harapos, llamada Gita Fuhrmannova, de quien se enamoró con sólo verla.
Sokolov relató a Morris que esa mujer tenía los ojos llenos de terror, al momento de llegar allí. Él simplemente atinó a marcar en su brazo el número 34902. “Fue en ese instante que tatué el número en mi corazón”, dijo el hombre.
La historia de amor y peligro
En un reportaje realizado por The New York Times, Morris cuenta que Lale Sokolov obtuvo una posición de privilegio dentro del campo, ya que sabía que por sus capacidades y conocimiento de idiomas los alemanes no iban a matarlo de forma rápida y lo aprovecharían al máximo.
Sin embargo, el hombre siempre confesó que odió su trabajo, ya que entendía que tatuar el número a una persona era también una forma de denigrarla, ya que la hacía perder su nombre y raíces.
Lale entabló un lazo de amistad con su cuidador alemán en Auschwitz, un soldado no identificado de las SS. Esto le permitió comenzar a enviar cartas a Fuhrmannova durante las tardes y noches. Su sorpresa fue grande cuando recibió la primera respuesta de ella, quien le confesó que también se sintió atraída por él al momento de conocerse.
El tatuador ideó un plan para asegurar la supervivencia de la mujer en el lugar. Su primera idea fue guardarle raciones extras de comida y evitar que sufriera de desnutrición. El encargado de entregarselas era su supervisor alemán.
Lale también consiguió que los alemanes trasladaran a Gita a trabajar a un lugar más seguro dentro del campo. Allí ella tuvo que cultivar la tierra y hacer labores asociadas a la agricultura. Se había salvado de los trabajos que requerían más fuerza física.
Posteriormente se comenzaron a ver durante las noches. Sokolov estaba seguro que podría sobrevivir al campo de concetración y frecuentemente le pedía a la joven que se casaran en el momento que salieran de allí, pero ella no pensaba lo mismo.
La perspectiva de Fuhrmannova era mucho más pesimista, en el fondo sabía que era una prisionera mucho más prescindible para el régimen, por lo que en cualquier momento podría ser llevada hasta las cámaras de gas. Ella prefería no hacerse mayores ilusiones.
“Gita tenía dudas. No veía un futuro. Él sabía, en lo profundo, que iba a sobrevivir”, declaró Morris al citado medio estadounidense.
En el diario El Mundo, que realizó una recopilación de datos del libro, se señala que todas la mujeres del campo fueron confinadas hasta las cámaras de gas a fines de 1944, en ese grupo iba Gita. La acción fue determinada por los nazis debido a que preveían que los rusos llegarían hasta el lugar.
Lale vio a su amada en la denominada “marcha de la muerte”, pero no pudo hacer mucho para rescatarla. Finalmente, el 27 de enero de 1945 previo a la llegada del ejército rojo a liberar el campo, el tatuador fue puesto en un vagón de animales para ser llevado a otros campos, pero logró escapar cuando iba camino al lugar.
Luego de ver todo el horror que ocurrió en Auschwitz, el hombre decidió volver a su hogar en la ciudad eslovaca de Krompachy. Allí se reencontró con su hermana y familiares que habían sobrevivido.
Sin embargo, no quedó conforme con la idea de que Gita hubiera muerto en las cámaras de gas, por lo que decidió emprender rumbo hacia la ciudad de Bratislava en carreta. Su objetivo era reencontrarse con la mujer que había intentado salvar.
Morris cuenta que el extatuador estuvo dos semanas detenido en la estación de trenes de la mencionada ciudad, a la espera que llegara Fuhrmannova, pero no hubo resultados positivos.
Al ver su desesperación, un funcionario del lugar le dijo que podría tener mejor suerte en la oficina de la Cruz Roja, donde al menos le podrían dar direcciones de personas.
Lale se dirigió en su carreta hasta ese lugar y, de repente, vio un grupo de jóvenes que se dirigía hacia un parque, allí estaba Gita, la misma que había salvado del holocausto.
Cuando la vio, el hombre se bajó de su medio de transporte, se arrodilló ante ella y le pidió matrimonio de inmediato. Ella aceptó sin pensarlo mucho. La boda se celebró semanas después del reencuentro. Al evento asistió la hermana de Sokolov, quien había sido la única sobreviviente de su familia directa.
Los años después de la guerra
Ambos se radicaron en Bratislava, que por esos años estaba bajo el dominio soviético. En 1946 Lale inició un negocio de importación de telas, el cual le trajo rápidos dividendos y le permitió llevar una buena calidad de vida.
Años después buscó un socio para hacer crecer el negocio y expandirse a otras ciudades. Junto a esto, y en complicidad con su esposa, ambos decidieron enviar fondos y recaudar dinero para la futura creación del estado de Israel.
Pero el matrimonio del socio fracasó y hubo un divorcio. Años más tarde, la exesposa del hombre denunció a Sokolov y él fue condenado por la justicia por los delitos de evasión de impuestos. Su casa y cuentas bancarias fueron embargadas por el estado y su esposa quedó sumida en la pobreza.
Sin embargo, la mujer logró juntar un poco de dinero y pudo sobornar a un juez para que le diera un permiso de libertad de una semana a su esposo. En ese tiempo ellos huyeron hacia Austria. Al ver que la policía los seguía se trasladaron a Francia.
Finalmente, los dos salieron de Europa en el año 1949 y llegaron hasta la ciudad de Sydney, Australia, y fijaron su residencia definitiva en Melbourne. Tuvueron un hijo en el año 1961.
La autora relató en su libro que Lale Sokolov nunca volvió a su natal Eslovaquia, mientras que su esposa regresó sólo en dos ocasiones, para visitar a sus hermanas.
Gita Fuhrmannova murió en el año 2003, desde ese momento Lale buscó a un escritor que llevara su historia a convertirse en libro, hasta que dio con Heather Morris, a quien contó todos los secretos hasta su muerte en 2006.
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