Han pasado casi 50 años desde que la película El Exorcista llegó a la gran pantalla. A pesar de su antigüedad y las limitaciones de la época es considerada una de las mejores películas del género terror en la historia tras recaudar unos 470 millones de dólares en taquilla.
Pero lo que pocos saben es que la película lanzada en 1973, estuvo inspirada en un caso real que tuvo lugar en Maryland, Estados Unidos. Según el diario británico Daily Mail todo comenzó en 1949, cuando un joven de 13 años conocido como Roland Doe (seudónimo utilizado para proteger su identidad) escuchó algunos ruidos en el sótano de la casa. Sin embargo, la familia pensó que el sonido podía ser producido por roedores.
Mientras buscaban de donde provenía, el niño dijo que una imagen de Jesús en la cruz -que estaba colgada en el cuarto de la abuela- se empezó a mover, como si estuvieran golpeando la pared desde el otro costado.
Once días después del extraño suceso falleció Harriet, una tía muy querida por Roland, con la que el niño jugaba muy seguido a la Ouija.
Según el diario británico The Mirror a partir de ese momento la familia empezó a vivir supuestos hechos inexplicables: la cama del niño se movía sola violentamente a la medianoche, se escuchaban fuertes golpes desde el sótano, habían objetos suspendidos en el aire y un olor a excremento se sentía por toda la casa.
Según Daily Mail sus padres hicieron que Roland fuese evaluado en el Hospital de la Universidad de Georgetown, pero los médicos le dieron el alta pocos días después, con un certificado de buena salud.
No obstante, la situación no mejoraba y en la escuela sus compañeros de clase declararon que el escritorio del niño empezó a moverse hacia el pasillo, chocando contra otros objetos.
La familia de Roland se vio obligada a retirarlo de la institución. Un compañero, cuyo nombre permaneció oculto, declaró que “el escritorio temblaba y vibraba extremadamente rápido y recuerdo que la maestra le gritó que se detuviera y que él respondió ‘¡No lo estoy haciendo!"”.
La intervención de la Iglesia
La familia invitó a un pastor luterano llamado Lether Miles Schulze a pasar una noche en la casa. La experiencia fue tan aterradora que, a pesar de no creer en posesiones, sugirió de inmediato la intervención de un exorcista en el caso, consignó ABC.
Según Mirror, un sacerdote católico local fue enviado a la vivienda y Roland le gritó en latín “oh, sacerdos Christi tu scis me essediabolum” lo que significa “oh, sacerdote de Cristo, tú sabes que yo soy el Diablo”. La mayoría de quienes siguen el caso expresan que era el mismo diablo hablando, ya que el niño no sabía latín. Sin embargo, existe la posibilidad de que haya aprendido un poco en la escuela.
La Iglesia Católica suele regirse por una serie de procesos para estudiar una posible intervención, la mayoría de todos los casos son calificados como problemas médicos. Pero lo llamativo del caso de Roland Doe, es que la propia institución dictaminó que el niño estaba poseído y autorizó un exorcismo.
Con el permiso emitido desde Washington D.C se llevó a cabo el primer exorcismo dirigido por el padre Albert Hughes, sacerdote católico de Saint James Parish. Aparentemente el niño lo atacó con uno de los resortes de su cama, provocándole un importante daño en el brazo en medio del ritual. Algunos de los investigadores del caso dudan de la veracidad del evento, ya que no se ha hecho pública ninguna evidencia real.
La familia se mudaría a St Louis. Mirror señala que a los cortes y múltiples heridas autoinfligidas que sufrió el niño al estar ‘poseído’, se le sumaría la palabra ‘LOUIS’.
Esta palabra apareció extrañamente escrita en su pecho, a pesar de que siempre fue vigilando y nadie lo vio hacerlo, según su madre. No era la primera vez que esto ocurría, ABC indica que después del primer exorcismo, aparecieron las palabras ‘infierno’ y ‘vete’ en el cuerpo de Roland.
El niño fue trasladado al Alexian Brothers, un hospital psiquiátrico católico, donde fue intervenido por los sacerdotes Raymond Bishop y William Bowdern. Los detalles del exorcismo permanecieron en secreto, hasta que el escritor de National Geographic, Thomas Allen, encontró al Padre Halloran, quien había ayudado en el exorcismo y fue el único dispuesto a hablar.
Se supo que los exorcismos se extendieron durante tres meses, siempre con Bishop y Bowdern encargados de la ceremonia y con Walter Halloran sosteniendo al niño, quien en todas las ocasiones se resistió maldiciendo a los sacerdotes, gritando y hasta vomitándolos.
La sesión final se llevó a cabo cuando Roland fue sujetado por cinco personas y el padre Bowdern le dijo al supuesto espíritu: “¡Satanás! ¡soy San Miguel! ¡te ordeno que dejes este cuerpo ahora!”. El cuerpo de Roland se habría relajado, según Halloran, y el niño sonrió y exclamó con voz tranquila “se ha ido”. También dicen que la palabra ‘salida’ se pudo observar escrita en su cuerpo.
Este hecho fue portada en el reconocido diario el Washington Post. El caso llamó la atención de William Batty, quien escribió la novela ‘El Exorcista’. Dos años más tarde saldría la película de terror que todos conocemos. Respecto a Roland Doe, según el diario Washington Post, el mismo padre Bishop confirmó que logró superar lo ocurrido y tener una vida normal.