En 1974 Estados Unidos quedó impactado por el asesinato de una familia completa en un pequeño pueblo llamado Amityville, ubicado en Long Island. Todo comenzó cuando uno de los hijos del matrimonio Defeo, Ronald, disparó a sus padres y cuatro hermanos, mientras estos dormían al interior de su casa en el 112 de Ocean Avenue.
Ronald tenía 23 años y la noche anterior al homicidio drogó a sus víctimas para poder ejecutar su plan, que consistía en fusilarlos uno a uno en sus respectivas habitaciones. El hombre disparó a todos por la espalda, a excepción de la madre, quien fue descubierta con una bala en la cabeza. Las víctimas fueron encontradas boca abajo con los brazos cruzados.
Tras el asesinato, Ronnie, como le decían sus amigos, escondió la escopeta con la que disparó y corrió hacía un bar del pueblo, donde señaló que alguien había asesinado a su familia. La policía llegó al lugar y encontró la macabra escena.
Debido a la débil coartada del joven, las autoridades pronto descubrieron que el autor de los crímenes había sido el mismo Ronnie, cuyo abogado intentó declararlo enfermo mental, pues aseguraba que había escuchado voces que le ordenaron matar a su familia, algo que los jueces no creyeron y lo condenaron por asesinato premeditado, sentenciándolo a veinticinco años de cárcel por cada una de sus víctimas.
Poco más de un año después de la tragedia, una nueva familia compró la casa y se mudaron a ella. El lugar era de ensueño y su valor muy asequible. Edificada sobre un amplio terreno, la casa contaba con tres pisos, cinco habitaciones y un amplio sótano. Pero como los nuevos dueños conocían lo que había ocurrido allí, decidieron tomar sus precauciones.
Cuando George y Kathy Lutz llegaron al lugar junto a sus tres hijos, llevaron a un sacerdote a bendecir la propiedad, pero según cuenta la leyenda, apenas el hombre pisó el lugar una voz proveniente del inmueble les gritó: Fuera de aquí. Esa sería la primera de muchas muestras de actividades paranormales que se vivieron en dicho lugar.
Ruidos, olores y manchas desconocidas aparecían por toda la casa, siendo el más afectado el padre de familia. George no podía dejar de sentir un gran frío que lo hacia pasar horas frente a la chimenea, además poco a poco comenzó a despreocuparse de su aspecto personal y se volvió malhumorado y extraño.
En tanto, la hija menor de Kathy y George, Melissa, comenzó a tener una amiga imaginaria llamada Jodie, igual que una de las víctimas de Ronnie. La presencia de esta figura que se fue haciendo cada vez más fuerte en la casa, hasta que incluso otros pudieron verla.
La familia vivía con un gran miedo, así lo relató años después Danny Lutz, uno de los hijos de la pareja, quien en ese momento tenía sólo nueve años.
“Yo no sabía nada de lo que pasó allí hasta el día en que entré en la casa. Mamá nos dijo: ‘Hay algo que quiero que sepas. Había una familia que fue asesinada aquí’. Ella nos preguntó si nos molestaría. Pero cuando uno tiene esa edad apenas sabe lo que es un asesinato”, reveló el hombre en un documental sobre lo ocurrido.
“Yo creo que el mal puede manifestarse de cualquier manera o forma que elija y yo estoy seguro de que era una víctima de eso. Mi madre solía decir que las cosas buenas le pasan a la gente buena y que las cosas malas le pasan a la gente mala. Pero a veces las cosas malas también le pasan a la gente buena”, agregó.
Con el paso de los días, no sólo los olores, ruidos y las manchas comenzaron a preocuparlos, en una ocasión encontraron más de 500 moscas en una habitación y en otro momento, según reveló Danny, vio una criatura de aspecto maligno en la ventana del dormitorio de su hermana menor Melissa.
Las cosas se salieron de control cuando Danny y su hermano levitaron de la cama. “Los dos nos despertamos y nuestras cabeceras y pies estaban aplastándonos y golpeándonos uno al otro en el techo. Después de eso mamá me dijo: ‘Ve a preparar tu maleta. Nos vamos a casa de la abuela, vamos a salir de aquí’. Yo no sabía que nunca regresaría a la casa de Amityville”, recordó.
Y así fue, tras los múltiples ataques, la familia abandonó todo y se fueron del lugar sin nada. Los medios de comunicación por supuesto se enteraron de lo ocurrido y decidieron cubrir la noticia, lo que hizo que el pueblo dudara de las palabras de la familia, ya que aseguraban que sólo buscaban dinero.
Mientras el pueblo no les creía, Ed y Lorraine Warren, un matrimonio expertos en temas paranormales, fueron llamados para investigar lo que estaba ocurriendo allí.
Decisión que posteriormente lamentarían. La misma Lorraine, aseguró que este caso fue el peor que se enfrentó en su vida.
“El caso en sí ha afectado nuestras vidas personales más que cualquier otro caso en el que hayamos trabajado en cincuenta y cuatro años de investigación. Hemos estado involucrados en peligrosos casos diabólicos, hemos estado involucrados con levitaciones y sangre procedente de los ojos de alguien. Todo tipo de cosas malas. Pero ese caso nos siguió en nuestra casa”, señaló en una entrevista. “Nos atacaron la primera vez que entramos a la casa, y eso es muy inusual”, agregó.
Durante el tiempo que duró la investigación la pareja no sólo fue agredida físicamente -Ed fue lanzado al piso varias veces mientras rezaba o realizaba provocaciones religiosas- sino que también espiritualmente, ya que aseguraba haber sentido una presencia demoníaca y haber visto los cuerpo de la familia Defeo.
Como si esto fuera poco, el equipo de la pareja logró captar la imagen de lo que parece ser un niño fantasma en el segundo piso de la casa, donde se supone que no había nadie más.
La leyenda
Aunque el horror de Amityville se convirtió en una leyenda en sí, había una que le precedía y que podría explicar todos los extraños hechos que vivieron estas familias.
Según se decía en el pueblo, la tierra donde estaba construida la casa pertenecía a un hombre llamado John Ketchum, un practicante de magia negra que tenía una cabaña donde se edificó la casa. El hombre también pidió que sus restos fueran enterrados en aquella tierra.
Otra leyenda aseguraba que los indios Shinicock también en algún momento vivieron estas tierras, las que fueron utilizadas para albergar a los enfermos y los locos, los que fueron dejados morir.
Los Warrens creían que el sufrimiento que había ocurrido en el lugar había dejado la propiedad con una energía muy negativa y una oscura historia, lo que es un imán para los espíritus demoníacos y lo sobrenatural.
Gracias a los investigadores, los Lutz pudieron recuperar parte de sus cosas y la escritura de la propiedad, lo cual permitió la casa pudo ser vendida nuevamente. En 2010 se vendió por 950 mil dólares, y hoy está otra vez en el mercado. Sin embargo, no ha habido más informes de actividad de los residentes recientes.