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John Aristóteles Phillips era un estudiante de Física de la Universidad de Princeton, cuando ideó un método para construir una bomba atómica del tamaño de una pelota de voleibol. Sin embargo, la propuesta causó alarma nacional por su viabilidad y accesibilidad para terroristas. Incluso, el FBI llegó a confiscar el trabajo académico ante el potencial riesgo a la seguridad nacional.
Lo que parecía el último trabajo del semestre, pronto se convirtió en un asunto de seguridad nacional, para John Aristóteles Phillips, cuando era un estudiante que cursaba el tercer año de Física en la Universidad de Princeton.
Este joven, que en 1976 se definía como un estudiante “promedio” y que era la mascota oficial que animaba los partidos de fútbol americano, ideó un método eficaz y controvertido, para elaborar una bomba atómica del tamaño de una pelota de voleibol.
Según el informe que preparó para el ramo, podía construir un dispositivo que podría igualar la potencia destructora de 16 kilotones –1.600 toneladas de dinamita- de la bomba Little Boy, lanzada en Hiroshima.
Para hacerlo, el universitario expuso que necesitaba 7 kilos de plutonio y que para armarla, no era importante usar documentos clasificados, puesto que utilizó la información libre que estaba disponible en las bibliotecas.
Sin bien nunca armó la bomba, el trabajo presentado en la universidad, causó polémica por la facilidad en que podía transformarse en una amenaza real, lo que incluyó que agentes especiales del FBI requisaran el trabajo académico.
El universitario que creó los planos de una bomba atómica artesanal
Phillips, no era un alumno especialmente dedicado a los estudios. Con una ajetreada vida social, a los 21 años, ayudó a dirigir una pizzería ubicada en el campus. Incluso en una oportunidad, bailó en un musical de drag queen en la universidad.
El joven vivió en el condado de North Haven, un pueblo ubicado en el estado de Connecticut. Mientras su padre, Aristóteles Phillips, que era ingeniero de la Universidad de Yale, fue invitado por el mismo gobierno norteamericano a trabajar en el país, después que logró descifrar un secreto de la ingeniería nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En este sentido, John Phillips, que era un estudiante atípico, de repente, podía ver soluciones que otros no podían ver. Así lo comentó su madre, Bessie, a la revista Rolling Stone. “Realmente no le interesaba ser el número uno”, dijo su madre, “a menos que pensara que valía la pena”, consignó.

Así las cosas, la motivación necesaria le llegó de imprevisto, luego de que se propuso elaborar un complejo trabajo de Física: elaborar una bomba atómica.
“Quería que fuera simple, económico y fácil de construir”, expresó Phillips, en conversación con la revista People, al recordar que pensó al momento de diseñar este inédito proyecto.
De acuerdo a la información de la prensa estadounidense, por su trabajo que tuvo una nota “extraordinaria”, por este motivo, los profesores mantuvieron el ensayo resguardado en una bóveda, ya que de caer en malas manos, la bomba casera podría ser muy atractivo para los grupos terroristas y las naciones interesadas en adquirir armamento atómico.
El trabajo universitario que provocó una alarma mundial
El trabajo que se titulaba “Fundamentos del diseño de bombas atómicas”, llamó la atención del gobierno, que miró con incredulidad como un joven podía llevar a cabo un plan que en teoría era irrealizable.
En esta misma línea, el propio Phillips, anunció que su principal motivación era demostrar que “cualquier estudiante universitario con formación en física puede hacerlo y, por lo tanto, que es razonable suponer que los terroristas también podrían hacerlo”, argumentó en una entrevista concedida al diario The New York Times.
En pocas palabras, el alumno también catalogó que la inversión de la bomba podía costar unos 152.000 dólares. Un precio que no era particularmente alto, debido a los costos asociados a la producción de esta arma. Es más, la dificultad que pesaba en la iniciativa, era conseguir el plutonio, un material altamente radiactivo, por lo que el estudiante proponía “robarlo”, afirmó a la revista People.
Por otra parte, el FBI y la CIA rápidamente se hicieron eco de la noticia, para resguardar el secreto militar que estaba siendo exhibido por Phillips.
Tanto la página número 20 del informe, donde describe paso a paso el método de ensamblaje y una maqueta de la bomba, fueron confiscados por el FBI.

Según reportó The Washington Post, incluso algunos gobiernos extranjeros llamaron a John para obtener detalles del plan. En la conversación con el diario de la capital de Estados Unidos, el alumno afirmó que llegó a hablar con ciudadanos franceses y pakistaníes, quienes estaban interesados en sus planos. “Todos dijeron que me convendría”, sostuvo al periódico.
En relación con las conversaciones telefónicas, Philips, expresó que fue cauteloso en no ventilar información sensible. También para evitar que la intrusión fuera mayor, optó para comunicarse con los agentes de seguridad estadounidenses para revisar lo que sucedía.
De acuerdo a la opinión de especialistas en la materia, como el físico nuclear Frank Chilton, el proyecto era altamente “viable” para su potencial desarrollo.
Qué hizo después John Aristóteles Phillips
Después de graduarse en ingeniería aeroespacial, John Phillips, intentó una carrera política sin lograr el éxito, debido a que era considerado “muy de izquierda”, por su postura antibelicista. Asimismo a los 24 años, se postuló al Congreso de Estados Unidos, perdiendo en los comicios. Desde entonces, se ha dedicado a las asesorías políticas con gran éxito, fundando su propia firma “Aristotle” (Aristóteles en español) junto a su hermano Dean, que se encarga de proveer servicios de machine learning para rentabilizar las campañas políticas.
Es por ello, que a los 30 años, dejó de participar en programas de entrevistas. Por otro lado, la cobertura de los medios, le significó lidiar con varios problemas que le impidieron tener una vida normal.
Así lo detalló en la entrevista concedida a The Washington Post. Según contó a la publicación, en la versión japonesa de Playboy, cambiaron su foto para que pareciera japonés. “En la prensa sueca, me aclararon el pelo. Antes tenía un bigotito fino, y en un artículo de un periódico italiano, me lo oscurecieron para que pareciera un gigoló. Los encargados de los pasaportes se volvían locos intentando identificarme en todas esas fotos. Ahora me da pavor abrir los periódicos”, comentó.

Dijo en aquella entrevista, que aprendió lo importante que era tener amigos de confianza. “Los conocidos siempre intentan robarte un pedacito”, cuestionó al The Washington Post.
Phillips también sostuvo que disfrutó su minuto de fama: “ahora me doy cuenta de lo inútil que es ser famoso. Sé que hay gente que seguramente dirá: ‘Bueno, ya lo lograste, ¿por qué no deberías sentirte así?’, pero si no, podría haber pasado toda mi vida buscando precisamente eso. Ahora, sinceramente, quiero contribuir a la humanidad”.
A pesar de que pasaron varios años, John Aristóteles Phillips, es conocido como “El niño de la bomba atómica”, debido a que logró plasmar en papel lo que hizo Robert Oppenheimer, el hombre conocido como “El padre de la bomba atómica”.