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Si alguien le hubiera dicho a Patricia Abarca hace cinco años que terminaría siendo una gamer y streamer tan querida dentro de su comunidad, nunca se lo hubiera creído.

Pero aquí está, con 61 años, transmitiendo desde Puente Alto en Twitch y liderando una comunidad de jugadores que encontraron en ella mucho más que una simple compañera de partidas.

Ahora, bajo el nombre de “Kukugamer”, kuku porque significa abuela en Mapudungun, conversó con BioBioChile sobre su vida en el internet.

Todo comenzó en 2019, cuando descubrió la forma de jugar online. Antes del cambio dice haber tenido una vida típica, “la vida de una mujer con el nido vacío, era levantarse y sentarse en el sillón a ver teleseries”.

Pero el destino tenía otros planes. En plena pandemia, enfrentando un diagnóstico médico complicado, su hija le prestó una Nintendo Switch.

Y así, entre la incertidumbre de esos días y la necesidad de distracción, Patricia conoció Fortnite y “empecé a dialogar con otros jugadores online y nunca más me sentí sola”.

Decidió invertir en un equipo de streaming con su dinero del primer retiro de la AFP y, tras meses de aprendizaje autodidacta, el 7 de enero de 2024, con 60 años, encendió la cámara y se convirtió oficialmente en streamer.

Desde ese momento, el gaming dejó de ser un simple pasatiempo. Conoció Apex Legends y se sumó a un clan, “yo siempre era la más adulta, sin embargo, me eligieron como administradora siendo la más manca”, comenta entre risas.

“Kukugamer”: la streamer de 61 años

Pero lo mejor estaba por venir. Para agradecer a su comunidad, organizó un torneo y lo transmitió en Twitch sin cámara.

Aquella primera transmisión despertó algo en ella: “El poder de conectar con personas más allá del juego”. Ahora transmite, edita, juega y sube sus gameplays a redes sociales.

Más allá de las partidas, Patricia encontró un propósito en este mundo digital. Descubrió la gran cantidad de niños que jugaban solos, sin supervisión, expuestos a cualquier tipo de interacción.

Consciente de esa realidad, creó un espacio seguro en su comunidad, donde no permitía bullying ni discriminación. “Mi comunidad, los de siempre, son pares entre ellos y el juego no es competición, es compañía y pasarlo bonito“.

Fue testigo de historias conmovedoras de niños y adolescentes con problemas de autoestima y depresión que encontraron en ella una figura de confianza.

Hoy, su comunidad gamer sigue creciendo, tiene 550 seguidores en Twitch y más de 4.400 en Instagram. Pero mantiene una regla clara: no aceptar menores de edad para proteger su espacio en Twitch.

Aun así, sigue interactuando con ellos en sus transmisiones, brindándoles compañía y consejos cuando lo necesitan.

Patricia no solo juega: escucha, acompaña y, sobre todo, demuestra que la edad no es un límite para seguir explorando nuevas pasiones.