A más de 7.000 kilómetros de Chile, en la zona sur de México, también se zapatea y se revolean los pañuelos. Y es que no sólo acá se han adoptado bailes típicos de este país, como la danza ranchera, sino que viceversa también, con el género folclórico denominado ‘La Chilena’, cuyas raíces se encuentran en la cueca.
Pero, ¿cómo llegó nuestro baile nacional a Norteamérica? Los historiadores y académicos de la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae, Joaquín Fernández y Sebastián Hernández, conversaron con BioBioChile y detallaron las teorías que se barajan sobre la expansión de la cueca hasta casi el otro extremo del continente.
La cueca chilena en México
Ya sea en foros de danza típica nacional, festivales folclóricos y actividades locales, la cueca se hace presente en México bajo el nombre de la ‘chilena’. Una antigua tradición musical que une a ambos países, pero que a través de los años, ha experimentado múltiples transformaciones al integrar influencias afrodescendientes y compases diversos, de acuerdo a Hernández. Aún así, a la acción de cantar estas canciones se le sigue diciendo “chilenear”.
Pese a que el ritmo de las canciones no es para nada parecido a como se conoce la cueca en Chile y se asemeja más a ritmos que se pueden oír en la Fiesta de la Tirana, los pasos de baile, el timming, el revoleo del pañuelo y el zapateo es idéntico a nuestra danza nacional. “Aún con sus variaciones, el género ha mantenido el nombre de ‘chilena’ y sigue siendo una expresión cultural de la zona sur-Pacífico de México”, enfatiza el historiador.
Diversos antropólogos mexicanos plantean que esta forma de bailar cueca nació en Perú, con aportes de su propia cultura indígena, y que, primeramente, recibió el nombre de ‘marinera’, expandiéndose hacia Argentina, Bolivia y, por supuesto, Chile, que fue el encargado de llevarla casi al otro extremo del continente.
“Popularmente, sus dos versiones más conocidas con la ‘chilena guerrerense’ y la ‘chilena oaxaqueña’, las cuales podrían tener su origen en la recepción cultural chilena”, aseveró el académico a la presente redacción, aunque agregó: “No hay que perder de vista que la cueca, de donde deriva la chilena, tiene raíces españolas, específicamente andaluzas”.
No existe un consenso sobre el acontecimiento puntual que permitió la llegada de la cueca en la cultura mexicana, la cual se señala que irrumpió en el país norteamericano entre 1822 y 1855. Sin embargo, existe dos hipótesis históricas sobre esta expansión de nuestra danza nacional, las cuales desglosó Fernández.
Lord Cochrane y las tropas chilenas que llegaron a Acapulco
La primera versión (y la más antigua) data de 1822, luego del desembarco de la flota libertadora liderada por Thomas ‘Lord’ Cochrane y financiada por el gobierno chileno de Bernardo O’Higgins a las costas de Acapulco. Un buque de guerra que persiguió y combatió contra barcos españoles en el Océano Pacífico con el fin de expandir el proceso de independencia en Latinoamérica.
Sin embargo, según consigna el docente de la Universidad Finis Terrae, “esta escuadra había jugado un rol fundamental en la liberación de Perú, pero cuando estos marinos llegan a Acapulco, México ya se había independizado un año antes”.
La historia deduce que, pese a que la flota de Lord Cochrane no significó nada en la independencia de este país, los lugareños valoraron el esfuerzo de la tropa y recibieron con orgullo a los integrantes del buque, siendo en ese instante donde las tradiciones folclóricas chilenas impactaron y penetraron en la cultura mexicana, cuando en el momento de las celebraciones, se entonaban y se bailaban cuecas.
Fernández, en cambio, hace hincapié en que “es importante consignar que la tripulación no era exclusivamente chilena, ya que contó con marinos con experiencia en buques de guerra de varios países”. Por otra parte, el historiador también desmiente que O’Higgins haya enviado a esta flota con la misión de apoyar a México en su independencia, pero que “sí estaba financiada por Chile”.
Es más, su llegada a Acapulco no habría sido con bombos y platillos, sino que todo lo contrario. Y es que, en un principio, las autoridades aztecas detuvieron a quienes componían este escuadrón hasta confirmar que se trataban de aliados, para luego provisionarse y retirarse de las costas norteamericanas.
La ‘fiebre del oro’ y la influencia de los chilenos en California
Entre 1822 y 1855, que es el periodo donde se indica que habría llegado la cueca a México, también existió otro acontecimiento histórico protagonizado, de cierta manera, por chilenos en América del Norte, en el marco de la denominada ‘fiebre del oro’.
Hasta 1848, California componía una parte de México hasta que Estados Unidos se quedó con este territorio. En ese contexto histórico, y luego de que el territorio pasó a dominio estadounidense (entre 1848 y principios de la década de 1850), se encontraron yacimientos de oro, lo que provocó un éxodo masivo de inmigrantes desde diversas partes del mundo, como de Irlanda, China, México y otros países de Europa.
En ese sentido, Fernández señala que dentro de las comunidades latinoamericanas presentes en la ‘fiebre del oro’, la segunda más importante fue la chilena después de la mexicana, pero, ¿a qué se debía esto?
“En primer lugar, se debía a que en Chile existía una gran cantidad de trabajadores itinerantes que no tenían domicilio fijo y se movían de un lugar a otro, por lo que vieron la posibilidad de trasladarse a California vía marítima. En segundo lugar, se establecieron fuertes vínculos comerciales entre el país y California. Para alimentar a la gran masa de trabajadores californianos, se necesitaba harina y trigo, y el principal exportador de estas materias primas era Chile, paradójicamente, por su cercanía, ya que aún no existía el canal de Panamá”, profundizó el académico penquista.
A su vez, el historiador destaca que este fenómeno de la ‘fiebre del oro’ ayudó a enriquecer a nuestro país en esa época y que los trabajadores chilenos fueron uno de los principales grupos de inmigrantes extranjeros que se asentaron en California y sus alrededores, incluyendo localidades mexicanas.
Fernández complementó: “En ese contexto, se produjo la expansión y mantención de ciertos elementos culturales propios de Chile en los alrededores de la zona. Y tras el final de la fiebre del oro, muchos se vieron obligados a retirarse de la ciudad. Si bien, algunos se quedaron en California, otros volvieron a Chile y muchos debieron inmigrar a otras partes del mundo, como México”.
“Intuitivamente, la teoría de la fiebre del oro me parece más plausible (respecto de la irrupción de la cueca en México), ya que, efectivamente, se conformaron comunidades chilenas que mantuvieron su cultura en Norteamérica”, cerró el docente.