Hace casi tres décadas, cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), condenados por el asesinato de Jaime Guzmán, lograron escapar vía aérea de la cárcel de alta seguridad de Santiago ante la estupefacta mirada de los guardias y de toda una ciudad.
Una de las fugas más impactantes que ha ocurrido en nuestro país y que, a día de hoy, aún está pendiente para el Estado de Chile, con sólo uno de los frentistas tras la rejas, dos como refugiados políticos en Europa y uno sin paradero conocido. Una historia que no sólo paralizó al país en 1996, sino que también sigue impresionando en todo el mundo.
Los cuatro prisioneros del FPMR
Los protagonistas de este artículo son Patricio Ortiz Montenegro, Pablo Muñoz Hoffman, Ricardo Palma Salamanca y Mauricio Hernández Norambuena, todos exmiembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y condenados, entre 1991 y 1993, declarados culpables de la muerte del expolítico fundador de Unión Demócrata Independiente (UDI), el 1 de abril de 1991.
Si bien los cuatro frentistas escaparon juntos de una de las cárceles más sólidas de Chile, el primer capturado por la justicia nacional había sido Ortiz Montenegro, quien fue acusado en 1991 de dar muerte a un policía y, tras las rejas, se le otorgó también vínculos con el asesinato de Guzmán.
Muñoz Hoffman fue el segundo condenado por este caso, luego de ser detenido el 23 de enero de 1992 -junto a otros dos integrantes del FPMR-, por el robo de más de siete millones de pesos de un camión de transporte de la empresa Prosegur y por el secuestro del abogado Erick Riveros y su familia en Ñuñoa (el mismo día). Su captura se dio luego de un intercambio de disparos con francotiradores, donde murieron sus dos compañeros y él quedó gravemente herido.
Luego de ser trasladado al hospital más cercano, fue condenado por estos dos graves delitos, además de su participación en el asesinato de Guzmán y del atentado fallido contra el general Gustavo Leigh, miembro de la junta militar durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Dos meses después, el 25 de marzo de 1992 fue detenido Palma Salamanca por la Policía de Investigaciones (PDI) acusado del secuestro de Cristián Edwards (hijo de Agustín Edwards) y las muertes de Jaime Guzmán, Luis Fontaine (coronel de Carabineros) y Víctor Valenzuela (sargento del ejército). Por los tres asesinatos recibió la condena de cadena perpetua.
El último detenido de estos cuatro frentistas fue Hernández Norambuena, en 1993, bajo los cargos de terrorismo, sabotaje y otros delitos, además del crimen contra Guzmán. Sus ilícitos le valieron dos cadenas perpetuas. Durante su estadía en el FPMR, fue reconocido como el ‘Comandante Ramiro’, como aún se le conoce en la actualidad.
El escape de la cárcel de alta seguridad de Santiago
Todo ocurrió en sólo 58 segundos. El 30 de diciembre de 1996 se llevó a cabo la ‘fuga del siglo’ o el ‘Vuelo de Justicia’, como también fue denominada esta increíble y breve operación. Un escape que golpeó fuerte al gobierno de turno de ese entonces, bajo el mando de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y con Pinochet aún como comandante en jefe del Ejército.
Tras un vuelo que se extendió por casi tres minutos sobre las casas y edificios de Santiago, el helicóptero se estacionó en una cancha de fútbol de tierra en la comuna de La Granja. De acuerdo al relato de uno de los protagonistas de esta fuga en el libro ‘El Gran Rescate’ del propio Palma Salamanca, antes de descender a suelo firme, dos de los fugitivos no aguantaron más y se dejaron caer a metros de la tierra, en medio de la nube de polvo. “Nos preparábamos para resistir un posible cerco policial, pero al no encontrar su presencia, huimos hacia destinos dispares”, detalló. Pero, ¿cómo sucedió esto?
Según detalles de las investigaciones, se pudo conocer que el helicóptero utilizado en la operación fue un Bell Long Ranger 206 B1 de la empresa de vuelos turísticos Lassa. Este modelo ya había sido estudiado por las personas que concretarían el rescate de los cuatro prisioneros, por lo que el 30 de diciembre no tuvieron mayores problemas para secuestrar este medio de transporte con su piloto, acondicionarlo en las orillas del lago Rapel y partir rumbo a la cárcel de máxima seguridad.
La misión ya había comenzado y a eso de las 15:00 horas, el helicóptero apareció sobrevolando sobre el centro penitenciario y disparando ráfagas de balas hacia los gendarmes, quienes no opusieron resistencia y se ocultaron en cabinas y otros lugares al interior de la cárcel. Patricio, Pablo, Ricardo y Mauricio ya tenían claridad de que la operación iba a ser concretada ese día, por lo que se encontraban juntos en el patio.
El canasto que los iba a transportar fue descendido desde el helicóptero y, dado que éste se movía incesantemente producto del viento y de las maniobras del piloto, sólo Palma Salamanca y Ortiz Montenegro pudieron subir al canasto, mientras que los otros se aferraron con fuerzas desde el exterior, abandonando la cárcel colgando por los aires sin arnés ni nada que los protegiera de una eventual caída, sobrevolando los cielos de Santiago a casi 200 k/h y ante la impávida mirada de los ciudadanos que presenciaron esta operación, la cual quedó con el nombre de la ‘fuga del siglo’ en el imaginario colectivo.
A pesar de la peligrosidad de la misión y el profundo malestar de las autoridades chilenas, la ‘fuga del siglo’ ha sido destacada internacionalmente como uno de los escapes más efectivos y limpios de los 90′ en el mundo, ya que no se registraron heridos ni muertos.
¿Qué sucedió con los cuatro fugitivos?
El primero en volver a estar tras las rejas fue Hernández Mora, seis años después (2002), luego de ser capturado por las fuerzas policiales de Brasil junto a otras seis personas en la localidad de Serra Negra, acusado del secuestro del publicista Washington Olivetto. La justicia brasileña lo condenó a 30 años de prisión (pena máxima) y destapó también sus vínculos con la guerrilla colombiana.
El frentista permaneció recluido en la Penitenciaría Federal de Mossoró, en la Penitenciaría de Alta Seguridad de Catanduva y en la Penitenciaría de Alta Seguridad de Avaré hasta 2019. Ese año, el condenado chileno consiguió su extradición, llegando al país en agosto para ser condenado en septiembre por el juez Mario Carrozza. ¿Su condena? Más de 26 años de cárcel.
Uno que fue capturado al año siguiente de la ‘fuga del siglo’ fue Ortiz Montenegro, luego de que la policía de Suiza diera con su paradero. Sin embargo, las autoridades de este país le concedieron asilo político a los meses después y, desde ese entonces, vive allí.
Otro que se benefició del asilo político fue Palma Salamanca, considerado el autor material del asesinato de Jaime Guzmán. El frentista estuvo como fugitivo hasta 2018, cuando fue capturado por la policía de Francia y, a pesar de que Chile pidió su extradición, las autoridades de este país decidió otorgarle la condición de refugiado. El caso de este frentista ha sido el más polémico para la derecha chilena, quien se ha pronunciado para que los gobiernos de turno tomen medidas para que cumpla una condena en alguna cárcel nacional.
Por último, Muñoz Hoffman continúa sin paradero conocido y viviendo en clandestinidad. Pese que en 2018 la Interpol de Estados Unidos anunció que habían ubicado al exfrentista, un año después, se descartó que esa persona fuera él.