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Coca-Cola estuvo al borde de perder su receta icónica, cuando Joya Williams, asistente del director de marcas globales, intentó venderla a Pepsi por 1,5 millones de dólares. Sin embargo, en un acto de juego limpio, Pepsi entregó la carta a Coca-Cola, desencadenando una operación del FBI para dar con los responsables. Williams y dos cómplices fueron arrestados, enfrentando penas de hasta 30 años de prisión. Williams fue condenada a 8 años, mientras que los otros dos recibieron penas menores. A pesar del intento de robo, Pepsi se mantuvo al margen y evitó involucrarse en el plan ilícito, demostrando ser un "buen ciudadano corporativo" en medio de la rivalidad entre las dos gigantes de las bebidas.

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En el mundo del consumo hay guerras declaradas entre algunas marcas como por ejemplo BMW versus Audi, Samsung contra Apple, Burguer King y McDonald’s, pero no hay guerra como la que existe entre Coca-Cola y Pepsi.

Los competidores llevan décadas de campañas de marketing que buscan ganar mercado, uno que es diferente en cada país del mundo, mientras en algunos gana Coca-Cola, en otros, Pepsi se lleva gran parte de los consumidores.

Por lo mismo, a nadie extrañaría que el día que Pepsi tuviera la posesión más preciada de Coca-Cola, su receta, sería el día que por fin ganarían sin duda una disputa de años y años.

Sin embargo, el día que Pepsi tuvo en sus manos el poder de obtener la receta, dio el mejor ejemplo de juego limpio que el mercado pudo ver.

El día que la receta de Coca-Cola estuvo en peligro

La Coca-Cola es una de las bebidas más consumidas en el mundo y su receta, creada en 1886, en Atlanta, Estados Unidos, es uno de los tesoros más preciados de la historia mundial.

Lo que pocos saben es que la Coca-Cola la creo un farmacéutico, Dr. John Pemberton, quien en mayo de 1886 llevó su jarabe a la farmacia Jacobs, del centro de la ciudad, donde se sirvió el primer vaso de Coca-Cola.

La bebida resultó ser tan refrescante que de inmediato la comenzaron a vender como una bebida de fuente de soda. Frank M. Robinson, socio y contable del Dr. Pemberton, es quien creyó que las dos “C” quedarían bien y con su propia caligrafía creó el icónico logo de “Coca-Cola”, uno que nos acompaña hasta nuestros días.

Eso es lo que cuenta Coca-Cola en su página oficial, sin embargo, lo que nunca dan a conocer es la receta de la Coca-Cola, una que sus competidores han tratado durante décadas de imitar, pero que nunca se logra igualar.

Se trata de un concentrado que la compañía reparte a sus empresas embotelladoras, las que se encargan de desarrollar el producto en todo el mundo con agua y edulcorantes. De ahí que la Coca-Cola no tenga el mismo sabor en todas partes.

Aunque una vez esa receta estuvo en peligro, cuando en 2006 Joya Williams, ex asistente del director de marcas globales de Coca-Cola, robó la fórmula secreta e información clasificada, intentando venderla a su mayor competidor, Pepsi.

¿Pepsi salvó a Coca-Cola?

Sólo 1,5 millones de dólares le costaría a Pepsi obtener uno de los secretos mejores guardados del mundo, la receta de Coca-Cola.

Esto porque el 8 de mayo de 2006, ejecutivos de la compañía con residencia en Nueva York recibieron una carta escrita en papel con el membrete de Coca-Cola que decía ser de un alto empleado de la marca, quién ofrecía “información muy detallada y confidencial” de la empresa, a cambio de dinero en efectivo, consignó The New York Times en la época.

Al recibir esta información, para todo lo lógico es que Pepsi pagara por los secretos de su más feroz competidor, sin embargo, hizo todo lo contrario y entregó la carta a Coca-Cola.

Una vez que los ejecutivos comprobaron que el documento que les había compartido Pepsi era válido y de propiedad exclusiva, comenzó una operación que incluyó al FBI y una puesta en escena casi de película.

Un agente del FBI se hizo pasar por un empleado de Pepsi que comenzó a negociar con Dirk, el nombre de quien envió la carta, con quien comenzó a comunicarse vía teléfono.

Esto ayudó a que pudieran rastrear las llamadas y lograr captar quiénes estaban detrás del ilícito, esto en conocimiento de Pepsi y Coca-Cola que esperaban con ansias saber quiénes boicoteaban una guerra de décadas que sólo los involucraba a ellos.

Para su sorpresa, no se trataba de una persona, sino que de tres involucrados en uno de los intentos de estafas más famosos de la historia.

Un robo de película

Los investigadores descubrieron que quienes estaban detrás de las llamadas eran Ibrahim Dimson, de 30 años, del Bronx; Edmund Duhaney, de 43 años, de Decatur, Georgia; y Joya Williams, de 41 años, de Norcross, Georgia.

Esta última era la asistente de Javier Sánchez-Lamelas, director de marca global de Coca-Cola.

A través de las cámaras de la empresa, lograron ver cómo Williams hurgaba en archivos y documentos altamente confidenciales que guardaba en bolsas.

Ibrahim Dimson llegó más lejos y se juntó con agentes encubiertos, a quienes entregó un sobre con información confidencial y una muestra de una bebida a cambio de 30 mil dólares, para luego, reunirse con Edmund Duhaney.

Una vez que las pruebas estuvieron a la vista, el FBI arrestó a los tres involucrados, quienes se enfrentaban a penas máximas de 30 años de prisión.

En el momento, E. Neville Isdell, director ejecutivo de Coca-Cola, declaró que reforzarían su seguridad tras el hecho, indicando “He ordenado una revisión exhaustiva de nuestras políticas, procedimientos y prácticas de protección de la información para garantizar que continuamos salvaguardando rigurosamente nuestro capital intelectual”, sin embargo, el daño ya estaba hecho.

Un juicio de meses

El juicio contra los involucrados en la venta de la receta y los secretos corporativos de Coca-Cola duró meses, en los que Joya Williams lloró ante el jurado indicando, “Este ha sido un momento muy importante en mi vida…Me volví famosa cuando nunca quise serlo”.

En su declaración, afirmó que era usual que copiara documentos de la compañía y se los llevara a casa, sin intención de venderlos o participar en un plan para entregarlos a la competencia de su empleador.

Además, indicó que Ibrahim Dimson y Edmund Duhaney, los otros dos involucrados en el hecho, la engañaron.

Sin embargo, estos dos hombres se declararon culpables y Duhaney, quien era amigo de William, señaló que ella es quien comenzó con el plan y les proporcionó los documentos y muestras de productos que entregaron al agente del FBI.

La mujer fue despedida inmediatamente de Coca-Cola, una vez que se dieron a conocer los hechos por los que la acusaban, unos que para el juez J. Owen Forrester del Tribunal Federal de Distrito eran tan graves que indicó “este es el tipo de delito que no se puede tolerar en nuestra sociedad”.

La condena para Williams fue de 8 años, acusada de conspirar para robar secretos de fabricación a Coca-Cola y tratar de venderlos a Pepsi.

Las cosas resultaron distintas para Ibrahim Dimson y Edmund Duhaney, el primero fue condenado a 5 años de prisión y una multa de 40 mil dólares, mientras que el segundo, sólo obtuvo dos años de prisión.

Por su parte, Pepsi quedó como un “buen ciudadano corporativo”, aunque el fiscal estadounidense para el Distrito Norte de Georgia de la época, David E. Nahmias, aclaró que de haberse involucrado, sus ejecutivos podrían haberse enfrentado penas máximas de 30 años de prisión.