A principios de los 70’, el primer monumento en el mundo en honor al guerrillero argentino Ernesto ‘Che’ Guevara era instalado en Chile, específicamente en San Miguel. Una enorme estatua de bronce que, cinco días después del Golpe de Estado de 1973, fue extirpada del corazón de la comuna santiaguina y, a día de hoy, sigue sin paradero conocido.
Joaquín Fernández, académico e investigador de la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae, conversó con BioBioChile y ahondó en este enigmático caso que sigue suscitando interés en Latinoamérica.
Tito Palestro Rojas, pionero en homenajear al Che
Con San Miguel controlada por una década entera por el Partido Socialista, en 1970 y en una pomposa ceremonia, el alcalde Tito Palestro Rojas inauguró la primera estatua en el mundo que homenajeaba al Che Guevara.
Un monumento que, de acuerdo a su gestor, también rendía honores a los sacrificios que el pueblo realiza a lo largo de la historia y que tenía un valor de 300 mil escudos en total, desde su base hasta la escultura realizada por el pintor y muralista Praxíteles Vásquez y que llegaba a los 1.400 kilos.
“En ese entonces, San Miguel abarcaba una zona mayor que ahora, reuniendo a diversas comunas de la actualidad. Un territorio que tenía importantes zonas industriales y poblaciones con una fuerte presencia de la izquierda. En la década de los 60 era denominada ‘zona roja’ y llegó a ser conocida como la República Independiente de San Miguel“, contextualizó Fernández a la presente redacción.
Luego de un mes de la conmemoración del tercer aniversario del fallecimiento del Che, quien fuera fusilado en La Higuera (Bolivia), se llevó a cabo esta ceremonia que contó con un desfile por la Gran Avenida que duró más de dos horas y que finalizó en los pies de la estatua, la cual fue descubierta del paño rojo que la cubría, dejando impresionado a los asistentes con sus imponentes seis metros.
La estatua que se convirtió en enemiga de la derecha y el régimen
Tras su inauguración, inmediatamente, el monumento no causó especial gracia en la oposición, que vio esta obra como una afrenta contra el sector más conservador de Chile, por lo que tomaron cartas en el asunto.
“En medio de las disputas por el espacio público durante la unidad popular, manifestaron su descontento y hubo sectores que emprendieron acciones violentas para eliminar la estatua. En enero de 1972, sufrió un intento de atentado dinamitero, que sólo dañó la base. En abril de 1973, un nuevo atentado le voló la cabeza“, reveló el historiador.
Una lucha contra el monumento que tuvo su desenlace el 16 de septiembre de 1973, cinco días después del Golpe de Estado comandado por Augusto Pinochet y el mismo día del asesinato del cantante Víctor Jara, cuando El Mercurio publicó: “Retiran estatua del ‘Che’ Guevara”, detallando que la obra había sido “arrancada de su pedestal por una patrulla militar que lo derribó con un cable de acero, trasladándola a un lugar no conocido”.
Bajo el alero de la Operación Cóndor, el Régimen Militar llevó a cabo este atentado y el de otras obras vinculadas a la izquierda, tal como lo señala el académico de la Universidad Finis Terrae: “Hubo una clara tendencia a borrar el arte elaborado por la izquierda que ocupaban el espacio público. Ejemplo de ello fue también el derribo de los murales de las Brigadas Ramona Parra y, especialmente, el mural de Roberto Matta; ‘El primer gol del pueblo chileno’“.
No se sabe si los cientos de kilos de bronce fueron robados o no por los militares, o si la estatua sigue bien conservada en algunos de los tantos terrenos que adquirieron los altos mandos del régimen durante la dictadura. Un misterio que no está resuelto –ni se espera que se resuelva pronto- y que le sirvió de motivación al periodista Juan Pablo Meneses para su libro ‘Revolución’ (2024), desglosando, en entrevista con la BBC, las principales razones que lo llevaron a escribir esta obra.
“Es tremendo que nadie sepa dónde está. Cómo desaparece algo tan grande, tan macizo, cómo nadie -ni del mundo político ni del artístico- nunca denunció su pérdida… Me parece todo muy loco. Estamos hablando de un monumento que en total medía casi diez metros y que siempre fue pensado para que la gente peregrinara hasta ahí”, manifestó el escritor.
Pese a no resolver el misterio de interés sudamericano de más de 50 años, Meneses reveló que, posterior a su publicación en julio de este año, recibió la información de que el monumento “habría sido destruida tras dinamitarla”, agregando que “es algo que me cuesta creer porque otro exmilitar me decía que este tipo de estatuas que se roban así son como trofeos de guerra”.
La influencia del Che en Chile y Sudamérica
Aunque vino a Chile durante un viaje en motocicleta junto a su amigo Alberto Granado en 1952, ésta sólo fue una visita recreativa para el Che Guevara y cuando no era una figura pública, por lo que su influencia en el país se volvió relevante, al igual que en el resto del continente, tras los procesos de la Revolución Cubana y de la Continentalización de la Revolución.
“Su experiencia en Cuba, especialmente en la Batalla de Villa Clara, le dio gran popularidad, incluso entre sectores moderados y reformistas, pues veían con buenos ojos una revolución nacionalista que destronaba una dictadura como la de Batista. Con posterioridad, la participación en acciones en el Congo, su afán de lograr una articulación internacional de las fuerzas antiimperialistas del tercer mundo, y su actuación en la Guerrilla de Ñancahuazú (Bolivia, 1966-1967), donde encontró la muerte, lo convirtieron en un personaje venerado por parte importante de la izquierda, especialmente la más rupturista, vinculada al Partido Socialista y al MIR, por su oposición constante a Estados Unidos y su entrega a la lucha revolucionaria“, enfatizó a BioBioChile.
Tanto en Chile como en Sudamérica, este guerrillero argentino era lo más similar a un ‘influencer’ político de la época, siendo una figura sumamente popular pese a sus radicales ideas y acciones. Por otra parte, en el mundo cultural ligado a Cuba, se le consideró un intelectual y se llegó a plantear que la figura del revolucionario es la del verdadero intelectual.
“La figura del Che y sus planteamientos fueron el centro de atención de debates del período. Su estrategia revolucionaria fue debatida por la izquierda en general y defendida por sectores rupturistas que creían en la imposibilidad de impulsar una transformación social radical en el área de influencia estadounidense y desconfiaban de la capacidad de los sectores reformistas para encabezarla. Su martirologio lo transformó en una figura venerada por la izquierda, sus libros sobre la Guerra de Guerrillas y su Diario en Bolivia fueron leídos con fervor”, puntualizó el historia.
En la misma línea, recordó: “Se impuso una moda que imitaba al Che y a los guerrilleros de la Sierra Maestra, con barbas y boinas. Incluso la Juventud Socialista en Chile adoptó las camisas color verde olivo, casi como una suerte de uniforme”.