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En 1848, Phineas Gage, un joven trabajador de 25 años en Estados Unidos, sobrevivió milagrosamente a un accidente que le incrustó un fierro en el cráneo mientras supervisaba explosiones controladas en la construcción de un ferrocarril. A pesar de casi perder la vida, Gage logró recuperarse, pero experimentó un cambio drástico en su personalidad, volviéndose irreverente y caprichoso. A pesar de su recuperación, su vida nunca volvió a ser la misma, y se embarcó en una nueva etapa en Chile, donde trabajó como conductor de carruajes en Valparaíso. Años después, falleció a causa de un ataque epiléptico derivado de las secuelas en su lóbulo frontal. Su cráneo y el fierro que lo lesionó son exhibidos actualmente en el museo anatómico Warren de la Escuela de Medicina de Harvard.

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En 1848, un joven de solo 25 años, sufrió un accidente que probablemente debió costarle la vida, pero sobrevivió. El caso protagonizado por Phineas Gage, un trabajador en Estados Unidos, incluso marcó un antes y después en la medicina moderna, dado que el hombre casi muere por un fierro que se incrustó en su cráneo.

Phineas Gage era un hombre enérgico y voluntarioso, que trabajaba como capataz en la expansión del ferrocarril Rutland & Burlington al sur de Cavendish, en el estado de Vermont.

En vista que el país se desarrollaba con rapidez, era común que los obreros realizaban explosiones controladas en la construcción de la línea ferroviaria.

Por cierto, como el trabajo de Gage era liderar al equipo, tras un error en las detonaciones, en que hacían agujeros en las rocas de granito para luego llenarlos de pólvora, provocó que el hombre sufriera el impacto de un fierro de un metro de largo y 3 centímetros de diámetro.

Aunque la historia tiene detalles difusos, en los últimos años, diversas investigaciones han permitido completar el puzzle en torno al accidente y las consecuencias en la vida de Phineas Gage.

El accidente de Phineas Gage

Según las crónicas de la época, la vida de Phineas Gage cambió para siempre, el 13 de septiembre del año 1848.

Mientras el reloj marcaba las 16:30 horas, los testigos del incidente vieron como un fierro de unos seis kilos entró bajo el pómulo izquierdo de Phineas y salió por la parte superior y anterior de su cabeza.

La escena, que parecía sacada de una pesadilla, hizo que los presentes temieran lo peor. No obstante, a los pocos minutos observaron como el fierro -parecido a una jabalina- y utilizado para hacer las perforaciones en las piedras, hiriera de gravedad al joven.

El divulgador científico y escritor Sam Kean, quien investigó el caso, sostuvo que Phineas Gage estuvo consciente en todo momento, incluso caminó por sus propios medios hasta una carreta tirada por bueyes que lo llevó a la consulta del doctor John Harlow.

Retrato de Phineas Gage

En el podcast de El Instituto de Historia de la Ciencia, el comunicador detalla que el fierro aterrizó a 25 metros de distancia y que estaba manchado con sangre y cerebro. Además, en cuestión de minutos, el hombre estaba hablando con normalidad.

Si bien Phineas recibió atención médica, media hora después del accidente, la herida se infectó permaneciendo semicomatoso, o sea, estuvo despierto pero en un estado de confusión durante dos semanas.

También tuvo una infección con un absceso sobre su frente, el cual le fue drenado, mientras tenía el cerebro totalmente expuesto. Según el relato de Harlow, durante la intervención que le salvó la vida a Gage, extrajo pequeños fragmentos de hueso de la gran herida que le dejó un hueco en la parte superior de la cabeza.

Eso sí, ya en noviembre, Phineas Gage estaba haciendo su vida normal, que no tuvo exenta de problemas y claramente no volvió a ser la misma.

El cambio en la personalidad de Phineas Gage

Ya en 1849, Phineas Gage estaba listo para volver a trabajar, pero sus amigos afirmaron que hubo un cambio drástico en su personalidad.

A pesar de que estaba recuperado, y que era capaz de articular palabras y recordar los nombres de sus compañeros de trabajo, dejó de ser el hombre respetuoso que solía ser.

En palabras de Harlow que siguió el avance de su paciente durante varios años, admitió que “ya no era Gage”. Según escribió en el Boletín de la Sociedad Médica de Massachusetts, Phineas era una persona “caprichosa” e “irreverente”. “A veces se entrega a las más groseras blasfemias (algo que antes no era su costumbre), manifiesta poca deferencia hacia sus compañeros, se muestra impaciente ante la restricción de consejos cuando entran en conflicto con sus deseos”, aseveró en el documento escrito en 1869, recogió el diario británico The Guardian.

Recreación del accidente

Incluso su familia juró que había cambiado, puesto que el joven empezó a desarrollar un apego a ciertos objetos. Según cuenta el autor Sam Kean en su libro Una historia insólita de la neurología, en una ocasión Harlow puso a prueba a Gage ofreciéndole dinero por algunas piedritas que había recogido al azar de un arroyo. Pero Gage se negó a entregarlas ni siquiera por un monto de 1.000 dólares.

Asimismo para tener ingresos, Gage participó en un espectáculo de “curiosidades”, donde por diez centavos, el público podía separarle el pelo y ver cómo su cerebro latía a través de la herida de salida de su cráneo.

Posteriormente, se desempeñó laboralmente en diversas granjas, un ambiente en que desarrolló una afición por los caballos, lo que lo impulsó a trabajar como conductor de carruajes en New Hampshire. Así las cosas, el destino de Phineas Gage dio un vuelco al trasladarse a Chile para tratar de subsistir.

El desconocido viaje a Chile

En 1954, el estadounidense decidió emigrar a Latinoamérica, recalando en el puerto de Valparaíso.

Aunque no hay suficientes testimonios de su paso por la ciudad de la quinta región, el viaje a tierras nacionales se encuentra ampliamente aceptado por los investigadores del caso.

De acuerdo con Sam Kean, Gage estuvo varios años en Chile, llevando pasajeros por los escarpados senderos entre Valparaíso y Santiago.

El hombre tuvo la habilidad de manejar, entre 1854 y 1859, un carruaje con al menos seis caballos, puntualizó el investigador.

Francisco Aravena, quien es autor del libro La vida eterna de Phineas Gage, mencionó en una entrevista a BBCL, que la razón por la que no hay mayores datos sobre su estancia en la ciudad puerto, se debe a que en ese entonces Valparaíso presentaba una sobrepoblación de inmigrantes, muchos de los cuales ni siquiera tenían la documentación necesaria. En ese contexto, la presencia de Gage, por más que tuviera una vistosa herida en la cabeza, pasó más bien desapercibida por los diarios de la época.

¿Cuál fue el desenlace de Phineas Gage?

Como la lesión afectó la zona orbital de su lóbulo frontal, el caso de Phineas Gage, demostró como los lóbulos prefrontales son esenciales para las emociones, personalidad y funciones ejecutivas en general.

De hecho, gracias al inesperado incidente, ahora sabemos que el cerebro puede recuperarse de una lesión cerebral traumática.

En esta línea, el profesor John Aggleton, experto en neurociencia de la Universidad de Cardiff mencionó a BBC Mundo que el caso se explica de la siguiente manera: “se informó que se había convertido en lo que hoy podríamos describir como ‘desinhibido’, el término clásico de lo que ocurre a algunas personas después de sufrir lesiones en su lóbulo frontal”.

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“Es decir, perdió sus inhibiciones, tanto en un contexto social como emocional. Y, por no decir algo peor, se volvió alguien con quien no era fácil estar”, agregó el docente al medio inglés sobre los alcances del caso.

De Phineas Gage, se supo que después de vivir en Chile, viajó en 1859 a San Francisco para regresar con su familia. Un año después, fallecería a causa de un ataque epiléptico ocasionado por las lesiones sufridas en su lóbulo frontal.

En 1867, su cadáver fue exhumado por orden del doctor Harlow, y actualmente el cráneo de Phineas Gage, junto al fierro que casi lo mató, se exhiben en el museo anatómico Warren de la Escuela de Medicina de Harvard.