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La icónica imagen de la "niña afgana" con ojos verdes capturada por el fotógrafo Steve McCurry en 1984 en un campo de refugiados en Pakistán, se transformó en símbolo de la realidad de aquellos días y de la vida de esa niña, Sharbat Gula. Después de 17 años, McCurry logró encontrarla, revelando una vida marcada por el sufrimiento y la tragedia, desde la invasión soviética hasta su detención en 2017 en Pakistán. Finalmente, en 2021, Italia le ofreció asilo, permitiéndole iniciar una nueva vida en un entorno pacífico donde puede ver a sus hijos recibir la educación que ella no pudo tener, cumpliendo así sus sueños y los de la famosa niña afgana.
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En 1985, la foto de una “niña afgana” de ojos verdes en la portada National Geographic dio la vuelta al mundo y se transformó en una de las imágenes más icónicas que aparecieron en la revista.
El retrato de Steve McCurry, lo tomó en 1984, cuando estaba en un campo de refugiados afganos en Pakistan. Estaba lleno de tiendas y en una de ellas, específicamente en la que funcionaba como escuela, encontró a Sharbat Gula.
Se trataba de una tímida niña a la que McCurry fotografió bajo una suave luz. “No pensé que su fotografía sería diferente de cualquier otra que había hecho ese día”, confesó a la revista.
Sus ojos verdes y mirada inquieta reflejaron la realidad de aquellos días en ese campamento y la vida terrible de esa niña.
A 40 años desde ese disparo fotográfico, las cosas cambiaron radicalmente para esta niña.
Sharbat Gula: la niña afgana que Steve McCurry logró encontrar
Cuando el fotógrafo Steve McCurry sacó la fotografía en 1984, no supo quién era la niña que retrató y que le daría reconocimiento mundial como fotógrafo.
Solo tomó la imagen sin pensar que en los ojos de la joven lograría captar la sensación que tenían cientos de refugiados afganos que en esa época se encontraban en Pakistan.
17 años después de esa captura, Steve McCurry se lanzó a buscar a la niña que lo hizo famoso a nivel mundial junto al programa EXPLORER de National Geographic Television&Film.
En 2002 llegó a Pakistan en busca de la niña afgana de ojos verdes, mostrando su fotografía en Nasir Bagh, el campo de refugiados que aún existía comenzando el milenio. Una profesora de la escuela del lugar indicó que se trataba de Alam Bibi, sin embargo, cuando la encontraron notaron que no era ella, consigna National Geographic.
Sin embargo, gracias a un hombre que sí conocía a la niña lograron encontrarla en Pakistan, donde vivió más de tres décadas.
El equipo y Steve McCurry demoraron tres días en llegar a la zona hasta que la vieron y el fotógrafo de inmediato la reconoció.
Su nombre es Sharbet Gula, es una pashto, la más belicosa de las tribus afganas, que según recoge el medio, se trata de una tribu que sólo está en paz cuando hace la guerra.
La niña afgana ya era una mujer, tenía 28 o 29 años, pero ni siquiera ella lo sabía con certeza. El sufrimiento de los años habían borrado la juventud de su rostro.
Una vida terrible
“Ha tenido una vida terrible. Muchos aquí comparten su experiencia”, señaló Steve McCurry tras visitarla.
Según contó su hermano, Kashar Khan, emigraron de Afganistán por los ataques, en medio de la invasión soviética. “Había rusos por todas partes. Mataban gente. No nos dejaron otra opción”, declaró.
A mediados de los 90, Sharbat volvió a su zona natal, donde simplemente subsistió, ya que es un lugar donde no tenían agua potable, salud o educación.
“Se levanta antes del alba y reza sus oraciones. Va a buscar agua al arroyo. Cocina, limpia, hace la colada. Cuida de sus hijas, que son el centro de su existencia. Robina tiene trece años; Zahida, tres; Alia, la pequeña, uno. Una cuarta hija murió en la primera infancia”, consigna National Geographic.
Nunca tuvo un momento de felicidad, salvo el día de su boda con Rahmat Gul, dice su hermano. Ella dice que se casó a los 13 años en un matrimonio concertado, su hermano la corrige, a los 16 años.
Los ojos de Sharbat en el encuentro apenas se veían, pero despedía irá, ya que no tenía la costumbre de hablar con extraños y nunca miró a Steve. En ese momento, aún tenía la esperanza de que sus hijas recibieran educación, una que ella no pudo tener y apenas podía escribir su nombre.
Al ver la fotografía se avergonzó, su chal tenía agujeros tras quemarlo en unos fogones, sin embargo, la imagen que había conmocionado al mundo no tenía mayor importancia para ella y no entendía por qué era tan emblemática.
Esa fue la primera vez que Sharbat Gula, la niña afgana, habló públicamente con un medio de comunicación. La segunda, sería por una tragedia.
Un tormento que no acaba
La vida de Sharbat Gula pareciera ser un tormento que no acaba. En 2017, BBC reportó que la joven había sido detenida en octubre de ese año, tras obtener ilegalmente documentos paquistaníes.
La mujer planeó un viaje a Afganistán, pero su casa fue allanada la noche anterior y se le ordenó salir del territorio pakistaní.
“Estábamos bien allá, teníamos buenos vecinos, vivimos con nuestros hermanos pastunes. Pero no me imaginé que al final el gobierno paquistaní me iba a tratar de esta manera”, comentó a la BBC.
Su detención se dio en el marco de las denuncias de arrestos y deportaciones arbitrarias de refugiados afganos en Pakistán.
“Le dije a la policía que había hecho esa tarjeta de identidad por dos razones: para educar a mis hijos y para vender mi casa, lo cual no era posible sin una tarjeta de identidad”, argumentó respecto de lo que había hecho.
Cumplió una pena de 15 días de prisión en la cárcel, pero sólo estuvo una semana, la segunda la pasó en un hospital mientras la trataban por hepatitis C. “Ese ha sido el peor incidente de mi vida, el más duro”, contó.
Cuando Pakistán supo que la mujer era la famosa niña Afgana le ofrecieron quedarse en el país, pero Sharbat Gula rechazó la oferta.
“Les dije que me iba a mi país. Dije: ‘Me permitieron estar aquí por 35 años, pero al final me trataron así’. Suficiente”, pese a que en Pakistán estaba enterrado su marido y su hija mayor, quienes murieron ahí. Regresaría, sólo para rezar en sus tumbas.
La niña afgana que siempre ha sido una refugiada
Sharbat Gula vivió en un constante tormento al estar en zona de guerra, sin embargo, tenía sueños que quería cumplir, mientras estaba en Kabul, Afganistán, donde llegó tras el incidente en Pakistán.
Dijo a BBC, “Quiero crear una organización de caridad o un hospital para ayudar a todos los pobres, huérfanos y viudas”, añadiendo, “quisiera que hubiese paz en este país para que no hubiese gente sin hogar. Dios componga este país”.
Sin embargo, la realidad no se lo permitió. En 2021, el Gobierno italiano emitió un comunicado indicando que daría asilo a la “niña afgana”. Sharbat Gula llegó a Roma para comenzar una nueva vida.
A sus 49 años pidió salir de Afganistán, tras la toma del poder de los talibanes, por lo que el Gobierno italiano facilitó y organizó su traslado, esto en el marco de su programa de evacuación de ciudadanos afganos y el plan para su recepción e integración, consignó El País.
Nueva vida en Italia
En entrevista con La Repubblica a finales de 2022, Sharbat Gula dio cuenta de su nueva vida en Italia.
Aún escondía su famosa mirada de las cámaras y la gente con su vestimenta o sus manos, pero su aura era distinta. Aquí logró para sus hijos lo que no pudo tener en Pakistán y tampoco en Afganistán.
Sus hijos llegaban del colegio y ella sonreía, ellos tenían lo que ella nunca pudo tener, educación. Había perdido sus sueños y cuando vio que sus hijos también lo harían, decidió cambiar las cosas y emigrar.
“Aquí empezaron a soñar de nuevo. Mi hija estuvo años sin poder estudiar: cuando regresamos En Afganistán, el gobierno nos dio un lugar donde quedarnos y apoyo financiero, pero es la familia la que decide sobre la educación, no el Estado”, señaló.
Continuó indicando que la familia de su marido decidió que no fueran a la escuela y ella no podría hacer nada, pero en Italia las cosas son distintas. “Hoy puedo. Mi hija quiere ser médica y le prometí que haré todo lo posible para que su deseo se haga realidad”, indicó.
La niña tenía 14 años y estudió italiano, inglés y francés, siendo la intérprete de la familia, si estuviera en Kabul estaría cubierta por el burka sin poder salir de casa. Ella cumplía los sueños de la famosa niña afgana.
Aunque ella también lograba cumplir los suyos, recibía clases de italiano por parte de una profesora. “Me siento feliz”, afirmó, “desde que empecé a estudiar me siento otra vez como una niña pequeña que ahora empieza a aprender”.
Respecto de la foto, recordó, “esa foto me creó muchos problemas”, pese a que recibió dinero de National Geographic, vivió en pobreza la mayor parte de su vida, aunque ahora por fin es feliz, en la tranquilidad Italia con sus hijos.
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