EFE/ Paolo Aguilar

La civilización más antigua de Latinoamérica pasó por fuerte cambio climático que los obligó a migrar

Publicado por Manuel Stuardo
La información es de Agencia EFE

23 agosto 2024 | 08:21

Un estudio reciente reveló que la civilización Caral, la más antigua de Latinoamérica, experimentó un cambio climático severo que los obligó a abandonar sus centros urbanos.

Esta sociedad, desarrollada en el centro de Perú, tuvo que buscar nuevos lugares para vivir debido a las extremas condiciones ambientales.

Según la arqueóloga Ruth Shady, quien presentó el informe, este fenómeno climático llevó a los miembros de la civilización Caral a fundar el centro urbano de Vichama, ubicado en la provincia de Huaura, región de Lima.

Vichama fue habitado hace aproximadamente 3.800 años, consigna la Agencia EFE.

Shady detalló que el cambio climático comenzó con sequías, deshielos y huaicos (aludes). Con el tiempo, las sequías se intensificaron, las tierras se convirtieron en arenales, los ríos se secaron y la producción agrícola cesó, dejando a la población sin medios de subsistencia.

Murales reflejan la crisis de la civilización

Los arqueólogos han descubierto en Vichama murales tallados que representan a personas muertas y jóvenes en danzas rituales junto a peces, lo que se interpreta como una representación del período de escasez que vivieron sus ancestros.

Estos frisos han sido considerados un reflejo del impacto negativo del cambio climático en la sociedad de Vichama.

La civilización más antigua de Latinoamérica pasó por un cambio climático

Entre los hallazgos se encuentran relieves murales conocidos como “La Danza de la Muerte y de la Vida”, que muestran seres muertos, aparentemente adultos, con costillas expuestas y ojos cerrados. Estos relieves son considerados recordatorios de las dificultades enfrentadas por la sociedad debido a la escasez de agua y alimentos.

En una etapa posterior, el mural de los frisos fue sepultado, y se construyó un nuevo salón ceremonial.

En este nuevo espacio, los habitantes modelaron la figura de un sapo con manos humanas emergiendo de la tierra, con un rayo sobre su cabeza.

Según la tradición andina, el sapo está asociado con la llegada de las lluvias, por lo que se presume que este salón fue utilizado para ceremonias y ritos propiciatorios dirigidos a la producción agrícola.