En los Juegos Olímpicos de Estocolmo del año 1912, ocurrió un hecho insólito, cuando el atleta Shizo Kanakuri de Japón corrió por primera vez la maratón para su país, pero por motivos de salud tuvo que abandonar. La acción lo hizo merecedor del récord más longevo de la prueba, demoró 54 años en terminarla.
La maratón es una de las pruebas más tradicionales de los Juegos Olímpicos, desde su origen en Grecia y en la época moderna, el esfuerzo de los atletas le dio fama a esta carrera que simboliza el espíritu deportivo en toda su expresión.
Con los años, también muchas historias se tejieron en torno a este extenuante recorrido de 42 kilómetros. Desde sus primeras versiones, donde diferentes deportistas de los cinco continentes han desafiado sus límites físicos y mentales.
Pero otros, pese a no llegar a la meta, se transformaron en íconos de la prueba que nació en Grecia y que cada cuatro años capta la atención mundial.
Así las cosas, llegamos a la historia de un japonés, la de Shizo Kanakuri -que con 20 años- compitió en las Olimpíadas de Estocolmo 1912. Este deportista fue uno de los primeros atletas en representar a su país en la justa olímpica, pudiendo clasificar al evento en un tiempo récord de 2:32:45, pero aunque prometía llegar al podio y dejar en alto a su nación, vivió un curiosa marca, pues demoró 54 años en terminar el trayecto. ¿Cómo ocurrió este hecho y que le sucedió durante la maratón? Esta es su increíble historia.
La travesía de Shizo Kanakuri
Para tener en cuenta, durante los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, que empiezan desde su primera versión en Atenas en el año 1896, los primeros atletas que participaron de los juegos, eran muy pocos y muchos de ellos no tenían la preparación ni menos los implementos deportivos adecuados para competir.
Durante esta dura experiencia de ensayo y error, los japoneses quisieron llevar a Estocolmo a uno de sus primeros representantes. El elegido fue Shizo Kanakuri, un corredor nacido en la prefectura de Kumamoto, en la isla de Kyushu.
En este paisaje dominado por una llanura, el joven se entrenaba a diario recorriendo la zona agrícola. De esta forma, recorrió largos seis kilómetros -de ida y vuelta-, durante su juventud.
Ya mientras iba a la Tokio Higher Normal School (la actual Universidad de Tsukuba), superó el récord mundial establecido por el sueco Thure Johansson (2:40:34), de este hecho, se desprende que el nipón compitió en la prueba de 40 km y no la distancia oficial de 42 km, que se instauró de modo oficial.
Con esta hazaña y a las puertas de los Juegos Olímpicos de Estocolmo, el joven iba como candidato a una presea. Sin embargo, la historia de Shizo estuvo condicionada por la escasa preparación y muchos inconvenientes de por medio.
Hay que recordar que en esos tiempos, los países recién creaban las asociaciones deportivas que permitieron organizar a los atletas, que empezaban a entrenar como verdaderos deportistas, pero que por la falta de información y recursos entrenaban con más ganas que técnica.
Con un año de práctica, la delegación japonesa, compuesta por el propio Kanakuri y el velocista Yahiko Mishima, partió a la cita de los cinco anillos en los últimos días de mayo de 1912.
El día del maratón
Con una maleta llena de ilusiones, ambos atletas tuvieron que viajar por 18 días en barco y luego viajar por el Transiberiano, la línea de ferrocarril que une a Europa y Asia. Es más, según los testimonios del viaje, los deportistas aprovechaban cada parada para correr y no perder su forma física.
Dentro de los múltiples inconvenientes y del largo viaje, los deportistas llegaron a Estocolmo. Mishima que fue el abanderado, no logró clasificar a las finales de su especialidad. Mientras Kanakuri no corrió con mayor suerte.
El 14 de julio de 1912, Kanakuri participó de la maratón -entre 68 participantes-, pero cerca de la mitad renunció tras desmayarse en plena competencia, mientras un grupo de 32 atletas pudieron llegar a la meta.
Como nota de la causa, durante esa jornada, los termómetros registraron 32 grados. Un factor decisivo que perjudicó a Kanakuri, que afectado por el calor y su particular vestimenta, pues usó unos tabi, un calzado típico de Japón que se caracteriza por tener una suela fina y hecho de tela, malogró en parte sus opciones olímpicas.
Aunque la creencia de no hidratarse para no generar sudor, también le jugó en contra, ya que el deportista no bebió agua durante la carrera. Entre otras incomodidades, como no acostumbrarse a la comida sueca y tener pocas horas de entrenamiento en el cuerpo.
En este contexto, al llegar al kilómetro 30, en la localidad de Tureberg, el corredor sufrió un desmayo. En el camino según cuenta La Razón de España, Shizo fue auxiliado por una familia.
Según cuenta el sitio web de los Juegos Olímpicos, Kanakuri se quedó dormido y despertó al otro día.
Víctima de insolación, el japonés pudo recibir ayuda en una prueba que le costó la vida al maratonista portugués Francisco Lázaro, quien murió por un golpe de calor, mientras lideraba la competencia.
Volviendo a Kanakuri, los 18.000 espectadores que se congregaron en el Estadio Olímpico de Estocolmo lo esperaron, pero el hombre había desaparecido del mapa.
El misterio de Shizo Kanakuri
La información oficial determinó que el nipón había desaparecido en los alrededores de Estocolmo. Pero el misterio duró cerca de 50 años, ya que la policía inició una búsqueda que no dio con su paradero.
Lo cierto que el japonés después de ser atendido por la familia sueca que le dio agua y comida, pudo restablecer su salud, pero apenas tomó conciencia de lo ocurrido sintió vergüenza, consigna el medio argentino Infobae.
Shizo que sintió pena por no cumplir su propósito, abandonó el país en un barco, siendo su destino una incógnita por los organizadores de la cita olímpica, quienes creyeron que había muerto.
Durante su regreso y viendo que a Japón le faltaba formar deportistas de alto rendimiento, Shizo Kanakuri ayudó a masificar las carreras “Ekiden”, o sea, una maratón de relevos con equipos de seis personas. No por nada, al corredor se le conoce en su país como el “padre de la maratón”, incluso difundió una de las carreras más célebres, en la que equipos universitarios recorren por relevos 218 kilómetros en diez etapas en los primeros días de enero.
La alegría de Shizo
Pero lejos de amilanarse, el japonés volvió a la carga y representó a su país en Amberes en el año 1920 (logrando el decimosexto puesto con un tiempo de 2 horas 48 minutos 45,4 segundos) y en París cuatro años más tarde, pero no pudo terminar la competencia.
Una vez retirado, el atleta se dedicó a ser profesor de geografía. Durante ese tiempo, no lo buscaron, por lo que su existencia pasó desapercibido largos años, hasta que el periodista deportivo sueco, Oscar Soderlund, pudo dar con el atleta nipón, que ya tenía 75 años y vivía en Tamana -Prefectura de Kumamoto-.
En marzo de 1967, el canal sueco Sveriges,organizó su viaje para que ahora acabara oficialmente, la maratón que nunca terminó en 1912.
En la instancia, el veterano corredor sostuvo a la prensa que “Ha sido un largo viaje. Me he casado, he tenido seis hijos y diez nietos”.
Finalmente su tiempo fue de 54 años, 8 meses, 6 días, 32 minutos y 20,3 segundos.