Luis Aravena durante gran parte de su vida trabajó como enfermero, pero ahora, el oriundo de Talcahuano se dedica a hacer comedia. ¿Qué lleva a una persona a cambiar la estabilidad laboral para dedicarse a su pasión secreta?

El dicho popular reza que la risa es la mejor medicina. Esto lo sabe muy bien Luis Aravena, que ocupó parte de su vida laboral para trabajar como enfermero, pero que hoy en día se dedica a hacer reír al público a través de la comedia.

En cada show, el humorista oriundo de Talcahuano, ocupa sus vivencias al interior de los recintos hospitalarios, para imitar a las diferentes personalidades de enfermeras que le tocó observar. Ahí caben sus imitaciones de la “Soa Gladys”, el estereotipo de enfermera que narra el día a día de un recinto y que más de un asistente se sentirá identificado.

Con esta manera de ver las cosas, Aravena se dedica a mostrar su rutina por los escenarios nacionales.

Pero, ¿qué llevó a un profesional de la salud a cambiar su vida? En esta entrevista el cómico revela como dio un giro de 180°, para dedicarse a su gran pasión: la comedia.

El enfermero que le gustaba la comedia

En 2001, con 17 años, Luis Aravena salió del Liceo La Asunción de Talcahuano, con una mochila llena de sueños, pero con una regla de oro, debía encontrar una carrera universitaria.

“En mis tiempos había una sola mentalidad, que te decía que debías terminar una carrera, tener una casa y un auto”, comenzó diciendo el cómico a BioBioChile.

Durante su trayectoria, mientras decidía que hacer, la única “proyección” que se asomaba en su horizonte, era la enfermería. Aprovechando que tuvo buenos resultados en la Prueba de Aptitud Académica, Aravena se matriculó en la Universidad de Concepción.

En pocos años pudo entrar al sistema de salud, y con apenas 22 años, conoció la realidad de la sala de urgencias de hospitales y clínicas de Santiago y Concepción.

De esta forma se mantuvo por 15 años, sin embargo, a la par que seguía con su ritmo, surgió en Luis la necesidad de desarrollar una carrera en la comedia.

Como si su identidad se dividiera en dos, como una versión de doctor Jekyll y el señor Hyde de la comedia, de día cumplía sagradamente con su trabajo de enfermero, mientras de noche empezaba una carrera de standapero.

En este sentido, el artista cuenta a BBCL que “para mí ser humorista era algo prohibido, porque en mi generación era obligación tener un trabajo estable y una casa”.

No obstante, como ser artista era tabú, igualmente siguió en esta senda, inspirado por el programa El Club de la Comedia, en que Sergio Freire, Pedro Ruminot, Natalia Valdebenito y Rodrigo “Guatón” Salinas realizaban monólogos y sketch, lo que le fueron “picando el bichito” del stand up.

La llegada de un enfermero a la comedia

Con 41 años, Aravena reconoce que el humor formó parte de su ADN desde siempre, mientras recuerda las actuaciones de Nelson “Pipo” Arancibia, Dino Gordillo y Coco Legrand como baluartes para definir su gusto por los chistes.

Luis notó que las observaciones de la vida diaria podrían servir como material para una rutina, lo que sumado a su experiencia como enfermero podía serle de utilidad para escribir libretos. Ya a partir de 2015, empezó a participar en el programa “Pongámonos serios” en la radio Los 40, un espacio conducido por Edo Caroe y el cual fue la primera oportunidad para realizar comedia en vivo.

Paulatinamente fue atreviéndose a incursionar en los escenarios. “En 2019, empecé ya a escribir más chistes y hacer memes, buscando el lado de la comedia hasta que me arriesgué y ya fue un camino que ya no pude dejar”, afirma a la presente redacción.

A lo largo de ese tiempo, también pudo aprender del comediante Luis Slimming, quien lo invitó a su taller de comedia. Por ello, Aravena confiesa que “decir algo gracioso no es tan difícil, pero escribir un chiste tiene una ciencia. En ese taller me enseñaron a escribir chistes y ordenarlos según sus parámetros”.

El sueño de un enfermero

Así las cosas, el cómico recuerda que a veces tenía un show en Santiago, para luego viajar a Concepción para empezar un turno temprano. “No se podía hacer las dos cosas, porque la falta de tiempo me agobiaba un poco”, advierte Aravena, que ahora gracias al “fandom” de salud, sus presentaciones tienen bastante éxito.

En diferentes bares y en medio de una gira que lo tiene recorriendo Chile, Luis ha podido establecer una conexión con el público que se identifica con sus historias.

“Es bonito que vaya gente y desde marzo que ya no estoy trabajando en el Hospital Regional de Concepción, solamente hago eventos y cosas así”, destaca.

La comedia es la mejor medicina

A su vez Luis detalla que por sí solo, la vida en un hospital es estresante, pero que una forma de lidiar con el estrés diario, era tratar de encontrar el lado cómico. “Todos alguna vez fuimos pacientes”, aclara. Y justo de esta experiencia, extrae lo que será un nuevo relato en el escenario.

En esta misma línea, revela que “he visto que la gente se ríe de ellos mismos y eso es muy saludable, además como hay mucha gente que está estresada por la falta de trabajo y de estabilidad laboral y reírse un poco hace bien. La mayoría de la gente que me va a ver es de la salud y yo tengo un personaje que se llama señora Gladys y la señora es la típica vieja desagradable que está en el hospital”.

Sin duda, admite que el trabajo en un hospital es rutinario, porque a veces los turnos son de “8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, además al otro día entras de noche y después tienes un solo día libre. Por otra parte, también en el descanso se puede hacer pocas cosas que no sea del trabajo”, remarca.

Igualmente el comediante destaca que ser enfermero tiene momentos de retribución, como el cariño de los pacientes, pero que ahora su interés es “hacer reír a la gente”.

“Hoy mi calidad de vida subió mucho”, expresa con alegría y satisfacción, pues ahora sus días transcurren arriba del escenario.