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El estado de salud del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, genera dudas sobre su aptitud para un segundo mandato, y expertos opinan si sufre de demencia, aunque no se puede diagnosticar a distancia. Según un informe médico oficial de febrero de 2024, Biden ha sido tratado por un carcinoma basocelular extirpado, apnea obstructiva del sueño, reflujo gastroesofágico y rigidez de la marcha ambulatoria. A diferencia de otros presidentes como Donald Trump, John F. Kennedy, Dwight Eisenhower, Franklin D. Roosevelt, Woodrow Wilson, Theodore Roosevelt, Grover Cleveland y Abraham Lincoln, quienes ocultaron enfermedades graves o minimizaron su gravedad durante sus mandatos presidenciales.

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El estado de salud del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está en entredicho, y muchos “expertos” han emitido sus veredictos sobre sus aptitudes para un segundo mandato. ¿Sufre Biden de demencia? No hay forma de saberlo mediante un diagnóstico a distancia.

Al respecto, nuestro medio asociado DW echó un vistazo a los presidentes de Estados Unidos que ocultaron una enfermedad o minimizaron su gravedad.

Joe Biden (2021 – ): balance “oficial” de su estado de salud

En febrero de 2024, la Casa Blanca publicó el último resumen médico oficial de Biden, en el que se afirmaba que tenía o estaba recibiendo tratamiento para lo siguiente: un carcinoma basocelular (extirpado), apnea obstructiva del sueño, reflujo gastroesofágico, y rigidez de la marcha ambulatoria.

Kevin C. O’Connor, médico oficial del presidente, escribió que Biden era un “varón sano, activo y robusto de 81 años, que sigue siendo apto para desempeñar con éxito las funciones de la Presidencia”. Y que no había “hallazgos consistentes con trastorno cerebeloso o neurológico central”.

Donald Trump (2017-2021): “¿COVID? ¿Qué COVID?”

En otoño de 2020, se alega que, mientras se presentaba a la reelección, Donald Trump esperó varios días antes de revelar públicamente que había dado positivo de COVID-19.

Su infección fue confirmada más tarde por su entonces jefe de gabinete, Mark Meadows. Se trataba de una infección por COVID combinada con hipoxia, una falta de oxígeno en la sangre.

John F. Kennedy (1962-1963): sus enfermedades crónicas secretas

A John F. Kennedy, quien fuera asesinado en Dallas en 1963, se le diagnosticó la enfermedad de Addison en la década de 1940, además de sufrir dolores crónicos de espalda, fruto de una herida de guerra. La cuestión es que esta enfermedad podría haberlo matado.

Kennedy negó activamente los rumores de que padecía esta enfermedad durante su campaña electoral en 1960, a pesar de los síntomas visibles, incluida la decoloración de la piel.

La enfermedad de Addison se comporta como una forma grave de deficiencia hormonal, cuando las glándulas suprarrenales no producen suficiente cantidad de ciertas hormonas, entre ellas el cortisol. Este, también conocido como la hormona del estrés, es esencial para la vida. Si no se trata, la enfermedad de Addison es mortal.

De Abraham Lincoln a Joe Biden: muchos presidentes de Estados Unidos no han gozado de una salud de hierro, e incluso algunas de sus enfermedades se han mantenido ocultas. Aquí un listado completo.
DW

Dwight Eisenhower (1953-1961): un corazón problemático

El primer mandato de Eisenhower fue duro para él: tuvo un infarto en 1955 y una operación de obstrucción intestinal menos de un año después.

El secretario de prensa reveló que Eisenhower había sufrido un episodio cardíaco, pero redujo su gravedad describiéndolo como una trombosis coronaria “leve”. Más tarde, desarrolló un aneurisma ventricular, una debilidad del corazón que puede producirse tras un ataque cardíaco. También eso se mantuvo en secreto.

Tras dejar el cargo, Eisenhower sufrió múltiples infartos de miocardio, un derrame cerebral, y murió de hipertensión y cardiopatía.

Franklin D. Roosevelt (1933-1945): cómo ocultar la polio

Afectado por la polio una década antes de su carrera presidencial, Franklin Roosevelt no pudo mantenerlo en secreto, al menos no del todo. Utilizaba aparatos ortopédicos y muletas para poder estar de pie en el podio durante los discursos. Pero la imagen en su silla de ruedas casera y con un perro en su regazo es legendaria.

Sin embargo, Roosevelt sí ocultó una cardiopatía hipertensiva, una insuficiencia cardiaca y una bronquitis aguda.

Woodrow Wilson (1913-1921): un golpe tras otro

Se dice que un derrame cerebral en 1919 dejó a Woodrow Wilson no sólo impedido físicamente -quedó parcialmente paralizado-, sino también afectado emocionalmente para el resto de su vida. De hecho, Wilson sufrió varias apoplejías, que negó públicamente. La primera, en 1896, dejó como secuela una debilidad en la mano derecha. Una segunda le afectó la vista.

Es posible que también padeciera dislexia, considerada una discapacidad en la época, así como trastornos psicosomáticos que carecían de explicación médica.

Theodore Roosevelt (1901-1909): la bala puede esperar

Theodore Roosevelt recibió un disparo en un mitín, pero siguió hablando en público durante 84 minutos antes de darse cuenta de que debía buscar ayuda médica. O subestimó la gravedad del disparo, o decidió mantenerlo en secreto.

Se cree que la bala fue desviada por el discurso de 50 páginas de “Teddy” Roosevelt y la funda metálica de sus gafas antes de perforarle el lado derecho del pecho. La bala quedó alojada entre la cuarta y la quinta costilla.

Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897): cirugía bucal para el cáncer

Cuando Grover Cleveland desarrolló una lesión cancerosa en la boca, decidió operarse a bordo de un yate en secreto. El anestesista era un dentista que también le extrajo dos dientes durante la operación. Eso permitió a la Casa Blanca afirmar más tarde que Cleveland se había sometido a una intervención dental de urgencia, nada más.

Pero la operación le afectó al habla y le provocó cierta pérdida de audición. Más tarde se dijo que había sufrido una depresión y que había muerto de una enfermedad gastrointestinal complicada por una cardiopatía, lo cual también fue un secreto hasta el final.

Abraham Lincoln (1861-1865): especulaciones sobre síndrome de Marfan

Se especuló con que Abraham Lincoln padecía el síndrome de Marfan, una enfermedad genética que afecta los ojos, la sangre, el esqueleto y que, de afectar al corazón, puede ser mortal.

Las especulaciones nunca se confirmaron. Lo que sí se aseguraba es que Lincoln sufría depresión. Abraham Lincoln fue asesinado a tiros.