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En noviembre de 1985, la erupción del volcán Nevado del Ruiz causó una tragedia en Armero, Colombia, donde Omayra Sánchez, una niña de 13 años, quedó atrapada en un río de barro y escombros tras perder a gran parte de su familia y hogar. A pesar de los esfuerzos de rescate, la falta de medios y la imposibilidad de moverla sin dañarla llevaron a su trágico fallecimiento tras 60 horas de agonía. La imagen de Omayra sumergida en el lodo se convirtió en un símbolo de la negligencia gubernamental y de las consecuencias evitables de desastres naturales. Aunque ocurrió hace casi 40 años, esta historia continúa impactando y recordando los resultados de las catástrofes en la sociedad.

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El 13 de noviembre de 1985, una impactante tragedia tuvo lugar en Armero, Colombia. La erupción del volcán Nevado del Ruiz arrasó con todo a su paso, pero no así con Omayra Sánchez. O bueno, no al menos de manera inmediata.

Morena, de pelo rizado, gentil. Difícil pensar en cómo Omayra, de tan sólo 13 años, tuviera un temple tan tranquilo y animoso luego de que la catástrofe se llevara a parte de su familia y hogar.

Sánchez se convirtió en la postal de la llamada Tragedia de Armero. Y es que, a pesar de tratarse de un suceso de hace 39 años, la imagen de Sánchez hundida en el barro, agua y escombros sigue siendo recordada como si hubiese ocurrido ayer.

Omayra Sánchez, la postal de una tragedia

Esa noche del 13 de noviembre de 1985, la niña estaba junto a su familia, en su casa. No sabían que a 48 kilómetros, el Nevado del Ruiz comenzaba a explotar.

Lava y cenizas volcaron sobre la nieve que cubría el coloso, generando así una inminente ola de agua, barro y escombros que luego azotaría Armero. Omayra, en ese momento, se encontraba en su casa junto a su padre, tía y hermano menor, detalla A24.

La pequeña estudiante perdió así su hogar y a sus familiares, luego de que la gran masa de agua derrumbara su casa y todo a su paso. Sánchez, milagrosamente, despertó tras el impacto. Se vio rodeada de escombros, y así pasó la madrugada de aquel fatídico jueves.

La mañana del viernes, equipos de emergencia y rescate llegaron a la zona. Omayra se mantenía en pie gracias al cadáver sumergido de su tía, sepultado bajo la masa de escombros que antes habían formado su hogar.

Infobae detalla que las piernas de la menor se sostenían sobre el brazo y cabeza de su familiar. Sin embargo, Sánchez no sentía sus extremidades inferiores, ni tampoco podía moverse en aquel río de basura y desechos.

El agua le llegaba al cuello. De la cintura para abajo, Sánchez estaba atrapada a causa de los grandes y pesados escombros de la estructura.

Cuando los equipos de emergencia intentaron sacarla en primera instancia, se percataron de que ello no sería posible sin dañar considerablemente sus piernas.

Se consideró la amputación, recoge Guioteca. Sin embargo, los especialistas comprobaron que tal opción era imposible por la falta de material quirúrgico y de las condiciones necesarias para que la niña sobreviviera.

El mismo medio detalla que los rescatistas realizaron un último intento de succionar con una motobomba el fango que no paraba de crecer alrededor de Omayra, pero no funcionó.

Así, y sin necesidad de que se dijera en voz alta, todos supieron que Sánchez no podría ser salvada, incluso la misma niña.

A pesar de la terrible situación en la cual la menor estaba inmersa, nunca mostró siquiera una pizca de miedo, pánico o desesperación. Su única preocupación dentro de toda la tragedia, era volver a clase. “Estoy preocupada, hoy era el examen de matemáticas”, pronunció en un momento.

Mientras pasaban las horas, periodistas y diversos medios de comunicación de todos lados comenzaron a llegar al lugar para ser testigos de lo que nadie quería aceptar: la posibilidad de que la niña muriera frente a todas las cámaras y, por ende, frente a todo el mundo.

Y así fue. Tras 60 horas inmóvil en el fango, Omayra brindó su último respiro y mirada a quienes la acompañaron en sus últimos momentos de vida.

“Tengo miedo de que el agua suba y me ahogue, porque yo no sé nadar”, manifestó también la niña a sus rescatistas; frases que hacían recordar que sólo se trataba de una pequeña de 13 años, con una gran cuota de inocencia aún.

“Te juramos, Omayra, que vamos a sacarte de aquí”, le respondían los rescatistas, a lo que la menor contestaba con calma que se fueran a descansar, y que después podían seguir con su rescate.

Aquel, según muchos de los testigos que estuvieron presentes en lugar, era el temple de la niña en la terrible situación en la que estaba: la calma, la empatía por los equipos de emergencia, la serenidad y una madurez difícil de creer en aquellas circunstancias.

Consecuencias evitables

Diversos reportes de la prensa internacional aseveran que la catástrofe de Armero fue algo completamente evitable. No la erupción del volcán en sí, claro, sino las devastadoras consecuencias que esto tuvo.

Según detalla La Nación, el Gobierno colombiano tenía conocimiento sobre la actividad volcánica de la región, sin embargo, desoyó las advertencias al respecto.

Así también, la BBC detalla que “se sigue insistiendo en que el desastre estaba anunciado y que las autoridades de entonces no hicieron nada para evitar la muerte de unas 25.000 personas“.

El afamado fotógrafo francés, Frank Fournier, fue uno de los tantos testigos que viajaron a Armero para presenciar y plasmar para la posteridad la catástrofe y el caso de Omayra Sánchez. Fue él quien retrató a la niña en la postal que recorrió e impactó al mundo entero.

De hecho, la icónica imagen capturada por Fournier le valió el primer premio del concurso fotográfico “World Press Photo” en 1986, recoge El País. Frank la tituló “La agonía de Omayra Sánchez”.

Caso Omayra Sánchez: la cruda postal de la tragedia de Armero que impactó y recorrió el mundo entero
Frank Fournier

ABC detalla que para el tercer día, y poco antes de su deceso, Omayra ya tenía sus ojos de un tono rojo oscuro, casi negro. Su cara ya estaba hinchada, y sus manos ya habían perdido el color.

El mismo medio -y muchos otros más- consignan que la causa de muerte de la niña habría sido una gangrena o una hipoterma, o ambas. Sin embargo, nunca se puso confirmar el motivo real por la imposibilidad de realizarle una autopsia al cuerpo de Sánchez.

El caso de Omayra continúa generando impacto hasta la actualidad, a pesar de haber ocurrido hace casi 40 años.

Las crudas postales de la Tragedia de Armero recuerdan que las catástrofes naturales y las negligencias pueden, de alguna manera, ir de la mano, y quedar para siempre marcadas en la memoria colectiva.