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París no siempre fue ’Aesthetic’: la cruda transformación de la ciudad medieval a la urbe de las luces

29 junio 2024 | 07:50

París cuenta hoy en día con el título de ser la ciudad más visitada del mundo. Se estima que en 2023 fue transitada por más de 20 millones de personas, cifras que seguramente se superarán este año, con los Juegos Olímpicos.

Sus atractivos son muchos: avenidas elegantes, monumentos ostentosos, edificios glamorosos, lujo, gastronomía e historia por montones.

La capital francesa data del 259 a.C., dando cuenta de una basta trayectoria, mostrando un pasado bélico, militar, artístico y, por qué no decirlo, Medieval.

Muchos han sido los cambios que ha tenido la ciudad en más de 2.000 años. Sin embargo, el más significativo vino en la segunda mitad del siglo XIX, hace no mucho.

París antes de Haussmann

La historia pone en este punto al emperador Napoleón III (sobrino de Napoléon Bonaparte), quien en su apogeo odió la configuración de la ciudad, la cual considerada “fea, maloliente y plagada de parásitos”.

Y en este punto tenía bastante razón, ya que hacia 1820 la ciudad se vio bastante afectada por epidemias como el tifus y el cólera.

El diagnóstico inicial indicaba que la urba estaba claramente hacinada: las calles eran muy estrechas, las construcciones estaban ligeras y poco espaciadas, no había orden entre viviendas y las personas disponían de espacios personales casi nulos. Básicamente un caos.

A eso se sumaba el deseo secreto del emperador, para que su capital superara a la bella y radiante Londres, urbe magnánima de la Inglaterra que él detestaba.

Fue así como Napoléon III ordenó la demolición de París para la creación de una nueva ciudad, con un gran concepto arquitectónico, nombrando para realizar esto al prefecto para el Sena, George-Eugène Haussmann.


El Barón Haussmann era servidor público, no tenía estudios en Arquitectura o nociones de urbanismo, pero se consideraba como uno de los máximos conocedores de la ciudad.

El plan de Haussmann para París

De acuerdo a la BBC, Napoleón III adoraba al Haussmann, a quien consideraba un hombre “grande, fuerte, vigoroso, energético, y al mismo tiempo inteligente y ladino, con un espíritu lleno de recursos”.

El plan fue simple, demoler barrios enteros para construir grandes avenidas y edificios modernos. La ciudad debía estar conectada en torno a sus grandes plazas y monumentos.

Los ejes del nuevo París debían ser el Arco del Triunfo, Panteón, el Museo del Louvre o la Plaza de la Concordia, a lo que se sumarían obras que estaban fabricación, como la Torre Eiffel y la ópera Garnier.

Las calles pequeñas pasaron de 5 a 20 metros de ancho, mientras que las grandes avenidas llegaron a los 70 metros, ejemplo de ello son los Campos Elíseos. A eso se sumaron construcciones de plazas nuevas, acueductos, nuevos gasoductos y cloacas.

Arco del Triunfo

Aunque el tamaño de las calles tenía un objetivo más allá de los estético o sanitario: permitir que la policía pudiera controlar el orden público con mayor rapidez durante protestas o revueltas.

Respecto a los edificios, estos debían tener un máximo de 7 pisos, en donde el último tenía que diferenciarse por un corte en diagonal, que permitiera pasar la luz hacia las calles.

Se estima que Haussman ordenó la destrucción de unos 19.750 edificios, mientras que con el paso de los años de construyeron un total de 35.000 nuevos.

Para muchos, el resultado más significativo es la red de 12 calles que se unen en torno al Arco del Triunfo, máxima obra de Napoleón Bonaparte.

De acuerdo a The Guardian, fueron más de 10.000 los trabajadores que se utilizaron en las obras de demolición y posterior construcción. La primera parte fue realizada sólo con picotas, nada de maquinaria pesada.

Edificios de París

Inicialmente, los planes de la nueva metrópolis estaban orientados a 20 años, sin embargo, problemas de dinero, guerras y tomas de poder hicieron que esto se extendiera hasta 1920.

Haussmann fue despedido de su cargo hacia 1870, debido a que su gestión en París involucró un gran gasto de dinero para el estado francés. Por fortuna, las obras continuaron con su marcha.

Posteriormente, el hombre fue elegido como diputado bonapartista por Ajaccio, teniendo tiempo para escribir sus memorias en torno a la renovación la actual cuna del glamour.