Dos mundos distintos, pero con el común denominador del sufrimiento. El migrante que rescató a un niño estadounidense tuvo unencuentro que jamás olvidará y que lo cambió para siempre.
En la frontera sur, entre México y Estados Unidos, las historias son fuertes. Rescates en el desierto de Arizona, o en el Río Bravo no paran de llegar, ahora que el covid es parte del pasado.
Hasta octubre pasado, la Patrulla Fronteriza capturó a 200 mil inmigrantes ilegales, intentando conquistar el sueño americano, según CNN.
Los que fueron devueltos a su país, no imaginan que años atrás existió una persona que, como ellos, quería cruzar con todas sus fuerzas, pero el deber se cruzó en su camino.
“Una y mil veces”, es la frase que lo resume todo. Cuando se tiene hijos, se piensa en qué pasaría si alguien les negara la posibilidad de vivir, con una sola decisión.
Un viaje contra el dolor, que se volvió pesadilla
Un niño de tan sólo 9 años había perdido a su padre, meses atrás, y el dolor lo atormentaba a diario.
Dawn Tomko, madre de Chris Buchleitner, decidió llevarlo a un viaje de paseo junto a sus dos perros, Tanner y Jade. Ambos querían sanar un poco la ausencia de su ser querido, según el relato en la cadena Telemundo.
Todos subieron a la van de la mujer, se dirigieron por la carretera rumbo del desierto de Arizona, cerca de donde los migrantes cruzan de forma ilegal.
Tomko perdió el control del vehículo, cayendo por una colina. Quedó a unos pocos metros del precipicio y atrapada. Salvo su hijo, quien pudo salir junto a uno de sus perros.
El viaje para olvidar, se volvió una pesadilla para el niño, un jueves del Día de Acción de Gracias, de 2007.
El impactante encuentro entre migrante y niño estadounidense en pleno desierto
Chris caminó varios kilómetros hacia el desierto, dejando a su madre, ya que estaba atrapada en el auto. Vio pasar a un helicóptero de la Patrulla Fronteriza, pero este no pudo verlo, como sí lo hace con los ilegales en esa zona.
El niño, no obstante, no se dio por vencido. La noche estaba por llegar y cuando todo estaba desolado vio una silueta humana asomar a la distancia.
Se trataba de Manuel Córdova, un hombre de 26 años, oriundo de la conflictiva Sonora, México, y quien huía de un pasado de drogas y amenazas de grupos delictivos.
Su situación cambió en cosa de segundos, tras encontrarse frente a frente con un niño desconcertado, asustado, pidiendo auxilio para su madre.
Como pudo, le explicó a Manuel lo ocurrido. El dilema, para cualquier migrante con el sueño americano a cuestas, sería hacer caso omiso del pedido de auxilio y seguir su camino, o quedarse a ayudar.
El migrante que rescató a un niño estadounidense y una fogata para dejarse ver
Manuel Córdova optó por dejar de lado su camino a EEUU. La sola idea de que sus hijos tuvieran el mismo pedido de auxilio y que nadie los ayudara, lo puso en marcha, acompañado de una figura vulnerable, Chris.
Le dio la sudadera negra que traía, ya que comenzaba a caer la noche. Cuando llegó a la van, se dio cuenta de que el vehículo estaba al borde del precipicio, pero había un espacio por donde constatar el estado de Dawn Tomko, de quien escuchó una respiración fuerte.
Córdova regresó al lado de la carretera, esta vez, esperando que la Patrulla Fronteriza lo viera. Toda una ironía, considerando la condición inicial de su viaje. Con los trozos de leña, podría hacer una fogata para volverlos visibles en medio de la fría noche del desierto.
Nadie en la nada. No hubo otros migrantes a la vista, oficiales por aire o por tierra, u otro estadounidense pasando por la zona. No les quedó más remedio que esperar.
El niño y su perro quedaron profundamente dormidos. Manuel, pasó en vela verificando la respiración de la mujer, quien se escuchaba, pero cada vez más suave. En la media noche, dejó de escucharla.
Un migrante al descubierto, en medio de la tragedia
Pocas horas después, al salir a buscar nuevamente ayuda, y con el temor de no haber escuchado respirar a la madre de Chris, Manuel salió de nuevo a la carretera. Por fin, un auto a la vista.
Se trataba de unos cazadores de codornices que lo acompañaron al lugar del accidente. Desde ahí, llamaron por radio satelital a la Patrulla Fronteriza. En poco tiempo, estaba un contingente de uniformados, entre ellos varias unidades de Bomberos.
De nuevo, la ironía asomó en la vida del mexicano, los agentes lo esposaron. Sin embargo, el niño de 9 años se afanó en contarles lo que Manuel hizo por él.
“Perdóname, pero es mi trabajo”, le dijo uno de los oficiales, quien terminó pidiéndole disculpas.
Manuel pidió una sola cosa, además de un cigarro: dejarlo quedarse hasta el rescate de la madre del niño. Tras finalizada la labor, el gesto sombrío en la cara de los rescatistas, lo dijo todo: la mujer murió debido a las heridas tras el accidente.
El migrante mexicano rompió en llanto. Se sintió impotente ante todo el esfuerzo por salvar dos vidas. Recordó la muerte cerebral de su abuela y el reciente deceso de su padre.
Antes de ser subido al auto de la Patrulla Fronteriza, y tras ver a Chris ser traslado en una ambulancia junto a uno de sus perros (el otro salió despavorido tras el accidente), todos los oficiales le dieron una estruendosa ovación. El corazón de Manuel, en cambio, iba destrozado.
Deportación para el migrante que rescató a niño estadounidense
Si quedaba la esperanza de que más que un aplauso, Manuel fuera recompensado pasando al otro lado de la frontera, lo hizo, pero devuelta a la convulsionada Sonora.
En efecto, el mexicano que decidió dejar el sueño americano por intentar rescatar a madre e hijo de un grave accidente, quedó marcado por la historia, para siempre.
Cuando volvió a la casa de sus padres, no contó una sola palabra de lo ocurrido, hasta que un día federales estadounidenses tocaron a su puerta. Lo llevaron al otro lado para ser homenajeado por su heroísmo.
Cuando todo parecía indicar que los elogios pasarían a un acto mayor, es decir, una visa humanitaria, no fue así. Córdova regresó a la realidad de un territorio mexicano donde nada había cambiado, salvo él, tras semejante experiencia.
“El desierto tiene una forma de reorganizar las prioridades”, aseguró.
El pasado Día de Acción de Gracias, con motivo del aniversario número 16 de su valiente acto, fue entrevistado por CNN en su nueva ciudad, Mexicali, donde también lo consideran un héroe, pero es una palabra que él no quiere ostentar.
El migrante que rescató a un niño estadounidense: dos vidas que cambiaron
Cuando su madre murió en el accidente en Arizona, a pocos meses del deceso de su padre, Chris Buchleitner estaba desolado y se fue a vivir con sus tíos en Pennsylvania. La experiencia fue demasiado dura a casi una década de vida.
Ahora, con 25 años de vida, medios estadounidenses lo buscaron para saber de su vida. Se convirtió en un biólogo, como su madre y en 2020 se recibió como enfermero y trabaja en el hospital UPMC Shadyside en Pittsburgh. Se especializó en atención con pacientes con problemas cardíacos.
El migrante que conoció en la frontera cuando niño lo llevó al camino de rescatar personas.
Chris reconoció que no supo más de Manuel Córdova. El dolor de lo ocurrido lo hizo no buscar información respecto al traumático suceso. Sin embargo, sabe que sin él, no estaría vivo.
“Ni siquiera sé si habría pasado la noche”, aseguró en una entrevista.
Por su parte, Córdova se alejó completamente de las drogas y, pasó de ser un padre que hasta estuvo en prisión, por no pagar la manutención de sus hijos, a uno que dirige un pequeño negocio en Mexicali, su nuevo lugar de residencia, ahora con 42 años de vida.
“Yo era un desastre. Realmente (el desierto) cambió mi forma de pensar porque antes sólo pensaba en mí”, reconoció.
Sin embargo, no volvería a intentar cruzarlo. Aunque cuando le preguntan qué haría si estuviera en la misma situación, sabría lo que haría.
“Una y mil veces más. Sin pensarlo ni dudarlo”