El rechazo que siente un adolescente de 18 años, en La India, es sólo una parte de lo que debe soportar. Las burlas, apodos como ‘niño fantasma’ y la exclusión social, forman parte de su historia.
Amrish carga con todo ese costo emocional, producto de la cicatriz en su rostro, hecha por un depredador. No recuerda nada. Era sólo un bebé cuando, en una faena de su madre, ocurrió un terrible ataque que lo marcó de por vida en todos los sentidos.
Cuando hablamos de que las redes sociales son indolentes, las personas, cara a cara, también pueden serlo, según el relato de este joven indio.
Sus familiares y otros cercanos forman parte de esa red de soporte que no lo deja caer, pero que a veces se vuelve insuficiente, debido a la complejidad del actuar de la gente y los tiempos.
Esta es la historia de un joven que no es un fantasma, sino, un ser humano que espera por ayuda o, al menos, por un poco de empatía.
Un bebé destinado a ser apodado “Niño fantasma”
Hace 18 años, el mundo estaba inmerso en millones de historias paralelas, unas más complejas que otras. La de Amrish, sobrepasó los límites.
Una mañana, en 2005, su madre lo llevó a trabajar al campo, donde solía recolectar como cada día para asegurar el sustento a su hogar. No tenía con quién dejar a su bebé de tan sólo 5 meses de nacido. No hubo opción.
Mientras ella hizo una pausa en la recolección, el mundo se le vino abajo cuando, al darse vuelta para echar un vistazo a su hijo, vio como un lobo gris lo atacaba, según el relato ofrecido a Daily Mail. El depredador le estaba “comiendo la cara” a su hijo.
Todo se volvió dolor y caos en el lugar. La mujer partió con su bebé, malherido, a un hospital de gobierno, en Madhya Pradesh, cercano al sitio de la faena.
Los médicos se toparon con la dantesca escena y consiguieron salvar la vida del bebé. No obstante, el lobo causó un enorme daño físico. En el futuro, se volvería emocional, al ser apodado “niño fantasma”.
Una sola cirugía y una máscara para el “niño fantasma”
Los días y años posteriores para Amrish fueron complejos, un término que se queda corto con la tragedia que sufrió. Sus días pasaban entre el dolor de sus heridas y el de tipo emocional.
Al salvarle la vida, los médicos intentaron reconstruir su cara, pero el daño era tan grande que se necesitaba un cirujano experto en el tema. No fue hasta 2012 que tuvo la opción de una cirugía reconstructiva, pero era sólo una parte del tratamiento, debido a la desfiguración que presentaba.
Su cara quedó con cicatrices enormes y sus dientes inferiores expuestos; afortunadamente sus ojos y su visión no quedó comprometida, pero sí la de quienes no pudieron verlo como una persona que sufría heridas emocionales, más allá de las cicatrices.
Por lo anterior, el adolescente debió usar una máscara por varios años. Una protección facial que también lo ocultaba de las miradas curiosas y temerosas debido a su aspecto de “niño fantasma”.
“Los niños y las personas me tienen miedo. Debido a esto, ni siquiera obtuve la admisión a la escuela antes”, aseguró Amrish, quien agregó que no fue posible someterse a más intervenciones en el quirófano, ya que sus padres eran y son muy pobres para costearlas.
“Mis amigos me quieren mucho y siempre me cuidan”
La pobreza en la casa de Amrish, el joven atacado por un lobo gris, cuando sólo tenía 5 meses de nacido, es evidente y confirma lo lejos que se encuentra de un tratamiento médico, a 18 años de la tragedia que vivió siendo un inocente.
En el fondo, que su historia se dé a conocer, más allá de La India, podría suponer una ventana a la esperanza de que un tratamiento altruista toque a la puerta de su vida, la que ha tenido que esconder por temor a los apodos crueles a los que ha sido sometido, entre estos “niño fantasma”.
Pese a la vicisitud, este joven indio se aferra de lo bueno que le rodea: su familia y sus pares, estos últimos de suma importancia en la adolescencia.
“Mis amigos me quieren mucho y siempre me cuidan”, asegura con confianza, pese al historial de rechazo en la sociedad en la que vive y el de los niños, por quienes el sistema escolar decidió rechazarlo para no ocasionarles temor al verlo.
Por el momento, no se informó de un tratamiento en puertas para este joven. Pero, para él, visibilizar su historia podría ser de ayuda, a pesar de que dolorosamente reconoce que, a excepción de su círculo cercano, “nadie quiere hablar conmigo”.