Era su último "primer día de clases", sin embargo, esa mañana en vez de ir al colegio, Marty terminó en una estación de policía siendo interrogado y su vida cambiaría para siempre.
La mañana del 7 de septiembre de 1988, Marty Tankleff tendría su último primer día de colegio y se levantó para ver a sus padres.
Era el final del verano en la zona de Long Island, en el Estado de Nueva York, sin embargo, nada quedó de ese calor matutino cuando Marty se encontró con una escena que cambiaría su vida.
Ese día, el joven descubrió a su madre muerta y su padre desangrándose. A partir de ese momento todo cambiaría para el adolescente de 17 años.
Una llamada hizo que se convirtiera en el principal sospechoso del crimen y eso lo llevaría a pagar una condena de 17 años que finalizaron en 2007 y planteó una misión de vida para él, luchar para que a otros no les pase lo mismo.
Marty Tankleff: un despertar brutal
Marty Tankleff se preparaba para su último día de secundaria cuando se levantó y bajó las escaleras de la lujosa casa en la que vivía con sus padres en los suburbios de Long Island, en el Estado de Nueva York en Estados Unidos.
Sus padres, Arlene y Seymour Tankleff, de 53 y 63 años respectivamente, lo adoptaron antes que naciera y le dieron una vida que, probablemente, ellos no tuvieron, siendo parte de las familias acomodadas de la zona.
Ese fatídico 7 de septiembre, Marty se encontró con su madre muerta y su padre, desangrándose en su oficina, inconsciente y agonizando, luego de una noche en la que habían estado jugando cartas con amigos de la familia, consignó El Confidencial.
Ante la emergencia, el joven de 17 años realizó lo que cualquier norteamericano sabe que debe hacer, llamó de inmediato al 911, el número de emergencias. Luego de esa llamada comenzaría un calvario para Tankleff, no tendría a sus padres, pero aún peor, él sería acusado de su muerte.
Una vez que la policía llegó a su hogar, se lo llevaron para un interrogatorio. El aún adolescente estaba en shock, sin embargo, recibió las preguntas de la policía.
No pasó por un hospital, tampoco estuvo mucho tiempo en su hogar, sino que se lo llevaron directamente al interrogatorio donde él pensaba que era una víctima, sin embargo, luego descubrió que era el principal sospechoso.
El juicio que lo condenó a cadena perpetua
El interrogatorio que le realizó la policía constó de varias preguntas que lo apuntaban como sospechoso y que intentaban sacar información para que señalara lo que la policía quería escuchar, que él había cometido el crimen.
Entre las tácticas que utilizó el detective a cargo del caso, James McCready, se consideró mentirle con el objetivo de que confesara.
Marty, a sus 17 años y luego de perder a sus padres, se enteró de que supuestamente su papá había despertado de su inconsciencia y lo había apuntado a él como el autor del asesinato de su madre y el ataque contra él.
De igual forma, le indicaron que habían encontrado cabello de él en las manos de su madre, sin embargo, todo eran mentiras para obtener una declaración de él.
Lo que sí era verdad es que él declaró que el día anterior su padre había estado con Jerry Steuerman, su socio en un negocio de bagels, quien debía a su padre casi 900 mil dólares y para él era un sospechoso del crimen.
Sin embargo, su declaración no se consideró, pese a que Steuerman desapareció, como si se lo hubiera tragado la tierra por una semana. Luego, señalaría que buscó cobrar un seguro de vida para su familia por miedo a ir a la cárcel, entendiendo que Marty lo mencionó como sospechoso, indicó BBC.
Dos años después del asesinato de los padres de Marty, lo condenaron a dos cadenas perpetuas que lo llevaron de inmediato a la cárcel. La posibilidad de salir con libertad condicional se daría solo 25 años después.
“Lo que recuerdo de ese día es que me llevaron a la cárcel del condado, y que el empleado en el cuarto de pertenencias me preguntó ‘¿qué haces aquí? no hay manera de que te hayan encontrado culpable” mencionó.
La vida en la cárcel y salir libre
Marty Tankleff se mantuvo 17 años en la cárcel, pero jamás dejó de buscar formas para demostrar que no había cometido los crímenes que lo mantenían ahí.
De acuerdo a lo que comenta en su sitio web, con el apoyo de familiares, abogados, investigadores privados y defensores que trabajaron de forma gratuita, logró que se realizara una nueva investigación de su caso.
En 2001, cuando ya llevaba 11 años en la cárcel, un detective jubilado de Nueva York tomó su caso y las pistas que conducían al socio comercial de su padre, Jerry Steuerman.
Consiguieron testimonios de al menos 20 nuevos testigos, pero el testimonio del conductor de los sicarios, Glenn Harris, sería lo que haría la diferencia. Éste señaló que condujo a estas personas al domicilio de los Tankleff.
Sin embargo, esto no fue suficiente y se concluyó que en el condado de Suffolk, donde se dio el caso, no habría justicia para Marty. Eso los llevó a la Corte de Apelaciones de Brooklyn, donde se demostró que no había pruebas suficientes para acusarlo.
Renaciendo como abogado
La condena a Marty se anuló y el 21 de diciembre de 2007, luego de 17 años en la cárcel, salió en libertad con un fallo que afirmó “Es abominable para nuestro sentido de la justicia y el juego limpio, permitir la posibilidad de que alguien inocente de un delito pueda ser encarcelado o castigado de otro modo por un delito que no cometió”.
Desde ese día las cosas cambiaron para Marty, quien pasó horas en la biblioteca de derecho de la cárcel. Indicó “Trabajé en ella durante doce o trece años, trabajé en mi propio caso y en otros”
Esto hizo que siguiera la carrera de derecho y como un abogado se dedicara a sacar de la cárcel a personas que viven lo mismo que él pasó cuando era sólo un adolescente. De igual forma recibió dineros asociados a demandas que realizó al sistema de justicia americano debido a los 17 años de cárcel que vivió.
Junto a Marc Howard, su amigo de infancia y quien trabajó para sacarlo de la cárcel, realizaron un curso en Georgetown en 2018 para que alumnos de esa casa de estudios puedan entender casos como el de Marty.
A juicio de Howard, el sistema judicial de Estados Unidos es extraordinariamente cruel, indicando que más allá de la justicia, prima el racismo, la religión, la política y los negocios.
Un “mounstruo” difícil de enfrentar, pero con el que junto a Marty dan la pelea todos los días para evitar que situaciones así vuelvan a pasar.