Un prisionero de guerra, torturado desde sus primeros días de cautiverio, utilizó un momento clave para mandar un mensaje claro, por medio del código morse, hasta su país. Su hazaña ha pasado a la historia como uno de los momentos más estratégicos en tiempos adversos.
Antes de ser considerado por su país como un héroe de guerra, Jeremiah Denton construyó su fama a base de un código de comunicación utilizado estratégicamente en tiempos de guerra.
Nadie esperó que durante una entrevista, originalmente planificada para hacer quedar bien al bando enemigo, utilizara sus párpados para enviar un pedido de auxilio y, de paso, informar a Estados Unidos de la situación que atravesaban los prisioneros de guerra, como él, en Vietnam del Norte.
Las imágenes en las que se le ve débil, pero desafiante, le dieron la vuelta al mundo, tras publicada la situación que, en un inicio, sus captores querían usar como propaganda para sus milicias.
Denton, no obstante, supo como aprovechar el momento por el cual fue castigado durante varios años más.
La caída y captura de Jeremiah Denton
Era el 18 de julio de 1965 cuando Jeremiah Denton, un comandante de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, lideraba a un escuadrón de 28 aviones de ataque, surcando los cielos de Vietnam del Norte.
Su trayectoria aérea, lo respaldaba. Era la misión #12 que comandaba. Toda una carta de presentación en territorio hostil, tras haber despegado del mar de China Meridional, junto a su copiloto el teniente Bill Tschudy.
El objetivo a atacar estaba en su radar de bombarderos. Era el complejo de almacenes militares en Thanh Hoa, 75 millas al sur de Hanoi, según el relato publicado en The New York Times, hace casi una década.
Sin embargo, todo salió mal. Las baterías antiaéreas enemigas soltaron una ráfaga que impactó la aeronave de Denton y Tschudy, cerca del río Ma. De esa forma, dejaron inservible su sistema de guía.
Pasaron pocos minutos para que el avión comenzara a caer en picada, con los intentos desesperados del Comandante estadounidense, quien se lesionó un tendón, tratando de restablecer el control del aparato. No lo consiguió. Activaron la salida de emergencia y fueron eyectados con sus paracaídas, pero fueron apresados por soldados de norvietnamitas.
“Aturdido y sangrando como estaba, mi emoción principal fue la furia”. Estaba enojado como el infierno por haber sido derribado, y aún más enojado por haber sido capturado”.
Las torturas que vivió Jeremiah Denton por casi 8 años
Las extensas aguas del río Ma, como contemplando su caída, representaron un presagio del largo periodo que le esperaba al Comandante Jeremiah Denton, como prisionero de guerra en Vietnam del Norte.
Su fallida misión se transformó en un calvario que incluyó golpizas, hambre, torturas y detenciones repetidas en cajas con forma de ataúd.
Entre los campos de concentración en los que fue recluido, figura el famoso y despiadado “Hanoi Hilton”. La burla a la cadena hotelera, que representaba todo lo contrario a la estancia en esta, lo describe todo.
El estadounidense cautivo por el bando enemigo estuvo por 7 años y 7 meses en las condiciones antes descritas. Más de la mitad de este periodo, lo vivió en encierros solitarios, sin ver la luz. A menos de que fuera trasladado a otra prisión.
Pese a las torturas, con otros prisioneros se mantuvo con perfil alto (dentro de lo posible), comandando al grupo y llevándolo a no mostrar miedo. Lo anterior, les significó más dolor.
“Insistí en que nos propusiéramos no sucumbir a las amenazas, sino ponernos de pie y decir que no. En sentido figurado, habíamos empezado a tendernos sobre las vías del tren con la esperanza de que el solo peso de nuestros cuerpos detuviera el tren. Los forzamos a ser brutales con nosotros”.
Pese a ser castigado por sublevar al resto de sus compañeros, los hizo comunicarse por medio de golpes en la pared o tosiendo en secuencias que significaban mensajes entre ellos.
El pedido de auxilio de Denton parpadeando en clave morse
A tan sólo 10 meses de caer como prisionero de Guerra en Vietnam del Norte, Jeremiah Denton había hecho el ruido suficiente para ser considerado de los cautivos más influyentes.
De esa forma, fue seleccionado para participar en una entrevista de propaganda, en favor del bando norvietnamita, que se transmitiría en la televisión japonesa.
Por supuesto que a las golpizas y torturas a las que era sometido, se sumaron las amenazas de sus captores de infligirle cosas peores, si no hablaba en favor de éstos durante su participación en la producción televisiva.
Pero el Comandante tenía un as bajo la manga. Una estrategia ante las cámaras que puso en marcha al instante de sentarse ante estas.
Fingiendo un desmayo, cegado por los reflectores, comenzó su desanimado relato sobre la (falsa) indulgencia con la que los soldados enemigos lo trataban a él y a otros prisioneros estadounidenses.
Al mismo tiempo, el prisionero hizo una seguidilla de parpadeos, que parecían espasmos, ante el entrevistado y los norvietnamitas. Sin embargo, en realidad era un grito silencioso de auxilio. En clave morse, les dijo: T-O-R-T-U-R-A.
El nivel de desafío a sus captores lo aumentó cuando respondió a la pregunta de las denunciadas atrocidades de guerra de EEUU, en ese lado de Vietnam.
“No sé qué está pasando en Vietnam porque las únicas fuentes de noticias que tengo son norvietnamitas. Pero cualquiera que sea la posición de mi gobierno, creo en él, lo apoyo y lo apoyaré mientras viva”, dijo en plena entrevista.
Años después, se supo que fue golpeado toda la noche en castigo a sus palabras y, más aún, cuando descifraron su mensaje en morse.
La liberación de Jeremiah Denton
El 17 de mayo de 1966, la entrevista japonesa en la que Jeremiah Denton pidió ayuda, llegó a Estados Unidos. Sin embargo, su pedido de auxilio no tuvo los efectos inmediatos que suelen mostrarse en las películas sobre héroes de guerra estadounidenses, siendo rescatados por su gobierno.
En Washington, al leer el mensaje en clave morse, se dieron cuenta que tanto el Comandante Denton, como otros de los prisioneros, estaban siendo torturados por los norvietnamitas.
Si bien fue una recepción clara, pasaron 7 años, entre quejas y propaganda dando a conocer la situación, para que el prisionero que parpadeó la palabra T-O-R-T-U-R-A, fuera liberado de su cautiverio.
De hecho, fueron los Acuerdos de Paz de París, en 1973, los que pusieron fin a la guerra en Vietnam e incluyeron el intercambio de prisioneros de guerra.
Los más antiguos serían los primeros a liberar, según describe el sitio web del Museo Nacional de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. En esa primera tanda, estaba Denton.
El 12 de febrero de 1973, Denton y Tschudy, su copiloto, regresaron a casa, haciendo una escala en Filipinas, para los chequeos médicos correspondientes. Sus captores intentaron vestirlos de forma llamativa para la propaganda. No obstante, muchos se rehusaron a portar prendas pomposas. Vistieron discretos pantalones y camisas oscuras. La idea era no poner en riesgo la denominada Operación Homecoming.
Jeremiah Denton: de prisionero a senador de EEUU
A su regreso, Jeremiah Denton fue condecorado y ascendido a contralmirante en su país. Su hazaña como prisioneros de guerra fue reconocida y vitoreada, pero este veterano de Vietnam tenía planes políticos para su vida.
Siete años después, casi el mismo tiempo en el que fue prisionero de guerra, se postuló como senador por Alabama, el estado del que era oriundo.
Su fama lo precedía y resultó electo en la votación, convirtiéndose en un político ultraconservador, miembro republicano de dicha cámara en el capitolio, durante seis años.
Antes de asumir el cargo, escribió sus memorias de cautiverio en Vietnam del Norte. El libro “When Hell Was in Session” (Cuando el infierno estaba en sesión), reveló los detalles de los casi ocho años de ese periodo de torturas y más. Posteriormente, su historia fue llevada al cine, protagonizada por el actor Hal Holbrook.
De la tortura a la política estadounidense, Denton recorrió un largo camino de reconocimiento, hasta que el 28 de marzo del 2014, a los 89 años, fue informada su muerte. Vivía en Virginia Beach, más que retirado de la vida militar y de la política republicana.
Las causas naturales de su deceso, contrastaron con la supervivencia a la tortura que le fue infligida por sus captores norvietnamitas. No obstante, fue su astuto sistema de comunicación el que lo mantuvo con vida, hasta el día de su liberación y por varias décadas más.