Por diversas razones, el señor Els, como era conocido uno de los protagonistas de esta historia, se distinguía de entre los demás. Tanto así que adoptó un hipopótamo pese a las advertencias de propios y extraños.
Los hechos se remontan dos décadas atrás, cuando este sudafricano (41 años) fue contra todos los pronósticos, olvidando a la naturaleza y el poder instintivo de sus animales que se caracterizan por ser libres y, algunos, extremadamente peligrosos para los seres humanos.
Aún así, su granja estaba llena tanto de amor como de especies que reñían con las normas de convivencia natural. En alguna ocasión, la criatura de la que se volvió inseparable, emitió señales de advertencia que Marius Els ignoró, pagando un precio enorme por ello.
No es un hecho único. Varias noticias, a nivel mundial, han expuesto las consecuencias de un binomio antinatural, pero de patrón repetitivo.
El hombre y el hipopótamo: el inicio del fin
En 2005, la historia de Els y su hipopótamo apenas comenzaba. El granjero adinerado habría comprado un pequeño ejemplar de tan solo 5 meses de nacido, según el medio británico Daily Mail. Sin embargo, otras versiones aseguran que lo rescató en un río desbordado.
Se lo llevó a su granja de 400 acres (más de 160 hectáreas) en Klerksdorp, en una zona rural al noroeste de Sudáfrica. En ese lugar ya habitaban otras 20 especies animales, entre estas, algunas jirafas. No obstante, la afición hacia su nuevo amigo era distinta a la del resto de integrantes de este zoológico privado.
La cría de hipopótamo fue bautizada como Humphrey y recibió un trato especial, al punto de tener su propio lago artificial. Els quería hacerlo sentir como en casa. Sin embargo, no lo estaba y sería cuestión de tiempo para que quedara en evidencia.
Marius Els, de entonces 35 años, no era capaz de analizar el desequilibrio natural que tenían sus actos, o su relación con los del reino animal. El joven hombre que adoptó un hipopótamo, se sinceró tiempo después al respecto.
“Piensan que solo se puede tener una relación con perros, gatos y animales domésticos, pero tengo una relación con el animal más peligroso de África”, en relación a su nuevo amigo que crecía, a pasos agigantados, con el correr de los meses.
Els no exageraba. Se calcula que los hipopótamos provocan la muerte de unas 500 personas cada año, muchas más que los temidos leones con 100 muertes; o los tiburones, con no más de 10 en el mismo periodo, según la Universidad Veracruzana de México.
El granjero que adoptó un hipopótamo: “Es como un hijo para mí”
En enero de 2011, un feliz Marius Els se dejó fotografiar con su amigo Humphrey. Estaba subido en el lomo del gigante animal. Habían pasado ya 6 años desde que este fue adoptado y lo cabalgaba, en marcha suave.
“Si decide quitarme de encima, entonces me tira como a un caballo. Mis amigos ni siquiera se acercarán a él”, le comentó a un entrevistador que llegó a su propiedad para no perder detalle de la historia del hombre que adoptó un hipopótamo. Els, se mostró entusiasta a revelarlos.
“Humphrey es como un hijo para mí, es como un humano. Hay una relación entre Humphrey y yo y eso es lo que algunas personas no entienden”, dijo en ese entonces el exmayor del Ejército sudafricano, quien tenía esposa.
Sin embargo, que la gente no lo entendiera o que sus cercanos le advirtieran del peligro de dicha convivencia, exponía razones de peso -literal- ya que el animal ostentaba, con 6 años de edad, 1.200 kilos.
En una ocasión, un hombre y su nieto de 7 años que estaban en una canoa, tuvieron que subir de emergencia a un árbol. Humphrey se abalanzó contra estos. Els llegó al rescate con una manzana, asegurando que el animal tenía hambre.
La señal de advertencia, desde el instinto del enorme ejemplar, estaba clara. No obstante, su cuidador no la entendió.
El hombre que adoptó un hipopótamo y su trágico final
Transcurrieron aproximadamente 10 meses desde que Els cabalgó a su hipopótamo Humphrey para la fotografía.
Una mañana de sábado, en noviembre, sobrevino la tragedia. Humphrey se lanzó hacia el hombre que lo consideraba su hijo y lo mordió en reiteradas ocasiones. Una mandíbula capaz de superar las 1800 libras de presión por pulgada cuadrada (PSI), casi el doble de un tigre de Bengala.
Marius Els no tuvo oportunidad para zafarse. Su cuerpo fue encontrado varias horas después en la laguna artificial que construyó para Humphrey.
“Los paramédicos acudieron a la escena y descubrieron que el hombre había sido mordido varias veces por el animal y que también había estado sumergido en el río por un período desconocido”, relató Jeffrey Wicks, portavoz de los servicios privados de ambulancia que acudieron a la escena.
La historia del hombre que adoptó un hipopótamo se redujo a un ataque mortal que convocó, de nuevo, a la prensa británica. Pero esta vez para hablar de las consecuencias de aquella dispar relación.
Poco se sabe de la suerte que corrió el ejemplar, contrario a lo sonoro de la noticia de lo sucedido al que se consideró como su padre adoptivo.
Cada cierto tiempo, medios británicos, como Mirror, recuerdan la historia de Els y Humphrey con un final infeliz. Como recordando que, si bien los hombres tienen libre albedrío, los animales poseen un instinto superior a cualquier deseo humano de retenerlos.