La tarde de este jueves en el Reino Unido se confirmó la muerte de quien fuera su Reina por 70 años, Isabel II. La mujer que tomó el liderazgo de los países bajo dicha monarquía a los 25 años, falleció en el Castillo Balmoral rodeada de la familia real. Sin embargo, lo que pocos saben es que la monarca no debía serlo.
La historia de cómo llegó al reinado Isabel II es de larga data y tiene un trasfondo más bien polémico.
Sabido es que tanto la Reina como la corona británica son instituciones conservadoras y religiosas, razón por la que se generó gran debate y críticas cuando su tío, Eduardo VIII, renunció a su derecho al trono para casarse con una norteamericana que se había divorciado dos veces.
Una historia que resurgió cuando su nieto, el Duque de Sussex, Harry, también desistió de su lugar en la realeza para irse a vivir a Estados Unidos junto a su esposa Meghan Markle, una actriz estadounidense que también había estado casada.
Eduardo VIII, el primero en la línea de sucesión
Como se menciona anteriormente, Isabel II no debía ser Reina, al menos no según la línea de sucesión. Esto, ya que quien debía ocupar el trono era su tío Eduardo VIII, relata la BBC.
David, nombre de nacimiento del en ese entonces rey, en 1936, sorprendió a todo el mundo cuando decidió abdicar al trono para contraer matrimonio con Wallis Simpson, quien era su amante, de hecho habría sido Lady Furness, su pareja, quien se la presentó.
En ese momento, todo el mundo se opuso a la unión, al punto de ponerlo entre la espada y la pared, haciéndolo elegir entre el trono y su gran amor. La decisión para Eduardo fue clara: Wallis Simpson.
“God save the Queen”
Al renunciar al título nobiliario, era su hermano Alberto, el segundo en la línea de sucesión y padre de Isabel, quien debía tomar el poder. Lo cual hizo ese mismo año tomando el nombre de Jorge VI.
Así, a partir de 1936, cuando Isabel tenía solo 10 años, se convirtió en la primera en la línea de sucesión. Luego de 16 años en el trono, el padre de la monarca enfermó gravemente debido a su adicción por el tabaco, misma razón por la que en varias ocasiones tuvo que tomar su rol y representarlo en visitas y eventos.
Y aunque Isabel comenzaba a acostumbrarse a ser la representante oficial de la realeza, no fue hasta febrero de 1952 que su sucesión al trono se hizo real. En plena luna de miel, a los 25 años, se enteró de que sería la reina de Gran Bretaña, título que mantuvo hasta morir a los 96 años, cuando se convirtió en la monarca más longeva en ocupar el cargo.