Este 8 de mayo se celebra el Día de la Madre, una fecha en que se destaca la importante labor que millones de mujeres realizan durante la crianza de sus hijos, pero ¿te has preguntado por qué se celebra? Pues todo se debe a la estadounidense Anna Jarvis, la persona que impulsó esta festividad.
La historia de esta tradición se remonta a comienzos del siglo XX, Jarvis nunca se convirtió en madre, pero quiso honrar a la suya creando un día especial en que se conmemorara el enorme aporte que hacen las mamás a la sociedad.
Ejemplo de este rol lo vio reflejado en su progenitora, Ann Reeves Jarvis, quien con mucho esfuerzo organizó grupos de mujeres para cuidar a los soldados heridos durante la guerra civil en los Estados Unidos (1861-1865) y siempre expresó que tenía que existir una fecha para celebrar a las madres.
Según el medio británico BBC, Reevis siempre solía decir: “Espero y rezo para que alguien, un día, reconozca un día en memoria de las madres, para celebrar el servicio incomparable que prestan a la humanidad en todas las áreas de la vida“.
En 1905 Ann Reeves falleció, pero su hija inició una feroz campaña para conseguir su gran anhelo. Para lograr su cometido, Jarvis se convirtió en una ferviente activista que luchó por esta causa.
Anna Jarvis y su lucha para oficiar el Día de la Madre
El camino que tuvo que recorrer Anna Jarvis fue bastante complicado. Hubo muchas personas que no tomaron en serio su petición de establecer un día feriado para celebrar a las madres. Su insistencia llegó a tal punto que escribió cartas dirigidas a celebridades, personas de la elite y autoridades para que apoyaran su iniciativa.
En 1911, los esfuerzos de Jarvis rindieron frutos, pues gran parte de los estados que formaban parte del país reconocieron la festividad que impulsó como un día feriado. Luego de tres años, se oficializó el segundo domingo de mayo como el “Día de la Madre”, fecha que coincidió con el aniversario de la muerte de su progenitora.
El lucro se apoderó de la festividad
Con el paso de los años, Anna se dio cuenta de una situación que no le gustó y que se repetía constantemente en torno a esta celebración. Se trataba del brusco giro comercial que comenzó a adoptar esta fiesta.
Las empresas y pequeños negocios comenzaron a sacar provecho del significado original de esta fecha para aumentar sus ventas. Las florerías, joyerías y chocolaterías eran quienes más se vieron beneficiadas, debido a la alta demanda de sus productos.
Esta lógica consumista no fue bien recibida por su precursora, ya que el sentido inicial se fue extinguiendo. Según el periódico norteamericano The Washington Post, durante décadas Anna Jarvis comenzó una ardua lucha para evitar que este día se convirtiera en una fiesta comercial.
Acabar con el Día de la Madre
Su objetivo era simple, quiso poner fin a lo que tanto le costó lograr. Para frenar esta situación, Jarvis lideró marchas en contra de este día, amenazó con acciones legales y escribió cartas expresando su molestia a diferentes políticos. Incluso, mantuvo fuertes intercambios de opinión con Eleanor Roosevelt, primera dama de los Estados Unidos, por promover su festividad.
En reiteradas ocasiones, Anna protagonizó altercados y desórdenes públicos con los comerciantes de flores por incrementar abruptamente los valores de sus productos. También, se opuso al lucrativo negocio de la industria de las tarjetas de regalo, que no expresaban el real sentido de la celebración.
Katharine Lane Antolini, investigadora y autora del libro que relata la historia de Anna Jarvis, explicó a la BBC que “ella aspiraba que ese día fuera un ‘día sagrado’ que conmemorara a la madre que colocó las necesidades de sus hijos antes que la propia”.
“Nunca quiso que se convirtiera en un día para dar regalos costosos, como en lo que se volvieron otros festivos al inicio del siglo XX”, afirmó Antolini.
Jarvis gastó toda su modesta fortuna para acabar con la celebración. Asimismo, Anna se manifestó para conseguir la propiedad intelectual y legal del “Día de la Madre”, argumentando que no era de dominio público.
Finalmente, la lucha que lideró la mujer fue en vano. En 1948, la creadora de esta fiesta falleció a los 84 años en un sanatorio. De acuerdo con The Washington Post, la mujer cayó en una profunda depresión y quedó en banca rota luego de destinar todo su dinero a combatir la festividad que un día impulsó con mucha pasión.