80 años han pasado desde que inició su calvario. 78, desde que fue encontrada junto al resto, por un grupo de soldados nazis. En agosto de 1944, llegaron hasta lo que ahora se conoce como la “Venecia del norte”.
El inmueble, en los largos canales de la ciudad holandesa, fue testigo mudo de la captura de los Frank y sus acompañantes, todos deportados a Alemania. Margot y Ana fueron a dar a un campo de exterminio en Bergen-Belsen. Quien dejó las más tristes memorias a disposición del mundo moría en 1945 en ese infame lugar.
En el presente, cuando el mundo sigue preguntándose ¿por qué tanto horror?, sale a la luz una investigación que revela el nombre del presunto responsable del fin de casi todos los Frank y otro indeterminado número de judíos.
El libro, que salió esta semana, revive indicios que llevan al que consideran el traidor de su propia raza, no sin antes desatar polémica entre los historiadores del Holocausto, según medios europeos como El País.
La traición a Ana Frank: el notario judío que la delató
Arnold van den Bergh era un importante miembro de la comunidad judía de Ámsterdam.
El nombre del también notario es parte central de la investigación llevada a cabo durante seis años, la cual se elevó al libro denominado “La traición a Ana Frank”, que salió el pasado lunes 17 de enero, desatando todo tipo de reacciones.
Pieter van Twisk, encabeza el equipo de trabajo compuesto por 23 personas, el cual ha revisado miles de documentos, además de utilizar inteligencia artificial para analizar 66 gigabytes de información. Todo para indagar a quien fuera un notable judío. Uno que, según las pesquisas, traicionó a Ana Frank y a su familia, entre otros miembros de su comunidad.
Uno de esos documentos, aunque no en original, es el que recibió el único sobreviviente de la histórica familia: Otto Frank, quien al término de la Segunda Guerra Mundial fue rescatado de un campo de exterminio en la ya derrotada Alemania nazi.
En 1946, a 1 año de la desaparición de su esposa y sus hijas, el padre de Ana Frank recibió un escrito, anónimo, en el que le revelaban el nombre de la persona que delató su escondite: el notario Arnold van den Bergh.
“Fueron reportados a la Jüdische Auswanderung [oficina de emigración judía] por A. van den Bergh, que vivía entonces cerca del parque Vondelpark, en Ámsterdam. En dicha oficina de emigración tenían una lista completa de direcciones proporcionadas por él”, decía la nota.
Sin embargo, el único documento en poder de los investigadores es uno escrito a máquina, hecho por el mismo Otto Frank, replicando el contenido anónimo recibido. Dicha prueba estaba en manos del hijo de un policía holandés quien, finalizada la guerra, rastreó la información, investigando la denuncia anónima. Se estrelló con un muro de resistencia debido a la prominencia del notario, respetado en su círculo, más allá de su muerte y “cuya integridad estaba fuera de toda duda”, según la policía de la época.
Las razones del notario judío para delatar a Ana Frank
Según el libro “La traición a Ana Frank, Arnold van den Bergh se valió de su prominente figura en el Consejo Judío Holandés para sobrevivir y proteger a su familia de la deportación, pero no por mucho tiempo.
“Obtuvo una prórroga por parte de los nazis dada su posición, que aprovechó para buscar escondites para sus hijas y se movió con gran inteligencia”, dice Van Twisk, jefe de la investigación que se ampara en una treintena de teorías de esta traición.
No obstante, el notario tuvo una discusión con un miembro del Movimiento Nacional Socialista Holandés (NSB), el cual era estrecho aliado de los nazis. Con esa gresca verbal, Arnold van den Bergh perdió poder entre el enemigo acechando a su comunidad. Entonces, tomó la más infame decisión para salvarse, junto a su familia.
“En ese momento, debió de proporcionar a los alemanes las direcciones de escondites de ciudadanos judíos”, aseguró la investigación. Ese listado habría incluido el Prinsengracht 263, la calle en la que vivía Ana Frank y su familia. El lugar de una captura que supuso el principio, pero no el fin de una historia.
Vince Pankoke, agente jubilado del FBI, es uno de los involucrados en esta investigación hecha libro. El estadounidense reconoce las limitantes de las pesquisas, sin pruebas de ADN.
“Por la montaña de datos, documentos perdidos y testigos fallecidos, hay que apoyarse en pruebas circunstanciales”, declaró a medios de los ahora Países Bajos.
¿Qué fue del notario judío “delator”?
La mencionada colaboración de Arnold van den Bergh, para poder moverse hábilmente sin ser capturado junto a su familia, no duró por mucho tiempo.
La historia sitúa su arresto, a cargo de los nazis, en 1943. En ese entonces no había delatado a los Frank y a otros judíos, valiéndose de documentos notariales, desde el Consejo Judío Holandés, hacia la oficina de emigración judía. La Jüdische Auswanderung era la oficina alemana encargada de enviarlos a campos de exterminio en Polonia y Alemania, entre 1941 y 1943.
Los defensores de Van den Bergh sostienen que, si fue capturado en 1943, no pudo revelar la lista de judíos para su deportación y asesinato. No obstante, y pese a que se habló de que fue enviado a un campo de concentración, se reveló décadas después que nunca pisó uno.
Según Pankoke, no fue hasta 1964 que Otto Frank habló de la información anónima que recibió, acusando al notario de revelar su ubicación. No obstante, el padre de Ana Frank, dejó todo en el pasado, por no afectar a terceros.
Hablando de su defensa póstuma, un grupo de académicos (en Países Bajos) del Holocausto salió al paso de la investigación relatada en esta nota. Su indignación a la misma es colosal.
Uno de ellos, es el director de la Casa museo de Ana Frank. Ronald Leopold aseguró que la nueva teoría es “un nuevo enfoque de un puzzle incompleto”.
Similar reacción tuvo el experto en el Holocausto y el genocidio, Johannes Houwink ten Cate, quien considera que no hay evidencia de que la dirección de Ana Frank estuviera en una lista y que el notario Arnold van den Bergh lo supiera.
“Se necesitan pruebas sólidas para hacer acusaciones de este calibre”, sostuvo a los medios de su país.
Para el agente retirado del FBI, aunque el ADN probatorio no forma parte del análisis hecho durante 6 años, su equipo tiene un “un 85% de probabilidades de acertar”.
Agregó que si hay responsables a los que apuntar a lo largo de la historia, esos son Hitler y sus hombres.
“En cualquier caso, los únicos malvados aquí fueron los nazis. Para acusar a Van den Bergh primero hay que preguntarse hasta dónde habríamos llegado nosotros para salvar a nuestros seres queridos”.