La fotografía de un joven de 24 años y su padre acabó dando la vuelta al mundo luego de que un médico a cargo de la salud del pueblo Zo’é compartiera la postal en sus redes sociales.
En la imagen, se ve al chico cargando a su padre, quien va sentado en su espalda con ayuda de un gran trozo de tela. Si de por sí la fotografía impactó a quienes la vieron, su historia conmovió aún más.
“Momento más destacado de 2021. Tawy Zó’é llevando a su padre Wahu Zó’é a su primera vacuna contra el COVID-19″, escribió el neurocirujano y experto en salud indígena en el Amazonas, Erik Jennings.
“Tawy cargó a su padre durante 6 horas a través de un bosque con colinas, arroyos y obstáculos. Después de la vacuna, volvió a poner a su padre sobre su espalda y caminó otras 6 horas de regreso”, añadió quien lleva dos décadas a cargo de la salud del pueblo Zó’é.
El autocuidado de la tribu
De acuerdo al doctor, a más de dos años desde el inicio de la pandemia, no se ha registrado ningún caso de COVID-19 en la población de Zo’é.
“La población de Zoé está dispersa en un territorio de 669.000 hectáreas y se organiza en más de 50 pueblos diferentes”, explicó el profesional a El Mundo, explicando que estos limitaron su movilidad en el territorio.
De acuerdo al medio español, desde el comienzo de la pandemia, los Zó’é optaron por aislarse aún más. Se dividieron en 18 familias y “adoptaron la estrategia de no cruzarse entre ellos y de evitar acercarse a los blancos”.
“El caso de Wahu y Tawy Zo’é es el de una relación muy intensa de amor, cariño y respeto entre padre e hijo”, contó Jennings. “Ya antes de la pandemia Tawy cargaba a su padre en paseos entre los pueblos”, recordó.
Un mensaje al mundo
Sobre el motivo de compartir una imagen que se tomó en enero de 2021, el médico aseguró a la BBC que “quería enviar un mensaje positivo a principios de año”.
“También era una forma de tratar de enviar un mensaje del pueblo Zo’é, porque siempre preguntan si los blancos se están vacunando y si se acabó el COVID-19″, agregó.
De acuerdo al medio, el pueblo indígena Zo’é se ubica en el norte de Brasil, cerca del río Amazonas, en un área de selva considerada altamente preservada y con una enorme biodiversidad.
La idea de crear una base
Jennings además comentó en sus redes sociales cómo se planificó la vacunación del pueblo indígena: Crearon un punto de inoculación alejado de la comunidad.
“Usamos algunas cabañas de aldeas cercanas a nuestra base, lugares abiertos y aireados, lejos de donde los Zó’é duermen. Cada familia se vacunó por separado, y llegaban por caminos que sólo ellos conocen para así evitar los cruces entre los grupos”, explicó.
Esta táctica resultó exitosa durante la primera y segunda dosis de la vacuna. De hecho asegura que fue una de las decisiones que más seguridad dio a la comunidad. “Si fuéramos nosotros a los pueblos llevaría semanas vacunarlos a todos”, mencionó.
“Ante la pandemia, así como en otras acciones de salud, hemos adoptado prácticas que respetan y tienen en cuenta la cultura y conocimiento de las personas. Evitamos imponer nuestro modelo biomédico que muchas veces provoca graves efectos colaterales físicos, psicológicos y culturales”, apuntó.
“Cultura, amor y respeto mutuo es lo que tenemos que aprender de los Zo’és. Pero todos pueden ver una foto de acuerdo a lo que tienen en su corazón”, cerró.