Cada 11 de septiembre, al menos antes de los atentados terroristas en Estados Unidos, la fecha evocaba sentimientos encontrados en Chile y más allá.
La memoria internacional no reprimía nada del suceso que revistió la más absoluta fuerza bruta viniendo de una fuerza armada, como las del momento en otras latitudes, enterrando la bota a cada paso, marcando el destino de naciones sin rumbo democrático.
Quién iba a decirlo dos años atrás (1971), cuando, durante casi un mes, el estandarte latinoamericano del comunismo, Fidel Castro, se instalaba en Chile, siendo escoltado (en algunas ocasiones) por el hombre que se alzaría en un golpe de Estado posterior contra el otrora homólogo del cubano, Salvador Allende.
Ya todos, o casi todos, saben cómo acabó la jornada de ese 11/S (hoy, hace 48 años) de los chilenos. Lo curioso, fue ver antes a dos que se convirtieron en archienemigos, ser los más cordiales generales recorriendo varios tramos de Chile, confiando, aparentemente, en su afable paso rígido.
Una de las fotos más llamativas que cumplió ya medio siglo, fue la que muestra a un Augusto Pinochet, hablándole al oído a Fidel Castro. Nadie supo con certeza qué fue lo que el entonces dictador en potencia le decía a otro que ya lo era, sin embargo, la imagen sigue siendo una de las más emblemáticas en la historia de los dos países.
Medios como la cadena británica BBC se dieron la tarea de analizar el interés de Castro por Chile, bajo la conducción de Allende. El líder cubano no imaginaba lo que el socialismo viviría poco tiempo después del episodio gobernando con el enemigo, con protagonistas como Pinochet.
“Fidel había invertido mucho en Chile, no hay que olvidar que incluso estuvo de visita más de un mes en ese país”, aseguraba a la prensa británica Frank Mora, director del Centro Latinoamericano y del Caribe en la universidad FIU de Miami.
Y con sus intereses puestos en territorio chileno, Castro vio la oportunidad de instalar su ideología en los más jóvenes, el semillero de esta, capaz de asimilar que el imperialismo era la fuente de todo mal.
A Pinochet, parecía no incomodarle la situación, o al menos jugó sus cartas ideológicas con toda la frialdad. Las fotografías, una vez más, lo sugieren. Para la posteridad quedó el coordinado saludo militar que los generales chileno y cubano hacían en cada parada en la que multitudes aplaudían su presencia resguardada hasta el último detalle.
Una de las zonas visitadas en las 3 semanas de estadía de Fidel Castro en Chile, fue la Universidad de Concepción.
En el sitio memoriachilena.gob.cl hay una galería de imágenes de esta y otras paradas del desaparecido dictador cubano.
El recorrido, asegura este portal, incluyó “Antofagasta, Santa Cruz, Santiago y Puerto Montt entre otras ciudades, visitó fábricas, minas de extracción de cobre como Chuquicamata, la mina de carbón en Lota, la salitrera Santa Elena y diversos centros universitarios, siendo el más emblemático su encuentro con jóvenes militantes en la Universidad de Concepción”.
El fusil y la traición
Los encuentros entre Castro y Pinochet, tan cordiales como coordinados, parecían de lo más íntimos, pero revestían la más natural desconfianza, emanada de cada uno de sus uniformes.
La agencia de noticias EFE, cita a un Fidel aconsejando a Allende a no confiarse de los militares y fortalecer a la clase obrera porque “puede, a tu llamado ante la Revolución en peligro, paralizar a los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile”.
Más que lo anterior, el entonces dictador cubano hizo un regalo premonitorio a Allende. Tanto la citada agencia como la BBC de Londres, aseguran que se trató de un fusil AK-47 con el que el jefe de Estado socialista se quitó la vida, hoy, hace 48 años, cuando las fuerzas militares invadieron La Moneda.
“De un día a otro su aliado y su amigo, una persona con la que tenía una gran afinidad, desaparece del gobierno y se implanta una dictadura militar anticomunista que rechaza cualquier relación entre Chile y Cuba”, aseguró Frank Mora, director del Centro Latinoamericano y del Caribe en la universidad FIU de Miami.
Al otro extremo, del lado del lado enemigo, quedaba el que fue anfitrión de Fidel Castro alguna vez en Chile.
Hasta el día de su desaparición, Pinochet y Castro, negaron que sus ideologías y regímenes implantados en sus respectivos países tuvieran la connotación que el mundo y sus acciones les otorgó.
“Esta nunca ha sido dictadura, señores. Esta es dictablanda. Pero, si es necesario, vamos a tener que apretar la mano porque tenemos que salvar primero el país y después miraremos hacia atrás. Por eso creo y estoy convencido que solamente cuando los chilenos vean lo que es el comunismo, cuando los chilenos entiendan los engaños, la falacia, cómo los están engañando, van a darse cuenta que este gobierno tiene razón”, aseguró.
Fidel, mientras tanto, cuando el arresto de Pinochet en Londres, vislumbró división en Chile, tras el suceso, según la publicación de una entrevista en un portal oficial cubano.
Castro aseguró que había que conjugar aspectos morales y legales tras esta detención, la cual miraba insuficiente, si se iba más allá, apuntando a los padrinos de la dictadura chilena (EEUU, entre estos) y todo el daño colateral causado en otras naciones como Nicaragua y El Salvador, cuyos uniformados se habían adiestrado en Chile (Escuela de Las Américas), bajo la asistencia militar pinochetista, además de las miles de desapariciones en este territorio durante la dictadura.
“Pinochet no actuó solo. Se han desclasificado los documentos oficiales de Estados Unidos, que demuestran que desde el primer día en que se conoció la elección de Allende, el gobierno de Estados Unidos, el Presidente de Estados Unidos y la alta dirección de Estados Unidos tomaron la decisión de derrocarlo. Asignaron fondos, 10 millones de dólares de inmediato; dieron instrucciones de impedir por cualquier medio, primero, que tomara posesión, tratar de impedir la toma de posesión, y, segundo, tratar de derrocarlo a lo largo de todo el período ulterior”, aseguró en vida.
Un día como hoy, se remece la historia.