Uno de los mitos más antiguos de la historia de Estados Unidos habla sobre los dientes de George Washington, el primer presidente de Estados Unidos.
Increíble, pero cierto, porque aún en el 2021 se habla sobre los problemas dentales que vivió George Washington a lo largo de toda su vida adulta, lo que lo acomplejó durante muchos años, pese a que hizo todo lo posible para no perder sus dientes.
El mandatario estadounidense utilizó dentaduras postizas y recurrió a todo tipo de trucos para poder lucir una dentadura acorde a su puesto en la sociedad de la época, sin embargo, esto desató uno de los mitos más antiguos de la cultura norteamericana: ¿cuál era la procedencia del material para confeccionarlas las placas dentales? ¿eran de madera, venía de hipopótamos o fueron dientes robados a esclavos?
Tus dientes, George
Cuando George Washington prestó juramento en 1879 como el primer presidente de Estados Unidos en el New York Federal Hall, no poseía sus dientes, sino que ya utilizaba incómodas dentaduras postizas que deformaban su rostro, le generaban mucho dolor inflamando sus encías alrededor del único diente que le quedaba, destacó The New York Times.
Washington tenía 57 años cuando pronunció el juramento, tras una vida intentando ser un hombre fuerte, como un monumento, algo que creía importante para su nación. Sin embargo, sus dientes, eran el signo mortificante de debilidad del mandatario, que incluso lo hacía más solitario.
Según destaca en su sitio web, Mount Vernon, el museo que se creó en el que fuera el hogar del presidente estadounidense, Washington documentó en sus diarios que habría pagado 5 chelines a una persona denominada “Doct Watson” para que le extrajera uno de sus dientes a los 24 años.
Los registros de este tipo, haciendo referencia a dolores en sus dientes, la constante pérdida de sus piezas dentales, así como también sus intentos por mantener una buena higiene bucal, comprando cepillos, raspadores, limas para las dentaduras postizas que utilizó e incluso, medicamentos que aliviaran su sufrir se suscitaron durante toda su vida.
Y son justamente las múltiples dentaduras postizas de Washington, el origen de uno de los mitos más antiguos de Estados Unidos, el material a partir de lo que se construyeron estas piezas dentales.
A mediados del siglo XX se publicaron artículos que señalaban que los dientes que componían las dentaduras de George Washington estaban hechos de madera. Lo insólito, es que esto incluso se enseñó en las escuelas de Estados Unidos, por lo que aún es posible encontrar adultos mayores que recuerdan haber visto esto como “contenido” de sus clases.
¿Eran realmente de madera?
La sonrisa de George Washington era un tema importante para él, en otro registro de sus diarios le rogaba a John Greenwood, uno de sus odontólogos, que evitara cualquier cambio en la dentadura postiza, las que ya le impedían sonreír o reír con confianza, lo que tristemente había sido notado por parte de su gabinete, consigna The New York Times.
Sin embargo, el material con el que John Greenwood confeccionaba las placas dentales no eran de madera, como indica el mito, sino que más bien fueron creadas a partir de marfil que se manchó con el tiempo, dándoles un aspecto de “madera” destaca Mount Vernon.
Sin embargo, otro punto importante en la generación de este mito viene a partir de que Washington reparó sus dentaduras en algunas ocasiones, por lo que se asumió que pudieron ser de este material, debido a la facilidad que implicaba manejarlo.
Pese a eso, el museo que lleva su nombre y posee algunas de sus dentaduras postizas en exhibición, aseguró que a lo largo de su vida el mandatario nunca utilizó este material en la construcción de sus aparatos dentales, aunque sí aseguró que fueron otros los materiales que se usaron, los que para muchos, causan escalofríos.
Plomo, marfil, cobre… humanos
Según destaca History, la mayoría de los materiales señalados se utilizaron en la confección de los diversos juegos de dentaduras que lució el mandatario estadounidense.
El sitio web confirma que se utilizaron elementos como marfil, lata y oro para la dentadura que utilizó el día que juró para el cargo más importante de su país, cuando aún mantenía sólo un diente, que luego perdió y fue entregado a su dentista, John Greenwood, como un recuerdo.
En cuanto a que sus dentaduras estuvieran compuestas por dientes reales, efectivamente lo son. El juego completo que aún mantiene Mount Vernon está compuesto por dientes humanos, animales y un poco de marfil de elefante tallado.
Lo cierto es que consciente de su situación, Washington conservó varios de sus dientes bajo llave, en un escritorio de su hogar en Mount Vernon, esperando poder utilizarlos en sus nuevas dentaduras postizas.
Le escribiría a su primo lejano Lund Washington, quien se mantenía en Mount Vernon que le enviara a Newburgh, Nueva York, los dientes, indicando en una carta: “En un cajón del armario del escritorio que se encuentra en mi estudio, encontrarás dos pequeños dientes (delanteros); les ruego que los envuelvan con cuidado y los envíen incluidos en la próxima carta que me envíen. Estoy seguro que los dejé ahí, o en el cajón secreto de la taquilla del mismo escritorio”.
Sin embargo, hay un detalle que para muchos resulta polémico y es que existe el registro de que el padre de Estados Unidos habría adquirido 9 dientes, comprados a “negros”, específicamente afroamericanos.
Según detalla Mount Vernon, la transacción se realizó por 122 chelines, la moneda de la época, y se desconoce si las personas a las que les compró los dientes eran o no esclavos, destacando que tampoco existe registro sobre si estas personas tuvieron opción de negarse a la venta de sus piezas dentales.
El destino de estos dientes se desconoce, pudieron ser entregados al Dr. Jean-Pierre Le Mayeur, amigo y dentista personal de Washington, pero no se sabe si fueron para el presidente o algún miembro de su familia. Y aunque puede sonar como una práctica brutal, era algo normal en 1984, cuando las personas más adineradas solían realizar este tipo de compras.
A pesar de ser uno de los hombres más importantes de la historia de Estados Unidos, George Washington tenía una debilidad y esta fueron sus dientes, nunca pudo sonreír con tranquilidad, incluso en los mejores momentos de su vida como estadista, cuando pese a tener el poder en la mano, su boca le recordaba que aún había algo que lo podría mortificar y eso era su salud dental.