La historia cristiana está repleta de personas y situaciones que, por siglos, han sido difíciles de explicar, desde los santos, personas con estigmas y las miles de cartas sobre Jesús, la principal figura de aquella religión.
Hace tres años, un grupo de científicos italianos hizo noticia al anunciar que habían descifrado una parte de lo que era conocida como la “Carta del Diablo”, una misiva que había sido escrita por una monja hacia 1676 y que, a la fecha, nadie había podido descifrar.
Su autora fue una joven llamada Isabella Tomasi, quien en ese entones estaba enclaustrada en el convento de Palma di Montechiaro, donde llevaba una vida de oración y penitencias.
Tomasi había nacido en la localidad italiana de Agrigento, en 1645, siendo hija de una familia de basta tradición Católica.
Sin ir más lejos, todos los hijos de Giulio Tomasi, su padre, fueron servidores de la iglesia de alguna forma, incluida Isabella, quien nunca expresó reproches ante un inminente ingreso al monasterio.

Fue así como, a la edad de 15 años, ella ingresó al convento antes mencionado bajo el nombre de María Crocifissa della Concezione, donde inmediatamente se caracterizó por ser una joven muy reservada, que llevó sus votos con bastante resignación.
No obstante, nadie pensó que años más tarde, ella tendría que pasar por una experiencia en extremo particular, en la cual ella misma confesó que fue parte de una posesión demoníaca, para escribir una carta contraria a la historia cristiana.
Según detalla el diario La Vanguardia, la leyenda indica que una mañana de 1676 Isabella se levantó luego de haber dormido en el piso y vio sus manos llenas de tinta, lo que generó pánico en ella.
Al ver la habitación, ella misma se dio cuenta que no habían más personas, pero sí tres extrañas cartas que estaban escritas con la misma tinta que ella tenía en sus manos.
Fue por eso que salió gritando por el lugar indicando que Satanás había tomado su cuerpo para escribir las misivas, las cuales tenían unos signos que resultaron incomprensibles. Al cabo de un tiempo fueron bautizadas como las “Cartas del Diablo”.
Como fuera, sus compañeras y las autoridades del convento creyeron lo que ella relataba, ya que hasta ese momento no había dado muestras de comportamientos extraños.
Lo cierto es que de esas tres misivas sólo una logró permanecer hasta nuestros tiempos. Aquella ha sido analizada por teólogos y estudiosos de la lengua, pero hasta 2017 nadie encontró respuestas claras.

Ese año, expertos del Museo de Ludum (Italia) entregaron los primeros acercamientos sobre lo que decía aquella carta, aunque sólo lograron deducir algunas frases sin mayor sentido.
Daniele Abate, director del Museo, indicó que para el estudio debieron usar algoritmos alojados en la Deep Web, los cuales apoyaron el proceso.
Para Abate, la carta contenía dialectos propios del griego, árabe, alfabeto rúnico o del latín, los cuales ayudaron a configurar un relato contrario a las creencias cristianas.
En total se lograron traducir 15 líneas de aquella carta, las cuales no tenían mucho sentido entre sí.
En ella describe a Dios, a Jesús y al Espíritu Santo como “pesos muertos”. Agregando que “Dios piensa que puede liberar a los mortales”, y que “Dios fue inventado por el hombre”.
En otra línea, la monja habría sostenido que “este sistema no funciona para nadie”.
“Quizás ahora el río Estigia sí que exista”, termina la carta, haciendo referencia al río que, según la mitología griega, separa a la Tierra del mundo de los muertos.

Contrario a lo que pensaron las personas hace 300 años, para Abate este contenido no habla de una posesión demoníaca, sino de una posible enfermedad que padecía Tomasi.
Según el analista, esta tendría relación con un cuadro de desorden bipolar o incluso esquizofrenia, lo que la habría llevado a escribir esas afirmaciones.
Para apoyarse en eso, el equipo afirmó que cuando la mujer ingresó al convento, a los 15 años, había estudiado diferentes idiomas, los cuales “se podrían haber mezclado en su mente de forma involuntaria”.
Cierto o no, la carta ha seguido siendo estudiada por analistas de diversas partes del mundo, sin haber mayores novedades en los últimos años.
Hay que señalar que el 15 de agosto de 1787, el papa Pío VI declaró a Isabella Tomasi como una “venerable” de la Iglesia Católica.