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Dos empleados del Banco Vaticano podrían ser despedidos por contraer matrimonio, ya que una nueva normativa prohíbe la contratación de dos cónyuges. La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano ha intentado mediar sin éxito, y la norma estipula que los trabajadores serán despedidos 30 días después de la boda a menos que uno renuncie.

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Dos empleados del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, enfrentan la posibilidad de ser despedidos tras contraer matrimonio, debido a una nueva normativa del organismo que prohíbe la contratación de dos cónyuges.

Los trabajadores, que se casaron el pasado sábado en una parroquia de la costa romana, podrían perder su empleo en un mes si no se encuentra una solución.

La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (ADLV) ha intentado mediar en el conflicto sin éxito. “Como asociación que representa las reivindicaciones de sus casi 600 miembros, hemos intentado mediar con el IOR, consultando a expertos en derecho canónico y aportando argumentos para destacar cómo el nacimiento de una nueva familia no puede verse comprometido por reglamentos burocráticos, pero no ha servido de nada”, expresó la ADLV en un comunicado.

La organización señaló que sus intentos solo resultaron en una “fría comunicación” del IOR, que se remitía a un reglamento con efectos retroactivos, dado que los empleados ya habían fijado la fecha y lugar de su boda cuando la norma entró en vigor.

Matrimonio genera polémica en el Vaticano

En la práctica, la normativa estipula que el contrato de trabajo de ambos empleados se dará por terminado 30 días después del matrimonio, a menos que uno de los cónyuges renuncie voluntariamente.

El diario “Il Messaggero”, que dio a conocer el caso en julio pasado, calificó a los empleados como “los Romeo y Julieta de más allá del Tíber”, destacando su valentía al desafiar la nueva normativa del IOR.

Desde entonces, el caso ha sido discutido en varias instancias curiales y analizado por prelados y juristas, sin que se haya encontrado una solución.

La ADLV ha manifestado que continuará abogando por un derecho laboral que considere las aspiraciones legítimas de las personas y refuerce el sentido de comunidad en el Vaticano.

“Con la ayuda de todos seguiremos actuando, nos reforzaremos como el organismo deseado por San Juan Pablo II, para que la ADLV sea un actor de concertación en todos los lugares de trabajo”, concluye la asociación.

Por ahora, la única posibilidad de evitar el despido de los empleados parece ser una intervención directa del Papa, según la fuente citada.