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Durante las décadas de 1950 y 1970, el científico estadounidense John B. Calhoun llevó a cabo experimentos que simularon un apocalipsis en miniatura, explorando qué sucede cuando una población tiene todo lo que necesita. A través de estudios con ratones y ratas, Calhoun descubrió el fenómeno del "drenaje conductual", donde una sociedad en aparente paraíso colapsa ante el hacinamiento. En su experimento más emblemático, "Universo 25", el científico creó un entorno ideal para ratones que terminó en desmoronamiento social, con comportamientos perturbadores como violencia, canibalismo y apatía. A pesar del espacio disponible, la población nunca superó los 2.200 individuos, reflejando paralelismos inquietantes con las ciudades humanas densamente pobladas. Calhoun buscaba advertir sobre el futuro de la humanidad en un contexto de crecimiento urbano descontrolado, señalando que el hacinamiento podría llevar a una "muerte del espíritu" incluso con necesidades físicas satisfechas. Aunque su experimento influyó en la cultura y el diseño urbano, críticos cuestionan si el problema era la densidad en sí o el diseño del experimento que favorecía la desigualdad.

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Durante las décadas de 1950 y 1970, un científico estadounidense realizó una serie de experimentos que simularon un apocalipsis en miniatura.

John B. Calhoun, un investigador del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. (NIMH) en Maryland, Estados Unidos, se propuso explorar una cuestión inquietante: ¿qué sucede cuando una población tiene todo lo que necesita? Sus hallazgos, obtenidos a partir de estudios con ratones y ratas, revelaron un oscuro panorama de decadencia social y colapso demográfico, conocido como “drenaje conductual”.

El experimento más célebre de Calhoun, denominado “Universo 25”, comenzó el 9 de julio de 1968. En un espacio controlado, Calhoun creó un entorno ideal para ratones, con comida y agua ilimitadas, temperatura perfecta y ausencia de depredadores.

Todo parecía ser un paraíso para los roedores, pero cuando la población alcanzó los 620 individuos, la sociedad de ratones comenzó a desmoronarse, señala DW.

El hacinamiento provocó una serie de comportamientos perturbadores. Los jóvenes ratones se volvieron inadaptados, los machos alfa mostraron una agresividad extrema y canibalismo, y muchos otros ratones se volvieron apáticos, dedicándose solo a comer y acicalarse.

Las madres, abrumadas por el estrés, comenzaron a descuidar e incluso atacar a sus crías, lo que llevó a una alarmante tasa de mortalidad infantil.

A pesar de tener espacio para albergar a miles de ratones, la población nunca superó los 2.200 individuos. El último nacimiento ocurrió en el día 600 del experimento, momento en que la sociedad de ratones entró en una fase de decadencia irreversible.

Este “drenaje conductual” reflejó una dinámica social que planteaba inquietantes paralelismos con las ciudades humanas densamente pobladas.

Reflexiones sobre la superpoblación humana

El trabajo de Calhoun no solo buscaba comprender las dinámicas de los roedores, sino también ofrecer una advertencia sobre el futuro de la humanidad.

En una época preocupada por el crecimiento urbano descontrolado y la explosión demográfica, sus ideas resonaron fuertemente. Calhoun argumentaba que el hacinamiento podría provocar una “muerte del espíritu” incluso si se satisfacían todas las necesidades físicas.

Este experimento influyó en la cultura popular y académica de la época, inspirando obras distópicas y afectando el diseño urbano. Sin embargo, con el tiempo, la interpretación de Calhoun ha sido cuestionada.

Algunos críticos señalan que el problema no era la densidad en sí, sino el diseño del experimento, que favorecía la desigualdad.