Con el sur de Chile como epicentro de la tragedia dejada por los incendios forestales, es imperativo mirar a otras naciones y las condenas más severas que aplican a quienes los provocan.
Las legislaciones, en los países ejemplo, son clave a la hora de sorprender y comprobar la intencionalidad en los siniestros.
En esos territorios, una serie de reformas fueron necesarias. Pese a esto, vale aclarar que no son una especie de Ten Tanker apagando la pretensión de quienes se dedican a regar el caos, cuál bencina arrasando cientos de miles de hectáreas, destruyendo el patrimonio de gente honrada y dejando muerte a su paso.
Chile es un claro ejemplo, con casi una treintena de fallecidos y un sin número de animales extinguidos por las llamas. El descuido y la supuesta mano criminal forman parte de las teorías sobre el origen de los incendios.
Sin embargo, y aunque el ministro de Vivienda, Carlos Montes, bajó el perfil a la presunta intencionalidad de los siniestros en territorio chileno, debió modificar sus argumentos el pasado 20 de febrero.
“Probablemente hay casos intencionales, pero tenemos que tener datos y fundamentos”, rectificó, en medio de voces locales que exigen una legislación ejemplar para castigar a los incendiarios en épocas veraniegas, tal como ha ocurrido en otras latitudes, que ya han tomado acciones al respecto.
El hombre de los 24 incendios en territorio español
Fue noticia en España, durante el verano del 2012, una seguidilla de incendios forestales. 20 en Mallorca y 4 Menorca. El autor material e intelectual utilizaba papel higiénico, un mechero y bencina, según los datos revelados en el periódico La Vanguardia.
En 2014, tras ser capturado como responsable de los siniestros, el hombre confesó su culpa y fue condenado a 17 años y medio de prisión: 3 delitos con riesgo para la vida de personas (5 años por cada ilícito) y dos años 5 meses por los continuados de incendios forestales. El más grande destruyó 69 hectáreas, algunas catalogadas como Área Natural de Especial Interés (ANEI).
1.3 millones de dólares fue la multa impuesta por las autoridades españolas. Aun así, era el camino hacia las condenas más severas, vía reformas legislativas, que se aprobaron un año después en ese territorio europeo.
Francisco Javier Martínez Mendoza fue recluido en el centro penitenciario de Palma para pagar por sus actos incendiarios.
Hasta 20 años de prisión: las condenas más severas por ocasionar incendios
Con el caso del incendiario de Mallorca, entre otros similares, no fue extraño que la legislación se sintiera de paños tibios ante semejante llamarada de intencionalidad.
En el 2015, con grandes incendios forestales en Galicia y Asturias, que casi pusieron en jaque a bomberos y voluntarios que luchaban contra las enormes llamas, llegó una reforma penal para aumentar el tiempo de prisión a quienes provocaran los siniestros.
El medio 20minutos.es describió parte del espíritu de las enmiendas: “Un culpable podría enfrentarse a un máximo de 20 años de prisión, sobre todo si el fuego tiene consecuencias directas o pone en peligro a la población, algo que se cumple en los que se dan en el norte de la península”.
La condena baja sustancialmente, con 3 años de prisión, si no hay peligro para civiles. Entre 1 y 5 años, si solo hay daños en zonas boscosas, más una multa no especificada. Si el daño se considera de grandes proporciones forestales, la pena podría subir hasta 6 años.
Pese a los esfuerzos en aplicar las condenas más severas para los incendiarios forestales, La Vanguardia informó el año pasado que el 60% de los 15.000 incendios que se registran en toda España, anualmente, son de carácter intencional.
Precisamente en 2022, una nueva condena llenaba los titulares españoles. Antena3 destacó, no obstante, que solo 15 personas guardaban prisión a la espera de condenas o con una sentencia en firme, como Juan Antonio, un trabajador anti-incendios que en Canarias quemó decenas de hectáreas de bosque para demostrar que él y sus colegas eran necesarios. Fue condenado a 8 años y medio de prisión.
Portugal y el incendiario condenado a 25 años de prisión
En julio del año pasado, Portugal afrontaba una serie de incendios que habían arrasado ya con 10.000 hectáreas de zonas forestales. Las altas temperaturas y la falta de humedad le jugaron en contra a miles de bomberos y voluntarios que luchaban contra las llamas.
El primer ministro António Costa decretó Estado de contingencia. La prohibición de quema de rastrojos, de pirotecnia, de maquinaria en áreas forestales y el refuerzo de equipos de extinción, entre la normativa temporaria.
No obstante, la sospecha de intencionalidad dio paso a las condenas más severas en esa nación europea. Otros casos en años anteriores dieron la pauta para ahogar la intencionalidad de los incendiarios.
El medio The Portugal News informó que un hombre fue condenado a 25 años de prisión, al ser encontrado culpable de ocasionar varios de los incendios con los que debieron luchar los brigadistas durante semanas en el Centro portugués.
Una persona murió en uno de los siniestros creados por el ingeniero eléctrico de 39 años, entre 2017 y 2020. Fueron 16 delitos los que se le imputaron por su accionar delictivo. En suma, fueron nueve años de prisión los que recibió por 15 incendios y otros 11 de cárcel por un incendio con víctimas.
“Actuó de forma intencionada, a sabiendas y con conocimiento de que su conducta era punible por la ley. El acusado sembró el terror durante años entre las comunidades afectadas. Siempre tuvo plena capacidad de autodeterminación y nunca estuvo ausente de la realidad”, dijo el juez João Mateus, citando al psiquiatra del sentenciado.
EEUU y las condenas más severas por incendios en Nevada
Las imágenes recurrentes de incendios en territorio estadounidense, suelen llegar desde California y otras ciudades donde las llamas arrasan con todo a su paso. Sin embargo, desde Nevada, Estado de la región Oeste de ese país, llegan las condenas más severas por provocar incendios.
El sitio thedefenders.net, explica desde Las Vegas los tipos de incendio con intencionalidad y el grado de penas, proporcionales a su siniestralidad.
Por ejemplo, el incendio de primer grado se cataloga cuando “Una persona que ‘voluntaria y maliciosamente’ prende fuego a la casa de alguien. El estatuto también incluye a una persona que ‘ayuda, aconseja o procura’ el incendio de la casa de alguien. Se trata de un delito grave de categoría B con una pena de prisión de dos a 15 años, y también puede incluir una multa de hasta 15.000 dólares”.
Cabe destacar que la gravedad de la sentencia se remite a la propiedad de una persona, no a un área forestal, a diferencia de los casos antes expuestos sobre España y Portugal.
El Camp Fire: el crimen (incendio) corporativo más mortífero en California
No solo los incendiarios (intencionales, no patológicos) pueden ocasionar siniestros. En California, durante 2018, la compañía Pacific Gas & Electric (PG&E) se declaró culpable del incendio más devastador en la historia de este estado. 84 personas murieron, en su mayoría ancianos o personas discapacitadas tratando de huir de las llamas.
El juez de la causa leyó cada uno de los nombres de las víctimas al presidente ejecutivo de PG&E, Bill Johnson, quien admitió los cargos de homicidio involuntario.
Sin embargo, en este caso nadie fue a la cárcel. Las críticas se dejaron sentir por la tibieza judicial con la que fue tratada la empresa, tras una falla garrafal, debido a que no mantuvo una línea eléctrica en buen estado.
Las chispas cayeron sobre el pasto seco en las montañas de la sierra nevada de California. 10.000 casas quedaron destruidas, así como 62.000 hectáreas de terreno. “Se calcula que reconstruir la zona podría tomar hasta 10 años”, informó la BBC.
Además de la multa de $3,5 millones y costear los US$500.000 de la investigación, la empresa se comprometió a responder demandas de las aseguradoras por unos US$25.000 millones.
Diferencia entre incendiarios y pirómanos, pese a las condenas más severas
Cabe, antes de proseguir, hacer una distinción entre incendiario y pirómano. En cuanto al primero, Fundeu.es revela que se trata de alguien “que incendia con premeditación, por afán de lucro o por maldad”.
En relación con un pirómano, lo describe como alguien quien disfruta provocando fuegos y viendo las consecuencias del incendio, ya que sufre una tendencia patológica llamada piromanía.
“Descubrimos que los pirómanos tienden a estar de acuerdo con frases como ‘el fuego forma parte de mi vida’, ‘no sería nada sin el fuego’ o ‘es parte de mi personalidad"”, aseguró Theresa Gannon, citada por la televisión británica.
La BBC publicó en 2015 parte de un estudio psicológico realizado por dicha profesional de la salud mental, en cárceles del Reino Unido.
La situación reviste de matices. La mente de un pirómano varía entre uno y otro, con este comportamiento que puede gestarse desde la niñez y materializarse siendo un adulto, como el caso de John (nombre ficticio), quien quemó la casa de un colega al que describió como ofensivo con él.
Gannon sostiene que los pirómanos ven arder, de a poco, su fuego interior desde etapas infantiles, ya sea en situaciones negativas o positivas. Para ejemplo de esta última, a un niño, viendo a su padre hacer una fogata, le podría generar satisfacción, sobre todo si recibe un incentivo o refuerzo positivo por participar de esta.
En lo que respecta a los casos negativos, esa patología (piromanía) podría surgir si un familiar resulta lesionado en un incendio accidental, como John, quien cumple condena por sus actos. Su hermana resultó seriamente quemada en el siniestro de su vivienda cuando eran niños.
Cambiando la mente de los pirómanos e incendiarios
Los que generan incendios creen tener la situación bajo control, por iniciativa propia (pirómanos), por mano criminal o negligencia (incendiarios).
“Por ejemplo, puedes tener a una persona que ha desarrollado un conocimiento que la hace pensar que de alguna forma puede controlar un incendio. Esto lo vemos mucho en la prensa, fuegos que alguien inicia y se salen de control”, sentenció Gannon.
El equipo psicológico que trabajó en el estudio, llevó a cabo una terapia para revertir la conducta pirómana e incendiaria, la cual consistió en reunir a reclusos, instándolos a retarse unos a otros por sus acciones. La sesión (con grupos de entre 8 y 10 reos) duró 6 meses.
“Descubrimos que quienes realizaron todo el tratamiento registraron una reducción significativa en el interés por el fuego y cambiaron sus pensamientos al respecto. También mostraron una disminución de actitudes violentas y criminales, y mejoraron sus estrategias para lidiar con la rabia”, aseguró Gannon.
Chile, en el contexto actual, tiene un desafío enorme, directamente proporcional a los incendios que afectan a miles de personas cada año, tanto en el ámbito de la legislación y en lo que respecta a la salud mental de los afectados directos de los siniestros.
A la fecha, no se reporta una sola condena por los incendios de los últimos años (2017), pese a que la CONAF advierte que la pena para quien o quienes provoquen siniestros forestales puede escalar a 20 años de prisión.
En los siniestros de este 2023, se reportan al menos 40 detenciones y varias personas han sido imputadas, cuatro de estas en La Araucanía.