Las segundas oportunidades para todo indultado, revisten de un carácter delicado y de análisis a conciencia.
Si se habla de un asesino, la situación se vuelve aún más polémica. Es precisamente el caso de Johann Unterweger, un hombre que llevaba en su espalda el peso de una cadena perpetua por un atroz crimen cometido, y por el cual recibió la conmutación de la pena que debía enfrentar hasta el fin de sus días.
La familia de la víctima recibió un revés. La sociedad en la que el caso vio la luz fue testigo de los resultados de tal decisión.
Poco tiempo después volvió a la carga, bajo los lamentos de los afectados directos y de un país que condenó firmemente la decisión que llevó a un sujeto, que parecía programado para matar, de nuevo a las calles, bajo el argumento de haberse convertido en un escritor connotado y redimido, según recogen los periódicos sudamericanos El Tiempo de Colombia y Clarín en Argentina.
La génesis de un asesino en serie
Austria se destaca por ser uno de los mejores países para vivir debido a sus altos índices de seguridad, empleo, salud y educación, además de su generación de energía renovable, según lo detalla el medio europeo La Vanguardia.
En ese territorio, en agosto de 1950, nació un personaje que algunas décadas después dejó en evidencia a un sistema que le permitió volver a las calles, aún y cuando debía permanecer tras las rejas.
Cuando apenas era un niño, Johann Unterweger, también conocido como “Jack”, tenía por madre a una mujer que ejercía la prostitución. Su abuelo materno quedaba a su cuidado, mientras la mujer trabajaba en las calles.
El hombre, quien era adicto a los encuentros con trabajadoras sexuales, las llevaba a casa. El infante creció en un oscuro mundo en el que aprendió tempranamente a ingerir alcohol. Quedaba inconsciente, siendo un niño.
Cuando era ya un adolescente cometió delitos menores, entre estos, robo en contra de las sexoservidoras que conocía muy de cerca. Ingresó a las correccionales pero salía bien librado, como lo haría años después sin imaginarlo.
Cabe destacar que su padre era un sujeto ausente, alcohólico. Antes había sido militar de las fuerzas austríacas y luego lo abandonó a su suerte.
El primer crimen de “Jack”, en su camino a ser indultado
La particular historia de Unterweger describe a un joven, si bien problemático, como uno que optaba por permanecer fuera de casa y del alcance de su abusivo e irresponsable abuelo, lo cual no quiere decir que evitara la actividad delictiva.
De los delitos menores, su vida fue escalando a la criminalidad mayor. Cuando ya había cumplido 24 años en 1974, asesinó a una joven alemana identificada como Margaret Schäfer. La víctima tenía sólo 18 años.
La crueldad con la que mató a la chica fue descrita en el informe policial, el cual asegura que antes de golpearla con un pesado fierro, la violó. Posteriormente la estranguló y arrojó a un río para que no quedara evidencia de su atroz crimen.
Por lapso de un año parecía que el crimen de la joven Schäfer quedaría en la impunidad. No habían evidencias que dieran con un sospechoso de cometerlo.
Los comentarios que hizo “Jack” llevaron la investigación hasta él. Terminó confesando el crimen y, en medio de su juicio, se mostró triste, al punto de llorar y pedir clemencia. El juez de la causa, no obstante, lo sentenció a cadena perpetua. Nadie sospechaba la forma en que años después conseguiría ser indultado.
De analfabeto a escritor famoso desde la cárcel
Cuando Johann Unterweger ingresó a una cárcel austríaca, era un analfabeto. Sabía de robo, alcoholismo a temprana edad, prostitución (por el trabajo de su madre y la adicción de su abuelo) y ahora, sobre violación además de asesinato, con su reciente víctima. De letras, lo desconocía absolutamente todo.
Sin embargo, su nueva afición se posó sobre los libros. Aprendió rápidamente a leer y comenzó a escribir uno él mismo. Sí, del analfabetismo pasó a ser un escritor, convenciendo a un sistema de estar camino a la rehabilitación. En el intertanto contaba que su madre y abuelo jamás lo enviaron a la escuela.
Sus primeras obras fueron un poemario y libros infantiles. Sin embargo, el gancho para atraer al público lector y penitenciario, en fin, a toda una sociedad, fue su autobiografía titulada: “Purgatorio, un viaje a la cárcel”, en la que relató cómo un niño puede llegar a caer en prisión, cuando hombre, a falta de sus figuras principales y a merced de un mundo oscuro.
Recogiendo el concepto de Edgar Allan Poe, escribió:
“Ningún tema es más poético que la muerte de una mujer hermosa […] Aún pareces extraña y distante / Y viva, como la Muerte / Pero algún día te cerrarás / Y llena serás de flamas / Ven amada mía, estoy ahí / Tómame, ¡soy tuyo!”, escribió en el libro que alcanzó la fama.
Su perspectiva de género no fue tomada en cuenta. Era su fama la que nubló esa parte esencial sobre la mirada a la mujer, en concordancia con la vida que llevó junto a su madre.
De hecho, tras la publicación y la fama, llegó por añadidura una película que se estrenó en 2015 y fue protagonizada por el actor austríaco Johannes Krisch.
El asesino serial indultado por convertirse en escritor famoso
Por supuesto que, aprovechando la fama, Johann Unterweger, habló de su arrepentimiento por violar y asesinar cruelmente a la joven alemana Margaret Schäfer, sin olvidar mencionar el calvario que vivió junto a su madre y abuelo.
Convencidos de que se había redimido, la idea de que “Jack” fuera indultado vino por parte de un movimiento de escritores austríacos. Entre estos figuraba Elfriede Jelinek, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2004, quien se unió a la solicitud de indulto.
El gobierno de Austria la dio a lugar. El 23 de mayo de 1990 fue dejado en libertad. Una parte de esa sociedad, además de la clase política, estaba convencida de que el escritor más famoso, que emergió en la cárcel, redimió sus pecados y estaba listo para reinsertarse con una vida decente.
Nadie sospechó que, poco tiempo después, volvería a la carga, poniendo como blanco a víctimas que le recordaban a su madre.
Un asesino serial de prostitutas, recién indultado por su fama literaria
Cuatro meses después de que Unterweger fue indultado, un nuevo crimen conmocionó a Austria.
En septiembre de 1990, el cuerpo sin vida de una mujer fue descubierto en una zona boscosa. Tenía visibles signos de violencia física. También había sido violada. Las características de la víctima trajeron a memoria el brutal asesinato contra la joven alemana en 1974, a manos de “Jack”, ya que además fue estrangulada.
Entre 1990 y 1991 cometió 6 crímenes. Esta vez, las víctimas eran prostitutas. 5 de los asesinatos los realizó en Austria y uno en territorio checo.
Las similitudes de los casos llevaron a los detectives a seguirle la pista al indultado escritor famoso, cuyo blanco eran las sexoservidoras, como lo fue su madre.
Cuando supo que era investigado, huyó rumbo a Estados Unidos con una joven mujer con quien tenía una relación sentimental. Pero en Los Angeles, California, fue capturado, gracias a la agudeza de un investigador del FBI, siendo extraditado a su país para responder por un total de 12 crímenes, varios de estos ocurridos en el tristemente célebre Hotel Cecil, en California.
Encontraron, durante su aprehensión, una bufanda roja propiedad de una de sus víctimas, lo cual lo conectó con su actividad de asesino serial. Por esas fechas, había sido denominado como “El estrangulador de Viena”.
De indultado, a asesino serial con un final inesperado
Cuatro años después de ser indultado, bajo la figura de un reformado escritor exitoso y redimido, “Jack” volvió a la prisión donde consiguió engañar a millones, más no a su naturaleza asesina.
El juicio en su contra tuvo un agudo interés público, por obvias razones. A diferencia de 1974, donde pidió clemencia al juez, esta vez no se dejó ver arrepentido de su conducta asesina serial.
Un juez lo condenó, nuevamente, a cadena perpetua. Pero sin posibilidad de indulto, como era de esperarse.
Johann Unterweger, el escritor que convenció a un sistema con su historia de niño abusado, determinante en su vida criminal bajo puntos de vista psicológicos, pronunció unas palabras que dejaron ver su frustración por volver a ser apresado.
“No volveré a pasar años en la cárcel, no podré”. Lo cumplió, ya que el mismo sistema que lo indultó equivocadamente, falló de nuevo al descuidar la vigilancia. Se suicidó a pocas horas de ingresar a su celda, sin cumplir la sentencia que le fue otorgada.