Las denuncias de violación sexual durante la invasión rusa, principalmente en Kiev, se replican con el paso de los días. Niñas y mujeres son atacadas, según relatos desde la prensa británica. Una de las víctimas, que era ultrajada, perdió a su marido por disparos de los uniformados cuando este intentó rescatarla.
La barbarie de la invasión rusa en Ucrania, no se cuenta sólo desde las balas y los cañones matando civiles inocentes. Varios soldados rusos violaron a 25 mujeres y niñas. 9 están embarazadas, según la prensa británica.
Se trata de un avance tan destructivo como atroz, con blanco específico en las féminas. Ser mujer hoy, en la capital ucraniana, resulta un enorme riesgo. Los relatos desde la BBC lo indican así.
Una de las historias con mayor impacto es la que cuenta Anna (nombre ficticio), una mujer que a sus 50 años recibió dos duros golpes con la invasión de tropas extranjeras.
Una jornada en la que los cañones y las balas sonaban, vio cómo su vida se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos. Un soldado ruso irrumpió en su vivienda ubicada en una zona rural, a 70 kilómetros al oeste de Kiev, soslayando todo a su paso.
“A punta de pistola, me llevó a una casa cercana. Me ordenó: ‘Quítate la ropa o te mato’. No dejaba de amenazarme con matarme si no hacía lo que me decía. Luego empezó a violarme”, aseguró la mujer, quien sufriría más allá del vejamen.
Su marido, quien intentó defenderla del ataque sexual, pagó un precio alto. Era el 7 de marzo, cuando todo cambió.
“Él había tratado de correr detrás de mí para salvarme, pero fue alcanzado por una balacera”.
Otros soldados rusos habían ingresado a su casa. Mientras el agresor sexual hacía de las suyas, sus compañeros de armas las usaron contra la humanidad de su desesperado cónyuge.
“Mientras me violaba, entraron cuatro soldados más. Pensé que estaba acabada. Pero se lo llevaron. Nunca más lo volví a ver”.
En efecto, Anna le contó a la cadena británica que, tras salvarse de milagro, ya que los soldados rusos la dejaron viva por decisión de algunos de la tropa, corrió adentro de su casa. Entonces, encontró a su esposo desangrado por un impacto de bala en el abdomen.
Su vivienda fue ocupada por los invasores militares. Ella se llevó a su esposo malherido a la casa de un vecino. No pudieron ir al hospital por la intensidad de los combates. El hombre murió 48 horas después.
“Cuando se fueron, encontré drogas y Viagra. Se drogaban y a menudo estaban borrachos. La mayoría de ellos son asesinos, violadores y saqueadores. Solo unos pocos están bien”.
A Anna no le quedó otra que enterrar a su esposo en el patio del lugar donde vivieron por muchos años, y donde murieron sus esperanzas por culpa de una cruel guerra.
La otra barbarie: soldados rusos violaron a 25 mujeres y niñas
Los relatos de terror no acaban en una devastada Ucrania.
El avance de las tropas rusas mermó en las últimas semanas. Sin embargo, las historias que emergieron son inversamente proporcionales a ese repliegue.
A medida que la prensa británica pudo recorrer Kiev, salieron a la luz los testimonios más oscuros, contados desde los blancos femeninos con los que se ensañaron las tropas de Putin.
Una de las historias de horror relatadas por las víctimas, ocurrió en un lúgubre sótano de la capital ucraniana. Allí, se suponía que un grupo de personas, entre estas decenas de mujeres y menores de edad, se refugiaban de los ataques enemigos y contraataques del ejército de su país. No fue así. El más ruin daño colateral las alcanzó.
Los testimonios recogidos aseguraron que soldados rusos violaron a 25 mujeres y niñas, con consecuencias más allá de lo físico y psicológico.
“…fueron violadas sistemáticamente durante la ocupación en el sótano de una casa en Bucha. Nueve de ellas están embarazadas”, detalló una fuente a la BBC.
“Los soldados rusos les dijeron que las violarían hasta el punto de que no querrían contacto sexual con ningún hombre, para evitar que tuvieran hijos ucranianos”.
El anterior es el relato de la defensora del pueblo de Ucrania para los derechos humanos, Lyudmyla Denisova. La mujer está ocupándose de documentar cada uno de los casos de este tipo, que son de su conocimiento.
No se dieron a conocer las edades de quienes resultaron embarazadas tras la barbarie. No obstante, se sabe que la edad de las víctimas de violación de la tropa rusa en el sótano de Bucha oscila entre 14 y 24 años de edad.
Una línea de atención para mujeres violadas por soldados rusos
Los vejámenes a Anna, más el asesinato de su esposo, sumado a la violación colectiva de soldados rusos a 25 mujeres y niñas en el sótano de Bucha, no son casos aislados.
Con el correr de las semanas son una constante en una devastada Kiev, donde los ánimos de las víctimas mujeres, yacen por los suelos, como su bombardeada ciudad.
La defensora Denisova dijo que se habilitó una línea telefónica de ayuda, para que las féminas que fueron atacadas sexualmente por las tropas invasoras, den a conocer su caso a fin de recibir la ayuda urgente en situaciones como esta.
“Una mujer de 25 años llamó para decirnos que su hermana de 16 años fue violada en la calle frente a ella. Dijo que gritaban: ‘¡Esto les pasará a todas las prostitutas nazis!’ mientras violaban a su hermana”.
Las llamadas no son el único canal por el que se reciben las denuncias. Telegram está sirviendo de ayuda también. Mediante esta red de mensajería, algunas mujeres están revelando su historia de abusos a manos de soldados invasores. Sin embargo, es imposible contabilizarlas, según la portavoz del esfuerzo.
“Es imposible en este momento porque no todas las víctimas están dispuestas a decirnos qué les sucedió. En estos momentos, la mayoría pide apoyo psicológico, por lo que no podemos registrarlos como delitos a menos que nos den su testimonio”.
Para otro ejemplo, está lo ocurrido a una familia a 50 kilómetros de la capital ucraniana.
Según Andrii Nebytov, jefe de policía de la región de Kiev, investigan el caso de una pareja de 30 años y su pequeño hijo, en las afueras de la zona.
“El 9 de marzo, varios soldados del ejército ruso entraron en la casa. El marido trató de proteger a su esposa e hijo. Así que le dispararon en el patio”, relató Nebytov.
La historia de barbarie se repitió. Otra vejación contra una indefensa víctima, quien lo perdió casi todo en el ataque.
“Después de eso, dos soldados violaron repetidamente a la esposa. Se iban y luego regresaban. Regresaron tres veces para violarla. La amenazaron con que si se resistía le harían daño a su pequeño hijo. Para proteger a su hijo, ella no se resistió”.
No conforme con lo anterior, los soldados rusos quemaron su vivienda. Antes, mataron a tiros a los perros de la familia. Su esposo había sido enterrado en el jardín. La sobreviviente y su hijo huyeron del lugar y se contactaron con la policía.
“Quiero preguntarle a Putin, ¿por qué sucede esto?”
Anna, la mujer al inicio de la historia, se hace muchas preguntas a partir de su historia y la del resto de mujeres que, como ella, están pagando un alto precio colateral de esta guerra.
“Quiero preguntarle a Putin, ¿por qué sucede esto?. No lo entiendo. No vivimos en la Edad de Piedra, ¿por qué no puede negociar? ¿Por qué está ocupando y matando?”.
Se trata de una emplazamiento que el premier ruso no escuchará. La ensordecedora guerra, más otros aspectos que ya escapan a su personalidad, lo impiden.
En tanto, las mujeres ucranianas continúan bajo acecho, según los relatos que emergen de esta invasión, en toda la extensión de la palabra.
Elena -nombre que fue modificado- es una de las que cuenta su devastadora historia.
“Vi que me observaban cuando salí rápidamente de la tienda. Apenas alcancé a llegar a casa cuando los dos soldados rusos entraron por la puerta detrás de mí. No tuve tiempo de tomar el teléfono para pedir ayuda ni de hacer nada. Sin una palabra me empujaron sobre la cama, me colocaron una ametralladora encima y me desvistieron”.
La mujer es partera. Debe curarse así misma luego del daño infligido tras la agresión sexual de la que fue objeto, según relató entre lágrimas a la Agencia France-Presse, citada por swissinfo.ch.
“Casi no hablaban, además de tratarme a veces de ‘banderovka’ o decirse entre ellos ‘es tu turno’. Luego, hacia las cuatro, partieron porque era su turno de montar guardia”.
Con la experiencia a cuestas, la de Elena forma parte del por hoy incontable número de mujeres violadas por soldados rusos durante la invasión a Ucrania. Su sufrimiento, lo resumió en una frase: “No tengo más ganas de vivir”.