Niños y niñas estuvieron a merced de pederastas. “El harén del pervertido” es como uno de ellos califica al responsable de los abominables abusos que se replicaron en decenas de colegios salesianos españoles y que han sido recopilados en un informe del periódico español El País que, a su vez, lo envío al Vaticano en diciembre pasado, esperando una contundente respuesta. Algunas víctimas aún la esperan.
El medio europeo ha revelado parte de esos testimonios, donde convergen historias crudas de abuso sexual, entre la década de los 50 y el año 2000. La llegada del milenio estuvo marcada por la pederastia. La modernidad que reflejaba no detuvo a algunos depredadores sexuales con sotana.
Son 38 religiosos los señalados en 24 centros salesianos. Algunos de ellos fueron trasladados para esconder su infamia.
Rafael Raya es una de las víctimas. Cuando tenía apenas 8 años, colaboraba como monaguillo. Don Ángel era el cura a cargo del colegio salesiano en La Línea de la Concepción (Cádiz).
No tenía edad para comprender lo que le estaba ocurriendo, tampoco cree que hubiese sido defendido en su hogar.
“(Mi padre) posiblemente, me hubiera echado la culpa. Aunque suene terrible decirlo”, aseguró, después de contar los vejámenes que sufría cuando la misa terminaba.
“Más tarde comprendí que los espasmos que este señor sufría durante esos tocamientos eran orgasmos. También recuerdo que, cuando nos daba clase, se iba a los compañeros que estaban en la última fila y les metía mano. Lo sé porque lo vi. Él nos decía: ¡Los demás, mirad para delante!”.
“Éramos 900 niños, el harén del pervertido”: el abuso más antiguo y sin consecuencias
En 1958 German Ortiz era un niño de 10 años. Con los alumnos, al final del recreo, debía subir las escaleras rumbo a las aulas de clases. En el paso, estaba la oficina del director del colegio María Auxiliadora de Santander.
Toda la cadena de abominables abusos en colegios salesianos españoles que revela esta nota, parten desde este, donde ahora retumban las denuncias.
“No se me olvida que, cuando pasaba por allí, me señalaba y me hacía entrar con él. Era un sitio grande y allí me hacía abrazarlo y acariciarlo. Recuerdo que tenía una sotana sucia y una barba muy cerrada. Era la máxima autoridad”, dice el hombre que trataba de esconderse entre los demás niños para no ser alcanzado por el depredador sexual.
Luego de varias ocasiones de ser blanco del abuso sexual, se lo contó a uno de sus tíos. El hombre partió al colegio para hablar de la confesión del chico. No obstante, todo quedó en nada. No hubo denuncia que pusiera fin al crimen del director.
“Siento la impotencia de saber que aquel delito no tuvo consecuencias penales y estoy seguro de que siguió produciéndose con otros niños. Éramos 900 niños. Era el harén del pervertido”, aseguró Ortiz.
No era el único caso que se conocería del María Auxiliadora de Santander. Otros cuatro religiosos son señalados de abusar sexualmente de alumnos. M. S. A. y dos hermanos apodados El Fortu y El Lupas. Un cuarto, de cuyo nombre no recuerda Ortiz, era el responsable del boletín salesiano del centro de estudios.
Cabe mencionar que el reporte español que da cuenta de estos casos, menciona únicamente las iniciales de los hechores, salvo un caso donde ha sido revelado el nombre del victimario.
“Este es tu premio. Mete la mano y no la saques”
Gaspar Castromil lo recuerda vívidamente. No se trata de una memoria grata de su niñez. Al contrario, representa uno de los pasajes de terror más angustiantes para un alma pequeña que no entendía lo que le estaba ocurriendo.
En el colegio salesiano de Vigo, estaba el escritorio donde debía aprender de matemáticas y otras materias básicas. No obstante, desde el primer día de abusos en ese lugar, cuenta que ya no fue el mismo.
Perfecto Fernández Mínguez, era el religioso que le pidió acompañarlo en la venta de dulces y otras golosinas a sus compañeros. “Cuando nos quedamos solos, se metió unas chuches (caramelos) en el bolsillo. ‘Este es tu premio. Mete la mano y no la saques’, me decía. Me trastocó, subí a clase alucinado. Nada volvió a ser igual”, aseguró Castromil. Era 1979.
No le sucedió una vez. Fueron varias ocasiones en las que el cura Fernández abusó de él. Su relato lo incrimina en la lista de los 38 religiosos implicados en pederastia en las 24 instituciones salesianas, de un total de 95.
Gaspar Castromil no le contó a sus padres, de su suplicio, hasta el año pasado. Por eso, no entendieron cuando decidió marcharse lejos de su casa, siendo niño.
“Me jodieron la vida de estudiante. A un niño que le haces eso, lo llenas de miedo y de frustraciones. Empecé a hacer novillos para no estar con él. Durante cuatro o cinco días, dejé de ir al colegio. Y cuando ya vi que la situación se iba a conocer en mi casa, cogí un autobús y me fui a casa de mis abuelos a Pontevedra. Me escapé de casa. Nadie entendió nada”.
El Colegio Salesiano Vigo abrió una investigación contra su abusador. Otro religioso, de ese mismo centro, fue condenado por vejámenes contra 6 estudiantes. En 2021, Segundo C.V., fue sentenciado a 36 años de cárcel.
“Méteme la mano en la sotana para coger un caramelo”
La Coruña (noroeste de España), figura en el informe de El País como una de las regiones con más casos de abusos sexuales denunciados entre los 38 centros de estudio de esta orden.
De ahí, se desprende otro de los abominables abusos en colegios salesianos españoles, denunciado por un hombre que le pidió al medio español guardar su identidad. No comparte, como Castromil, su rostro. Pero decidió contar su historia, para poner en perspectiva lo que ha venido sucediendo en una parte de estos centros católicos.
Era principios de los 70 cuando el religioso, D.S.(alias Whisky), abusó sexualmente de él y de varios niños. Tenían entre 8 y 9 años.
“Recuerdo que era un profesor corpulento y que le faltaban dos dedos en la mano. Un día, durante la hora de estudio, nos pidió a un compañero y a mí que fuéramos a ayudarle como monaguillos. Durante la celebración no se bebió el vino y, cuando acabamos, nos dijo en la sacristía que nos lo bebiéramos nosotros. Me dijo: ‘Lo habéis hecho muy bien, acércate y méteme la mano en la sotana para coger un caramelo’. Yo lo hice y lo que toque no fue un caramelo. Ya te puedes imaginar lo que era. Fue repugnante”.
Con el paso de los años, D.S. desvió su objetivo de abusos a otros menores. Nadie se atrevía a denunciar en el colegio. Por eso, alias Whisky era un pederasta impune. En el quiosco del centro educativo, un aterrorizado niño, quien estaba a cargo de vender en el lugar, era su nueva víctima.
“Me arrimé para mirar en el interior de la barra y me encontré con que el padre D. S. estaba agachado lamiéndole las piernas”. Sostiene que en La Coruña todo el mundo lo sabía. “Hemos sido cientos de víctimas. Me dijeron que tiempo después lo trasladaron a Cambados”.
“Whisky” no era el único. Dos curas más, hermanos, forman parte de la nómina de pederastas en La Coruña.
A inicios del año 2000, varias alumnas los denunciaron por tocamientos. El centro de estudios no procedió contra estos.
“Había entrado en mi vida para quedarse”
Pedro Crespo es otro de los alumnos de la orden que denunció los abominables abusos en los colegios salesianos españoles.
Era 1984. El barrio madrileño, El Naranjo de Fuenlabrada, no imaginaba que 38 años después una denuncia remecería su nombre, tras la vejación contra menores de edad. El protagonista: Diego Rodríguez Navarro, a quien Crespo le ayudaba a organizar actividades recreativas para el resto de niños.
Después de que la atención no estaba en la quermés, el cura procedía a sentarlo en sus piernas. “Comenzó a mordisquearme la oreja y a acariciarme el pene. Mientras me tocaba, me susurraba cosas al oído. Yo no sabía qué hacer ni a quién decírselo”, confesó décadas después Pedro Crespo.
Durante un año, soportó los abusos de Rodríguez Navarro. En 1985, el religioso consiguió meterse en su casa, invitado por los padres de Pedro a cenar en varias ocasiones. Se ganó la confianza de ambos, y hasta el de la comunidad, al punto en que permitían que el menor se quedara a dormir en la habitación de la residencia salesiana. “Había entrado en mi vida para quedarse y tenía todo el poder sobre mí”, aseguró.
También dieron su permiso para que fuera con el religioso, de excursión, los dos solos, a las afueras de la ciudad. En esa ocasión, Pedro comenta que el cura Rodríguez Navarro se masturbó, mientras le hacía tocamientos.
Ese acontecimiento fue el fin de una serie de abusos. Pedro Crespo no regresó más al centro de la orden.
En 2020 rompió el silencio y comunicó a la orden lo ocurrido. Dos años después, Diego Rodríguez Navarro (76 años) no ha sido expulsado de la iglesia, ni judicializado. Su traslado a otras parroquias de su congregación y su fama de escultor lo tienen entre los religiosos más reconocidos en Madrid.
Las esperanzas de una víctima se esfuman, a no ser por el informe que revela su testimonio, a la espera de que el Vaticano actúe sobre el caso y el resto de estos.
“Lo conté en 2018 y mi madre fue a hablar con el director. No hicieron nada”
Tal como ocurrió en La Coruña, Madrid no ostenta casos únicos entre las denuncias que apuntan hacia 38 religiosos de colegios salesianos españoles.
Pepe Guisado, es otra de las víctimas de un cura, identificado como Juan Calvo, que en 1975 abusó de él, en el colegio San Miguel Arcangel.
“Siempre estaba deambulando por el patio, cuando estábamos jugando al fútbol. De hecho, así fue como me cogió a mí”
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Cuando Guisado anotó un autogol, el cura se dispuso a cometer su vejamen.
“Aprovechó ese revuelo para abroncarme y meterme en la papelería que había en la planta baja. Allí me hizo tocamientos durante unos minutos”, recuerda el alumno que se cambió a otro colegio de la capital española, para encontrarse con otra víctima del mismo hombre con sotana.
No fueron casos únicos del San Miguel de Arcángel. en 2019, otra víctima, esta vez del profesor y sacerdote Marcelino Antón por abusos sexuales en 1998, contó su terrible historia.
“Llevo años intentando que alguien me escuche”, reconoce Matías (nombre del denunciante), quien le contó a su madre lo ocurrido.
“Lo conté en 2018 y mi madre fue a hablar con el director. No hicieron nada”.
La mujer se entrevistó con el director del lugar para obtener apoyo y una denuncia del religioso Antón. Nada. Todo fue evasivas, según relataron en marzo del 2019 a El País.
“Pensaba que podía haber más niños que podían estar sufriéndolos”, aseguró la madre de la víctima.
Abusos en colegios salesianos españoles: la respuesta de la congregación
Han pasado dos meses de indagaciones, desde que la orden de colegios salesianos en España quedó en el ojo del huracán, tras la investigación revelada por el periódico local El País, la cual hizo llegar al Vaticano, con el fin de obtener más que una respuesta dirigida a la prensa, como ocurre cuando se busca una reacción a hechos determinados.
Los salesianos la hicieron llegar a través de un comunicado, asegurando:
“Independientemente de que sean de hace años, o esté vivo o no el salesiano sobre el que tenemos esos testimonios, se iniciará el procedimiento canónico. En algunos de los casos que aparecen hay datos de referencias muy vagos, pero se estudiarán igualmente”, respondió en un comunicado la orden religiosa con más casos denunciados.
Sin embargo, la justicia tarda y parece que olvida, en algunos de los 38 casos. Por no decir en su mayoría, ya que la congregación no ha podido identificar a ocho acusados. Otros 17 han fallecido, según sus registros. 11 más salieron de la orden y dos continúan en esta.
“En total, si se suman los que ya se conocían anteriormente, la orden cuenta con 62 miembros acusados”, reza el informe de El País, mismo del que esperan una acción de las altas esferas de la iglesia católica, pese a la desesperanza de alguna de las víctimas, quienes sólo se aferran a las líneas periodísticas, para que su historia no haya pasado en vano.