En la provincia de Río Negro (Argentina), corrió la sangre a manos de un asesino confeso. El femicidio de una brasileña en Bariloche tiene contrastes que lo vuelven un caso complicado, dadas las declaraciones del imputado.
“Andate, déjame por favor”, era la frase con la que Eduarda Santos, una joven de 27 años, le pidió a Fernando Alves Ferreyra (26 años) que dejaran por la paz su conflicto, pero no lo consiguió. Los testigos del caso ahora relatan los momentos impactantes, previo y después de su asesinato.
Todo inició en la casa que ambos compartían en la calle Beethoven de la turística ciudad argentina. No se sabe por qué la joven brasileña se subió a un auto, marca Chevrolet, conducido por el sujeto, también originario de Brasil. Aquella fue la última vez que uno de sus vecinos, testigo del caso, la vio y escuchó con vida.
La discusión se trasladó del inmueble al automóvil que, según los detalles publicados en el medio trasandino Clarín, partió con rumbo a un sendero cercano a Lago Escondido.
Eduarda no regresó más al domicilio del que salió sin imaginar su trágico final.
9 tiros y el femicidio de una brasileña en Bariloche, al descubierto
Hablar de Bariloche es sinónimo de turismo, sobre todo en esta época de verano. Sin embargo, hay situaciones que rompen con el esplendor de una vacación esperada.
Es precisamente lo que le sucedió a un turista que transitaba por el sendero cercano a Lago Escondido. En lugar de un paraje pacífico descubrió un cuerpo sin vida. Las noticias darían cuenta, más adelante, que era la escena del femicidio de una brasileña.
Todo lo que el turista pudo hacer fue llamar a la policía e informar que había visto a una mujer sin vida.
Cuando las autoridades llegaron, ubicaron 9 tiros en el cuerpo de Eduarda Santos: 6 en la espalda, cuando intentó huir de Alves Ferreyra, y otros 3 que el sujeto le propinó para ejecutar el femicidio, con un arma 357. De los calibres más potentes que existen.
Debido a que un vecino los escuchó discutir, y posteriormente marcharse en auto, la policía no tuvo inconvenientes para atar cabos, sumado a las cámaras de seguridad en la ciudad. El arresto del femicida de la brasileña se concretó pocas horas después.
Cabe destacar que el cuerpo de Santos no estaba escondido en la zona cercana al lago, todo lo contrario. El femicida no la llevó al interior del bosque. La dejó en el sendero, como si pretendiera que fuera localizada pronto, y así fue. El turista que ahora es un testigo, fue quien se encontró la trágica escena.
Femicida confeso liga a su víctima con narcotráfico
Cuando la audiencia de formulación de cargos avanzaba en un tribunal de Bariloche, las declaraciones del femicida remecieron la sala. Descolocaron, incluso, a los abogados defensores.
“Yo la maté, soy el único responsable. Mi vida estaba en peligro. Perdón, pero mi vida está primero”, declaró Fernando Alves Ferreyra, ante el juez de la causa.
Llamó la atención la facilidad con que el sujeto confesó el crimen de la mujer quien, cabe aclarar, no era su pareja.
Trascendio que la víctima fue vientre de alquiler, a petición de Alves Ferreyra. Dio a luz a unos mellizos, hace dos años, que serían hijos del matrimonio homoparental, conformado por el brasileño y otro hombre de 57 años.
No obstante, este último murió en circunstancias “poco claras”, el año pasado, según publicó el medio brasileño O Globo, lo que se suma a la trama.
Eduarda y Fernando se conocieron en Brasil y decidieron ir a vivir juntos a Bariloche, donde trabajaban en la industria turística, para mientras los mellizos nacían del vientre subrogado de la joven quien, en noviembre pasado, nuevamente fue madre. La paternidad de su bebé aún no está esclarecida.
Los hechos son tan confusos como dramáticos. El femicida reveló más detalles, pese a que no estaba en sintonía con sus abogados defensores. Uno de estos se tomó el cabello con las manos, cuando escuchó decir a su cliente: “No envíen a mis hijos a Brasil porque los pueden matar”.
Aseguró, también, que Santos estaba ligada al narcotráfico desde su país. Por lo tanto, tuvo que matarla, ya que ella los amenazaba en todo momento.
“En ningún momento Eduarda fue sumisa. Quedé viudo hace siete meses y la violencia que sufríamos en nuestro hogar era constante. Mis hijos siempre han sido la prioridad, nunca han vivido una situación de agresión o violencia. Regresar a Brasil no era una opción. No me escapé porque no quería, podría haberlo hecho. Aquí mis hijos están protegidos. La familia de mi difunto esposo vive con ellos. Si la Justicia Argentina envía a mis hijos a Brasil, sus vidas estarán en riesgo”, insistió.
Fernando sabe que la familia de Eduarda está solicitando la repatriación del cuerpo de la mujer y sus 3 hijos. Es decir, los mellizos y el recién nacido que deja en la orfandad.
Entre tanto por esclarecer, el juez de la causa decretó 4 meses de prisión preventiva contra Alves Ferreyra, mientras la fiscalía recaba más pruebas de las que ya tiene en su poder, incluida la pericia para determinar rastros de pólvora en las manos del brasileño, además de sus huellas en la escena del crimen.
Formalmente acusado por los delitos de homicidio agravado por femicidio, alevosía y uso de armas, arriesga prisión perpetua, dada la tipificación del delito principal. No obstante, y a juzgar por sus palabras, prefiere dicha suerte judicial antes que ser enviado a Brasil, donde aseguró que hay quienes lo quieren matar a él y a sus hijos.
La justicia argentina tiene mucho que desenmarañar al respecto.