Una europea se jugó la vida por un argentino. Dejó a su esposo, a su madre de avanzada edad y partió a un territorio sudamericano donde le esperaba una dura realidad, en una sola frase del que creyó era el amor de su vida.
Cuando el estafador de Tinder se ha vuelto un tema que está dando qué hablar a nivel mundial, por el documental de Netflix mostrando el modus operandi de Simon Leviev, la situación no podría ser peor para una mujer que vive su propia trama. Una muy complicada, tras enamorarse de un argentino por medio de esta plataforma de citas, sin sospechar que un “vivieron felices para siempre” no completaría su historia.
La cadena trasandina, TN, difundió la situación de una mujer que lo tenía todo en Italia. Eso parecía. Sin embargo, decidió, en nombre del amor, aventurarse a lo que pensaba era la felicidad, pese a que tenía esposo y una vida completamente hecha en su país de origen.
Julia -nombre con que identifican a la protagonista del fallido idilio- conoció a Jorge tras realizar el famoso “match” de la aplicación en la que muchos buscan amores, verdaderos o furtivos.
Varios años atrás, en territorio italiano, cuando el sudamericano visitaba la nación europea, iniciaba el primer capítulo de este que se ha vuelto su drama.
“Ocurrió hace casi cinco años, mientras él estaba de viaje en Italia. Ambos coincidimos en la aplicación y comenzamos a hablar. No tuvimos tiempo para vernos allá porque él se tenía que volver a su país. Y yo estaba con otros inconvenientes”.
Lo que nació en Tinder, trascendió a Facebook a lo largo del periodo en el que aún no podían verse, pero se gestaba lo que ellos llamaron una relación a distancia. Ella seguía casada, cuidaba de su madre anciana y, a la vez, cultivaba una vida amorosa secreta, cegada por el deseo de “un nuevo amor”.
“Vení, yo te espero en Buenos Aires”
Habían 10 mil kilómetros de distancia entre Julia y Jorge. Sus mensajes por redes sociales mantuvieron viva la llama del amor. La mujer reconoce que con WhatsApp corría el riesgo de ser descubierta por su pareja, por lo que utilizó la amistad que la plataforma de Marc Zuckerberg ofrece a sus usuarios para estar conectados.
“Yo me enamoré de él, me arrimé muchísimo por la falta de afecto que tenía en mi casa, en mi familia. Porque aunque ellos me amaban no sabían darme lo que verdaderamente necesitaba. Él sí: con palabras, bromas, cariño, me dio el afecto que yo buscaba”, justifica la mujer, su aventura con un extranjero al que pensó que conocía.
Recientemente, decidió dejar de mentir y ponerle fin a la distancia física. La decisión no la tomó de forma unilateral. Sostiene que Jorge le dio las coordenadas para alzar vuelo -literal- rumbo a una nueva vida.
“Vení, yo te espero en Buenos Aires”, le pidió el argentino. Julia se reunió con su familia para contarles lo que le estaba pasando desde hacía varios años y comunicarles una tajante decisión: “Me voy a vivir a Argentina. No hay vuelta atrás”.
No era algo que decidió de la noche a la mañana. La mujer había analizado convivir junto al hombre que le había expresado, según ella, claramente su deseo de establecerse juntos.
“Hace más de un año tomé la decisión de venir. Sabía lo que dejaba en Italia: una familia casi desesperada por mi ausencia, una madre grande y un hombre con quien convivo aunque estemos separados”.
Aunque sus palabras dan a entender que se jugó el todo por el todo, la italiana sostiene que conversó con Jorge sobre el hecho de probar la relación. Compró un pasaje a Buenos Aires a finales del año pasado, con estadía de dos meses en territorio argentino. Lo que vino después le daría la razón a la pizca de intuición presente, al menos, durante la compra del boleto aéreo.
“Él es mucho más grande que yo, pero nunca me importó. Porque con la fuerza del amor se puede superar todo. Y siempre fue un sostén que justamente me incitó a superarme, vencer los miedos”.
La italiana y el argentino: el arribo a Ezeiza y el desplome de una relación
Julia tomó su equipaje, dejando a todos atónitos en el que era su hogar, y abordó el vuelo que la llevaría a la capital argentina.
Voló los 10 mil kilómetros de distancia, con un boleto de vuelta que nunca pensó utilizar, salvo para ir por el resto de sus pertenencias a Italia. Cuando vio a Jorge, pensó que había tomado la decisión correcta.
“Apenas lo vi le dije lo que sentía, estaba muy feliz de poder hacerlo. Le expresé que tan solo mirándolo se me llenaban los ojos de amor. Y que lo que sentía desde lejos era verdadero y real. Muy fuerte”.
Eran inicios de 2022 cuando cruzaba por la terminal aérea argentina. No obstante, no pasaría mucho tiempo para que una enamorada mujer se estrellara con la rotunda la realidad. La turbulenta verdad que le ofreció Jorge, la dejó devastada.
“Con toda la tranquilidad del mundo me dijo que él no siente eso por mí. Que me ve como una amiga, que siente ternura, pero no amor ni pasión. Y a mí me sucede todo lo contrario”.
Tras dejar todo, por el todo, Julia se dio cuenta que la situación no acabaría en cuento de amor. El argentino, que le sacaba ventaja de edad, también la dejaba atrás, y sola, con la gama de sentimientos que ella le profesó, sin que le fueran correspondidos.
Hablar de su historia, parecía una necesidad imperiosa de revelar su odisea. Otros informativos trasandinos han hecho eco de su realidad, internacionalizando la trama.
“No sé cómo voy a seguir viviendo”
El mes del amor casi está por acabar. Para Julia, terminó mucho antes que en el calendario. El fin de la que creía era su “historia de amor”, fue marcada por la implacable verdad del hombre que la invitó a Argentina, pero le dijo que no la amaba, pese a que ella dejó todo por él.
“Me llamaba mi amor, me decía que estaba enamorado. Pero ahora que estoy acá me dice todo esto. La verdad es que estoy desesperada, destruida. No sé cómo voy a seguir viviendo”, sostiene la italiana.
A juzgar por sus palabras, sigue manteniendo contacto con el hombre que la ilusionó; esto, durante la estadía de la crédula y, a la vez, arriesgada mujer. Su boleto de avión tiene fecha de salida a finales de marzo.
“Yo sigo amándolo. Lo único que puedo hacer es tomarle las manos muy fuerte y llorar. Claro que me siento una estúpida, pero lo amo”.
Tiene más de un mes para reinventarse, temporalmente, en un país que no es el suyo, pero seguramente se lo recuerda, dada la inmigración italiana que ha vuelto a los argentinos una réplica cultural reconocida a nivel mundial.
Julia está dividida. Sabe que no tiene nada por lo que quedarse, pero reconoce que nunca quiso irse de esa forma y tan pronto.
“Hubiese querido quedarme mucho más tiempo, pero ahora me siento perdida del todo. En Italia no tengo al amor de mi vida, lo tengo acá, pero ahora dice que no me ama… Siempre le dije que solo quería un día a su lado para darle un abrazo. Y en este momento no tengo nada”, sostiene.