Steve Letourneau no daba crédito a lo que leía, hasta que las náuseas invadieron en todo su ser.
Estaba frente a los mensajes que su esposa, Mary Kay, le había escrito a su alumno de ¡13 años! Se trataba de un niño contemporáneo a su hijo Steve Jr. Era el principio del fin de su historia familiar.
Eran apasionados escritos “de amor” entre la docente de 34 años y el menor de edad. Habían 21 años de una ilegal y colosal diferencia, en todos los sentidos, que la incriminaban en un horroroso crimen. Ella parecía estar enamorada del niño, tanto que no le dio tiempo de pensar en las consecuencias.
Un destrozado esposo le contó parte de lo que leyó a unos familiares. No pasó mucho tiempo para que se enterara la escuela en la que Mary Kay trabajaba.
La policía de Seattle entró en acción. La mujer debía dar cuentas ante la ley por los hechos consumados, en detrimento del estudiante de Sexto Básico, a quien incluso había llevado a su casa para que jugara con su hijo de la misma edad. Eran los 90 y, más adelante, la situación derivó en el documental del canal A&E “Me enamoré de mi alumno”.
Mary Kay Letourneau: la violación disfrazada de romance
Antes de ser maestra y de contraer matrimonio, Mary Kay creció en un hogar católico californiano, además de republicano. Su padre, John G., fue elegido senador por varios periodos.
Antes de intentar seguir los pasos políticos de su padre, la infancia de Mary Kay quedó sacudida cuando su hermano de 3 años murió ahogado en la piscina de su vivienda. La entonces niña de 11 años se culpó por lo sucedido, porque estaba al cuidado de los hermanos menores cuando ocurrió la tragedia.
Años más tarde, comenzó a estudiar en la Universidad de Arizona, donde conoció a Steve, quien se convirtió en su esposo. Un embarazo inesperado suspendió la carrera de ambos.
Poco después de vivir en Alaska, se mudaron a Seattle. A punto de finalizar la década de los 80, la Primaria Shorewood contrató a Letourneau como maestra de educación básica. Era el principio del mayor escándalo de abuso sexual en la historia de EE.UU.
Los medios locales describen a la maestra como una que se ganó el respeto entre sus colegas, debido a su vocación, misma que quedó anulada con lo que se descubriría después.
En 1996, se convirtió en tutora y el alumno Vili Fualaau, nacido en 1983, formaba parte del salón de clases a su cargo.
Todo comenzó con el talento artístico que el niño mostraba en su escuela. Su maestra comenzó a ponerle especial atención y fue cuando propició el acercamiento con su hijo de 13 años (de la misma edad que Vili). Sin embargo, todo comenzó a salirse de control y a configurarse el delito.
La primera vez del contacto ilegal entre ambos, tuvo lugar en junio del 96. Mary Kay hablaría años más tarde del mismo, asegurando que no tuvo remordimientos al respecto.
“El incidente ocurrió entrada la noche, y no paramos tras darnos un beso. Yo pensé que quedaría ahí, pero no sucedió así. Y pensé, ‘¿por qué solo tiene que ser un beso?’”. Fueron sus declaraciones ante la entrevista de Bárbara Walters.
Los encuentros en los que se consumó la violación tuvieron lugar en múltiples ocasiones, durante los meses siguientes, en el auto de la docente, en clases privadas inventadas para verse o en cualquier momento que el descuido de su entorno les permitiera escapar.
Sin embargo, 8 meses después de lo que pensaban era su idilio, el hallazgo de los mensajes “de amor”, transmitidos en las cartas que la mujer le escribía al adolescente, iniciaron un camino al castigo judicial de una mujer que ideó la forma, años después, para estar con Vili.
De la violación a la maternidad: la reincidencia de Mary Kay
Con las cartas encontradas por Steve Letourneau, la prisión para su entonces esposa estaba a la vuelta de la esquina. La policía de Seattle arrestó a Mary Kay Letourneau, de 34 años, por el abuso sexual contra su alumno Villi Fualaau, de 13 años.
El escándalo fue mayúsculo en la nación norteamericana y más allá. Los noticieros hicieron eco del delito cometido por una maestra en contra de su alumno de sexto grado básico. A Steve no le quedó más que regresar con sus 4 hijos a Alaska.
Luego del duro golpe para más de una familia, la trama se complicó. La mujer, al momento de ser aprehendida, estaba embarazada de su alumno, aún considerado un niño, de acuerdo a su desarrollo físico y psicológico.
Estando encarcelada, nació la primera hija de ambos, bautizada como Audrey. Era mayo de 1997. Lo que significa que, cuando fue arrestada, tenía un avanzado estado de embarazo. Para el alumbramiento, ya se había declarado culpable de dos cargos de violación contra un menor de edad.
Con el acuerdo expedito y con su “colaboración” con la justicia, la condena fue menor: 6 meses de prisión y un tratamiento psiquiátrico que debía durar 3 años. No debía, por ningún motivo, acercarse a su víctima, Vili Fualaau. Pero, cumplida la condena, vino la reincidencia.
En febrero de 1998, Letourneau violó su libertad condicional y, de nuevo, al menor de edad con el que ahora tenía una hija.
Una alerta de un vehículo estacionado de forma sospechosa, llevó a la policía a descubrir el auto en cuyo interior estaban Mary y Vili teniendo sexo. Al momento de su arresto, le incautaron 6.000 dólares en efectivo (4.8 millones de pesos chilenos) y dos pasaportes. La conclusión, fue que ambos se fugarían juntos.
Cuando cayó de nuevo, la jueza del caso no la mandó al psiquiatra, sino directo a prisión por más de 7 años. Sin embargo, para complicar la situación, otra vez había quedado embarazada del chico. Su segunda hija (Georgia) nació en prisión en octubre de 1998, marcada por el reincidente delito cometido por su madre contra otro niño.
De prisión a una vida juntos: el final (in)feliz de una violación
Con dos hijas, producto de la violación, Soona, la madre de Vili, se hizo cargo de cuidar a sus nietas. La mujer, de hecho, demandó a la Primaria Shorewood, acusándola de permitir el vejamen contra su hijo y, con los costes, poder sacar adelante a las dos niñas. Sin embargo, perdió el juicio.
Los casi 8 años de sentencia de Mary Kay Letourneau llegaron a su término. En 2004, la mujer abandonó la prisión. El encuentro con Vili era cosa de tiempo.
El joven padre, ahora de 21 años, solicitó la eliminación de la orden de alejamiento de por vida que pesaba sobre la madre de sus hijas quien, además, inscribió su nombre en el registro nacional de pederastas, un acto obligatorio para cualquier violador o violadora tras salir de la cárcel.
Meses después, en mayo de 2005, Mary Kay Letourneau y Vili Fualaau contrajeron matrimonio en una ceremonia marcada por un sombrío pasado delictivo que regresó a los principales informativos estadounidenses.
La vida, sin embargo, no se vendría fácil. La atención de la prensa estuvo sobre ellos y, aunque se dieron a la tarea de replicar su historia en cuanto programa pudieron, el fin se acercaba.
A 14 años de su enlace matrimonial y una vida junto a sus 2 hijas, se divorciaron por causas que aún no están claras. En 2020 se hizo efectivo el divorcio, solicitado por Vili. No sólo era el fin legal de la historia. La enfermedad de uno de estos cambió de cuajo la trama.
Mary Kay Letourneau fue diagnosticada con cáncer de colón. El 8 julio de 2020, la mujer murió rodeada de su familia, la que formó desde el vejamen cometido a un joven que fue convertido en padre, aún siendo un niño, y enviudando muy joven.
A sus 58 años, y antes de su muerte, Letourneau declaró sentir mucho remordimiento por enamorarse de un niño.
El remodelador de viviendas y DJ que animaba fiestas, cerró así una buena parte de su historia con la muerte de su violadora, una mujer que, irónicamente, trabajaba como asistente de una oficina de abogados, pese a un prontuario delictivo que la convirtió en la protagonista del mayor escándalo de abuso sexual en la historia de EE.UU.