Desde que Secrets of Playboy salió al aire, el nombre del imperio que construyó Hugh Hefner se desmorona como un castillo de naipes. Algunos de los protagonistas de lo que sucedía en la mansión del fallecido magnate (2017), lo han revelado sin tapujos.
No es la primera vez que se habla de conductas criminales en la casa de las conejitas Playboy, como se conoce a nivel mundial. El Buró Federal de Investigaciones (FBI), emprendió una indagación de lo que ocurría en la lujosa propiedad. Las drogas más sofisticadas, en plena década de los 70, tenían a los federales bajo alerta.
La DEA (Administración de Control de Drogas) también estaba al tanto, debido a la denuncia de un uso desenfrenado de drogas en ese lugar que fue distinguido, por décadas, por medios de comunicación estadounidenses, según el portal ENews, que cita además a The New York Times.
La secretaria de Hugh Hefner, Bobie Arnstein, fue arrestada. En su poder tenía una bolsa con cocaína. Los agentes intentaron hacer que delatara a su jefe. No lo consiguieron. Ella se suicidó en enero de 1975. Otra conejita, Adrienne Pollack, había muerto de sobredosis.
Por lo anterior, las revelaciones que se hacen en los capítulos de la producción antes mencionada ponen a vista pública denuncias de tráfico y consumo de estupefacientes, secuestros, prostitución y aberrantes actos sexuales a los que fueron sometidas las mujeres de dicha mansión.
“Noches de cerdos” en la mansión Playboy
El suicidio de Arnstein y la muerte por sobredosis de Pollack eran solo la punta del iceberg de lo que ocurría en la mansión.
Otras voces protagonistas, que sobreviven a la historia, han relatado en el documental los sucesos calificados de “horrorosos”, o peor.
Una de ellas es la exnovia de Hugh Hefner, Sondra Theodore, quien además de calificarse como una “Mula de drogas” para su entonces pareja, vio y vivió cosas espantosas en la mansión.
En el documental Secrets of Playboy relata cómo en una ocasión vio a Hefner tener sexo con su perro.
“No podía creer lo que estaba viendo”, expresó. El perro no volvió a quedarse solo con el sujeto, porque ella no lo permitía.
El intocable Hugh Hefner vivía tan desenfrenadamente que extendió sus prácticas hacia las mujeres que creía su propiedad, según las denuncias que han salido a la luz.
Theodore, quien asegura rompió con el magnate poco después, presenció cuando a la actriz porno Linda Lovelace la hicieron que practicara sexo oral a un pastor alemán.
En las “Noches de Cerdo”, la actriz que vivió los vejámenes con el Pastor Alemán asegura que las mujeres que eran cedidas a los amigos de Hugh Hefner “eran feas” y las “ofrecía” a sus más íntimos.
Jim Ellis, exguardaespaldas de Hefner y la conejita PJ Masten también relatan lo que se vivía en la enorme mansión.
Confirmaron que en 1978 al menos 6 de las conejitas fueron secuestradas, drogadas y violadas por varios miembros del club de Hefner. The New York Times es citado en este episodio de abusos como el medio que difundió lo ocurrido en New Jersey.
Masten afirmó, además, que otras 50 mujeres fueron esclavizadas sexualmente bajo el mismo método, en el que los sujetos hacían lo que querían con ellas. Se trataba de prominentes personajes, quienes abusando de su poder económico, hacían cosas terribles a las jóvenes.
Cuando Bill Cosby cayó, años después, como depredador sexual ante la justicia, Ellis (guardaespalda de Hefner), dijo que no fue una “sorpresa”. Afirmó que “todos los que trabajaban en la mansión sabían que él básicamente era un depredador”, pero le advirtieron que saldría perjudicado si le mencionaba a Hugh Hefner lo que sabía.
Nadie se atrevió a denunciar a Hefner
¿Por qué nadie denunció a Hugh Hefner, cuando en la actualidad se habla en el documental hasta de una red internacional de prostitución, cuyas víctimas eran las conejitas de Playboy? Había temor de denunciar, además de un “equipo de limpieza” que se encargaba de que las potenciales denuncias no fueran hechas. La extorsión por medio de fotografías y videos eran parte de la estrategia.
“La cuestión es que tenía cintas de todos”, afirma Sondra Theodore. No sólo de connotación sexual. El exguardia de seguridad de Hefner, Stefan Tetenbaum, dice que habían cámaras y micrófonos por todo el lugar. Si alguien denunciaba, podían usar cualquier frase en su contra. Tomando en cuenta que el magnate gozaba de poder en los medios de comunicación.
La potente droga, con la que las conejitas fueron prácticamente esclavas sexuales de los visitantes de los clubes de Hugh Hefner, era Quaaludes (Metacualonaera), un potente barbitúrico. En el FBI y la DEA, el del magnate se había vuelto un caso frío, pero el abuso seguía quemando a las víctimas.
“Las llamábamos (a las pastillas) ‘abridores de piernas’. Ese era el objetivo de ellos. Eran un ‘mal necesario’, por así decirlo, para la fiesta”, asegura en el documental Loving Barrett, exasistente de Hefner.
“Por lo general tomabas la mitad, porque si tomabas dos, te desmayabas. Los hombres sabían que podían hacer que las chicas hicieran casi cualquier cosa que quisieran si les daban un Quaalude”.
Según Barrett, Hefner conseguía recetas todo el tiempo para tener bajo ese efecto a las mujeres, a disposición de sus clientes.
Una de las que se considera víctima de Hefner, en la historia más reciente, participa del documental y asegura que éste la obligó a practicarse cirugías, menoscabando su bienestar mental, con comparaciones hirientes respecto a las otras mujeres. Se creyó enamorada del magnate, pero todo era, según sus palabras consecuencia del Síndrome de Estocolmo.
“La razón por la que creo que la mansión era muy parecida a un culto al mirarla en retrospectiva es porque todos esperábamos pensar en Hef como este tipo realmente bueno. Y empezabas a sentir algo como, ‘Oh, él no es lo que dicen en los medios, es solo un buen hombre’”, dice en el episodio 2, Holly Madison, la playmate (modelo del mes) de Playboy y pareja de Hefner entre 2001 y 2008.
El hijo de Hugh Hefner responde al documental
Cooper Hefner, uno de los herederos del imperio que erigió su padre, salió al paso de las acusaciones contra el fallecido magnate.
Básicamente, quien se describe como un padre, esposo y hombre de negocios en su cuenta de Twitter, aseguró en esta red social que todo es producto de la venganza de las mujeres que estuvieron en la mansión Playboy.
“Era generoso por naturaleza y se preocupaba profundamente por las personas. Estas historias salaces son un estudio de caso de arrepentimiento que se convierte en venganza”, asegura el hijo de Hefner.
Por su parte, los ejecutivos de la revista publicaron un comunicado en el que se desmarcan con un antes y después de la marca, sin la presencia y dirección de Hefner.
“El Playboy de hoy no es el Playboy de Hugh Hefner. Confiamos y validamos a estas mujeres y sus historias y apoyamos firmemente a aquellas personas que se presentaron para compartir sus experiencias”, reza la misiva.