Otro día normal en La Matanza, en la provincia argentina de Buenos Aires.
Si no fuera porque la actividad delincuencial se ensaña con sus habitantes, todo quedaría en su nombre. Sin embargo, el calificativo en directamente proporcional al sufrimiento de las familias que lloran la muerte de un ser querido por mano criminal.
El pasado 7 de noviembre, el medio Primer Plano reportó el asesinato del dueño de un kiosco ubicado en Ramos Mejía. En pleno día de descanso para el resto (domingo), el hombre de 45 años, identificado como Roberto Sabo, decidió abrir su pequeño comercio sin imaginar lo que venía.
Cabe mencionar, que de esa misma localidad (Ramos Mejía) procede uno de los más mencionados delincuentes juveniles argentinos: “El polaquito”. Su prontuario dista mucho de su edad, corta, pero extensa en asesinatos.
En este nuevo hecho de sangre, con otra adolescente implicada, ante el asalto a mano armada, Sabo se resistió y recibió disparos en la cabeza. Su vida quedó hasta ahí. Sus asesinos siguieron de largo para cometer más delitos.
Horas después, el medio La Nación publicó un video, asegurando que el asaltante estuvo 15 minutos en el lugar y hasta atendió a algunos clientes, del otro lado del mostrador, presuntamente luego de haber reducido al propietario y asesinarlo.
Los implicados: la adolescente de 15 y su “novio” de 29
Cuando la policía llegó a la escena en el kiosco, no había nada qué hacer para la víctima. Los proyectiles le quitaron la vida en un abrir y cerrar de ojos. Todo ocurrió rápido, en cuestión de segundos.
Las cámaras de seguridad, según el reporte brindado a la prensa trasandina, identificaron a un sujeto saliendo a toda marcha del kiosco. Abordó un Ford Focus negro, en el que no iba solo. En este, según el reporte policial, iba una adolescente de 15 años, en presunta complicidad con los hechos, y una persona más. Poco a poco se sabían detalles.
Cuando las imágenes les dieron coordenadas para seguirlos, descubrieron un primer atraco: la pareja robó, a mano armada, el auto de un sujeto al que además privaron de libertad y, a punta de pistola, lo obligaron a conducir hasta el kiosco donde fue asesinado su dueño.
El propietario del vehículo fue ubicado cerca del comercio donde ocurrió todo y contó cómo fue asaltado, revelando detalles de los hechores.
El coche que había sido robado, fue encontrado cuadras más adelante, chocado contra un árbol. Para ese entonces la policía tenía montado un intenso operativo detrás de la pareja.
El triple crimen “casi perfecto”
En plena persecución, los uniformados seguían recogiendo testimonios en el lugar de los hechos. A esas alturas se habían cometido 2 delitos: el robo del auto, a mano armada, y el asesinato del dueño del kiosco, tras resistirse al asalto.
Los testigos en el lugar del choque del Ford Focus negro aseguraron que una pareja salió del vehículo, tras incrustarse en el árbol, corriendo a toda velocidad para perderse al interior de un supermercado chino, en la zona de Saavedra y Alvear.
Lo que vendría después, sería el tercer crimen.
Al interior del establecimiento, otros testigos aseguraron que la adolescente y el adulto compraron algunas cosas y hasta se cambiaron de ropa. Salieron, como intentando despistar a los presentes.
Minutos después, amenazaron con arma a un hombre de 30 años para quitarle su motocicleta.
En el ‘911’ argentino recibía la denuncia de un robo en progreso. Era la del joven al que recién habían atracado. La policía que ya estaba cerca de la zona, tras la pareja, les dio alcance en Avenida Mayo, según lo publicado por Primer Plano.
La escena en el lugar fue desconcertante. Una adolescente, tirada en el piso, esposada. Estaba cerca de una motocicleta con otro sujeto en las mismas condiciones. Este último fue identificado como Leonardo Daniel Suarez, de 29 años de edad. La joven, por ser menor de edad, fue identificada como Y.G.R.,de 15 años.
Según el reporte policial, se les incautó dinero, un arma calibre 22 (presunta arma con la que asesinaron al dueño del kiosco), además de municiones para cargar el revolver.
La joven se encuentra en un centro penal juvenil. Por ser menor de edad no le será imputable el delito, como a la que llamaba su pareja. Lo anterior, generó reacciones entre los argentinos que siguieron el caso por las noticias.
Los días próximos al crimen, algunos habitantes se apostaron en Avenida Mayo para repudiar el asesinato del dueño del kiosco y exigir a las autoridades soluciones al problema del crimen en este lugar.
Un pelotón de uniformados se formó para no dejar pasar a los manifestantes, quienes intentaban llegar a la comisaría que, en breve, fue cerrada ante la furia de los presentes.
“¡Van a pasar, van a pasar (las personas)! ¿Qué, nos van a reprimir?”, reclamaba uno de los furiosos vecinos, quien le exigía a los uniformados ir por uno de sus superiores.
Objetos contundentes eran lanzados hacia los policías. Varias personas lograron pasar al otro lado, mientras les demandaban ir por sus superiores. Con las horas, la concentración fue disuelta, dejando atrás una estela de repudio por la situación. Era sólo una muestra del cansancio de los lugareños ante la criminalidad.
La familia de la víctima, pide justicia por el crimen que le arrebató a su ser querido, quien fue asesinado por alguien que, no conforme con el acto, se puso a atender el negocio, luego de implicar a una menor de edad, con quien tenía una “relación”, la cual era también constitutiva de delito por obvias razones. Varios crímenes en una sola jornada, quedaron en evidencia.